Actualizado: 28/03/2024 20:07
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CON OJOS DE LECTOR

Con la errata hemos topado (una vez más)

Algunos lectores aportan sus propias experiencias acerca de la pandemia que desde épocas inmemoriales azota a libros e impresos.

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Desastres en los textos poéticos

Y como en el asunto que aquí nos ocupa el artículo del español Jesús Sáiz, también citado por mí, recoge ejemplos comentados por él con mucha gracia, quiero compartir un par más con los lectores. He aquí el primero: "En la página de sucesos del Diario del Suroeste de Badajoz, se leía el 21 de enero pasado que en una apartada callejuela de la ciudad, un hombre había aparecido inconsciente y con una brecha en la cabeza. Cuando los servicios de urgencia lo reanimaron, el ciudadano relató que había sido atracado y golpeado con un falo. // Ya es triste que la gente sufra atracos en plena calle, pero si encima se la golpea con un falo resulta además humillante. Y sorprendente, si reparamos en las proporciones que el citado objeto contundente debe tener para asestar semejante golpe, por no hablar de la pericia necesaria para su manejo. Es obvio que se trataba de una errata: el objeto en cuestión era un palo".

También reproduce este otro: "Un conocido torero, habituado a mostrar su malhumor en los medios de comunicación, manifestaba en un semanario que él cuando realmente disfruta es cuando no lo acosan los periodistas y, sobre todo, cuando se retira a su finca de Jerez, y añadía: 'Allí me siento en libertad y cago siempre lo que me da la gana'. // Hombre, si es por defecar, tampoco hace falta irse tan lejos. Simplemente teniendo un inodoro en condiciones y una revista en las manos, sobra. Lo que el diestro quería decir era que en su finca de Jerez hacía lo que le daba la gana y estaba tan a gustico".

Una modalidad especial de los errores tipográficos es el empastelamiento, nombre con que se conoce el intercambio o confusión de los renglones. En una reciente conversación telefónica, el periodista y crítico de cine José Antonio Évora me reveló un error debido a ese origen que se publicó en el diario habanero Juventud Rebelde, alrededor de 1979. En la página 2 coincidían las secciones de Opinión y Educación Sexual, cada una de las cuales contaba con un logotipo propio. El linotipista los confundió, y eso hizo que un texto destinado a la primera y referido al poco uso de las instalaciones deportivas por los jóvenes apareciese en la segunda. El trabajo, titulado Mayor bienestar, salud y abundantes campeones, se publicó así en la sección de Educación Sexual y su primer párrafo decía: "Todavía los jóvenes no utilizan plenamente las instalaciones que el Estado dedica a estos fines, sobre todo los fines de semana y los días festivos".

Como muestra de los auténticos desastres que un linotipista puede ocasionar en un texto poético, José Esteban reproduce en su libro una estrofa publicada en la revista El Gráfico Moderno. El texto escrito original era el siguiente: "Aunque me encuentro de tu vista lejos / Jamás en mi alma tu memoria muere, / Guarda, hijo mío, siempre mis consejos, / No olvides a tu padre que te quiere; / Yo sé que tú te portas como debes,/ Sigue aparte del mal, sigue el sendero / De la inmortalidad, que es lo primero, / Las horas de la vida son muy breves / Y todo en este mundo es pasajero". En cambio, lo que hallaron impreso los lectores de la revista fue: "Aunque me encuentro de tu vista lejos / Tomás, en mi alma tu memoria muere, / Guarda, hijo mío, siempre mis conejos, / No mires a tu padre que te quiere; / Ya sé como te portas, que tú bebes, / Sigue, parte del mal, sigue el sendero / De la inmoralidad, que es lo primero, / Las horas de la viuda son muy breves / Y todo en este mundo es pasagero".

En justa venganza, el uruguayo Emilio Frugoni (1880-1969) escribió un poema, La errata, con el cual voy a dar por cerrado —prometo que esta vez definitivamente— mi ojeada al asunto de los errores tipográficos: "Es un duende maligno y solapado. Salta / en medio de las frases que el ingenio combina / y con una terrible voluntad asesina / hunde en plena belleza el puñal de una falta. // La construcción magnífica del pensador asalta. / Al globo del estilo clava traidora espina. / Y en concierto mágico del verbo desafina / emitiendo una nota perturbadora y alta. // Es incansable artífice a golpes de martillo / y de cincel ilustra su castillo encantado, / y él de un papirotazo desbarata el castillo. // En el cáliz del numen su ponzoña deslié, / y en el templo de Apolo, tras el dios colocado, / con una mueca infame, grotescamente, ríe".


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