Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Contra las oficinas del tedio

María Zambrano, Cintio Vitier y la revolución cubana.

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No sorprende entonces que mirara al menos con recelo a un régimen como el cubano, donde desde 1959 se fue borrando paulatinamente toda noción de democracia como "acorde de las diferencias" y que finalmente devino un régimen que se autotituló ateo —María profesaba la fe católica—, que tuvo manifestaciones de intolerancia homofóbica —muchísimos amigos de María eran homosexuales—, y que asumió como única y excluyente filosofía la marxista-leninista.

Quien conozca el pensamiento zambraniano no le extrañará entonces que este fuera comprendido dentro del unilateral contexto de ideas de la revolución cubana como un pensamiento idealista, razón más que suficiente para que no fuera divulgado en la prensa de la época ni estudiado en los claustros universitarios. ¡Y eso que María era republicana y de izquierda! Eso, para no referirnos al escepticismo con que María llegó a ver en sentido general a cualquier revolución. Mucho menos podía coincidir con la utopía y con la instrumentación comunista del mito del hombre nuevo, con fuentes, eso sí, tanto cristianas como árabes y sufíes, que sí refrendaba la autora de Los bienaventurados.

Precisamente, a propósito de lo que en María tomó el nombre del mito del "Hombre Verdadero", había publicado en Cuba un primer esbozo de esa idea, en su texto José Martí, camino de su muerte (1953) —propiciado por Vitier y Fina García Marruz, al regalarle el Diario de Martí. Con posterioridad, el mismo día que se entera de la muerte de Lezama en 1976 comenzará a escribir su texto Hombre Verdadero: José Lezama Lima, del que publicará un extracto en Madrid y París en 1977.

El verdadero pensamiento de María

Ahora contamos con el texto completo, rescatado de la Fundación que lleva su nombre, en un reciente tomo de la correspondencia de María con Lezama, editado por el joven ensayista de Almería, Javier Fornieles Ten. El fragmento del texto en cuestión —motivo de este artículo— viene a demostrar el verdadero pensamiento de María Zambrano sobre aquel "mutamento", la revolución cubana.

Acaso el pudor con sus amigos cubanos vivos —Vitier y su esposa, Eliseo Diego— hizo que no se decidiera a publicarlo, si bien tuvo que reducir el texto original para su publicación tanto en El País, de Madrid, como en la revista Poesía, de París. Asimismo, es oportuno darlo a conocer porque Cintio Vitier, en la presentación en La Habana, en 1996, de la última edición de Persona y democracia, criticó a María por no aludir expresamente en su libro al imperialismo norteamericano. Lo cual es cierto, aunque María se refirió muy duramente en varias ocasiones contra el imperialismo en general —"Todo es color de imperio, de comercial imposición", como expresó, por ejemplo, en Los bienaventurados.

Sin embargo, muy convenientemente eludió Vitier en su análisis del libro las implicaciones expresas en este contra toda forma de absolutismo o autoritarismo de Estado, para no hablar ya de la ausencia en el contexto insular de una verdadera democracia o de la no revelación de la persona integral, para María, superobjetivo de su democracia ideal.