Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Don Quijote, Literatura, Literatura española

Cincuenta años de castidad

La sexualidad de Alonso Quijano

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Lo que a simple vista parece un título oportunista y mimético podría muy bien ser la correcta definición de la sexualidad de don Quijote de la Mancha, cuya edad, cuando nace a la vida literaria frisaba con los cincuenta años (I-Cap.I).

Cervantes nos presenta a su héroe como un hombre célibe, sin antecedentes amorosos ni matrimoniales. Un solterón que vive con una sobrina, una criada para el cuidado de la casa y un mozo que lo ayuda en las labores campestres. Y esa parece haber sido su vida durante el primer medio siglo de su existencia. De ahí en adelante, en toda la novela, no hay una sola expresión libidinosa atribuible al enamorado caballero. Por el contrario, todo es recato, prudencia, renunciación. Una abstinencia casi monástica.

Yo soy enamorado, no más de porque es forzoso que los caballeros andantes lo sean; y siéndolo, no soy de los enamorados viciosos, sino de los platónicos continentes (II-Cap.XXXII).

Romántico, soñador y voluntariamente casto por haberse inventado un amor platónico.

Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, o si es fantástica, o no es fantástica; y éstas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo (II-Cap.XXXII).

El caballero de la triste figura se parapeta detrás de esa ilusión amatoria, y la esgrime como excusa para evitar las imaginarias seducciones a las que se ve expuesto en sus aventuras.

don Quijote se retiró en su aposento solo, sin consentir que nadie entrase con él a servirle: tanto se temía de encontrar ocasiones que le moviesen o forzasen a perder el honesto decoro que a su señora Dulcinea guardaba… (II-Cap.XLIV).

Cervantes aprovecha la casta obsesión de su protagonista para crear situaciones jocosas. Como cuando las doncellas de la duquesa, con el propósito de burlarse del estrafalario huésped, conversan al pie de su alcoba y una de ellas, Altisidora, así le canta:

—¡Oh tú, que estás en tu lecho,

entre sábanas de holanda,

durmiendo a pierna tendida

de la noche a la mañana,

caballero el más valiente

que ha producido la Mancha,

más honesto y más bendito

que el oro fino de Arabia!

Oye a una triste doncella,

bien crecida y mal lograda,

que en la luz de tus dos soles

se siente abrasar el alma.

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¡Oh, quién se viera en tus brazos,

o si no, junto a tu cama,

rascándote la cabeza

y matándote la caspa! (II-Cap.XLIV).

A estos requiebros, don Quijote reacciona de la siguiente forma:

—¡Qué tengo de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore…! …para sola Dulcinea soy de masa y de alfenique, y para todas las demás soy de pedernal; para ella soy miel, y para vosotras acíbar; para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida, y las demás, las feas, las necias, las livianas y las de peor linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo (II-Cap.XLIV).

Más adelante, todavía en casa de los duques, cuando a media noche la señora Rodríguez pretende entrar en su alcoba, …imaginó que la enamorada doncella venía para sobresaltar su honestidad y ponerle en condición de faltar a la fe que guardar debía a su señora Dulcinea del Toboso(II-Cap.XLVIII).

Y así le dice:

—Dígame, señora Rodríguez ¿por ventura viene vuestra merced a hacer alguna tercería? Porque le hago saber que no soy de provecho para nadie, merced a la sin par belleza de mi señora Dulcinea del Toboso (II-Cap.XLVIII).

Y reflexiona:

—¿Quién sabe si el diablo, que es sutil y mañoso, querrá engañarme agora con una dueña, lo que no ha podido con emperatrices, reinas, duquesas, marquesas ni condesas?

…Y ¿quién sabe si esta soledad, esta ocasión y este silencio despertará mis deseos que duermen, y harán que al cabo de mis años venga a caer donde nunca he tropezado? Y en casos semejantes, mejor es huir que esperar la batalla (II-Cap.XLVIII).

Y así, casto y triste, muere don Quijote, curado ya de su locura y de su amor. Varón virgen que, como una doncella, cuidó toda la vida su castidad para ofrendársela intacta a su Dulcinea. Ofrenda que ya no tendrá, que nunca tuvo a quien obsequiársela.


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