Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Santí, Ensayo, Literatura cubana

Criticar con rigor e intuición reveladora

Enrico Mario Santí ha enriquecido su bibliografía con tres nuevos títulos. Un conjunto de textos ensayísticos que vienen a revalidar y consolidar su destacado itinerario en el ensayismo y la investigación

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Cuando se dedicaba a la enseñanza, Enrico Mario Santí debía publicar con regularidad para justificar su cátedra. Así lo hizo cumplidamente, aunque en su caso no solo se trataba de satisfacer las exigencias académicas. La extensa bibliografía acumulada por él a lo largo de más de cuatro décadas responde realmente a su dedicación apasionada a una labor de cuya importancia él es muy consciente. Me refiero a la crítica y la investigación, los dos campos que cubre su ejecutoria. Algo que en Santí se materializa en el estudio riguroso y concienzudo y en el perseverante rescate del abundante material que atesoran hemerotecas y archivos.

Esto que digo respecto a su entrega al trabajo lo confirma el hecho de que, pese a haberse jubilado hace ya algunos años, en su actividad intelectual no se ha dado al descanso. Meses atrás di noticia de la publicación de El silencio que no muere. Poemas 1953-1964, una completa recuperación de los primeros textos poéticos de Severo Sarduy, de la compilación Libro de Arenas. Prosa dispersa 1965-1990, de Reinaldo Arenas, y del Teatro perdido de Virgilio Piñera. A aquellas compilaciones Santí ha sumado tres títulos propios: El peregrino de la bodega oscura y otros ensayos (Editorial Casa Vacía, 2021), El otro tiempo/ The Other Time: Aurelio de la Vega y la música/ Aurelio de la Vega and Music (Aduana Vieja, 2021) y Enduring Cuba: Thirty Essays (Iberoamericana, 2023).

No tengo acceso a los dos últimos, de modo que me limitaré a reproducir la información que proporcionan en sus páginas web las respectivas casas editoras. El otro tiempo/ The Other Time… se anuncia como una extraordinaria colaboración bilingüe de Santí y el Maestro Aurelio de la Vega (La Habana, 1925). El resultado de ese trabajo conjunto se ha plasmado en una colección de ensayos y materiales biográficos que constituyen la mejor y más asequible introducción a la vida y la obra de uno de los más grandes compositores de música clásica hoy vivo.

En cuanto a Enduring Cuba: Thirty Essays, en ese volumen Santí recopiló treinta ensayos sobre literatura y teoría literaria latinoamericanas. El título refleja su permanente interés por la historia, la literatura y la cultura de Cuba, que constituyen el tema de muchos de los textos. Si bien la mayor parte del libro trata de literatura —desde aspectos de figuras canónicas latinoamericanas como Borges, Neruda y Paz, hasta la excepcionalidad caribeña y la pedagogía de los estudios culturales—, en parte de él realiza incursiones en la historia, la política y el arte, incluida la música. De hecho, tal intersección, quizás polémica, constituye el tema común de los ensayos y también los hace oportunos, particularmente hoy en día, cuando la cultura, más que la literatura, el arte o incluso la política, debe prevalecer en favor de la responsabilidad cívica en el trabajo crítico.

Actuar con mente amplia sin renegar de dónde es

En el prólogo a El peregrino de la bodega oscura, Santí apunta que razones muy subjetivas lo han hecho sentirse, “como aquel que dice, «peregrino en mi patria». No solo por ser exiliado hace más de medio siglo —demasiado cubano para ser gringo, demasiado americano para ser cubiche”. También por su nombre italiano y su apellido en aguda, lo cual siempre lo hace sentirse distinto a compatriotas que lo superan en gentilicio. Y agrega: “Y así, me suelo sentir más cómodo con aquellos que, como yo, provienen de una experiencia global, cosmopolita, y en consecuencia actúan con mente amplia sin renegar por ello de dónde son”.

Este último aspecto, la holgura de pensamiento que no por ello desatiende las raíces propias, se halla presente en la selección de textos que integran el libro. Se abre este con “Wilde, Dreyfus, Desastre”, en el cual Santí parte de las obsesiones y visiones apocalípticas para indagar “en ciertos hábitos, tanto de creación como de crítica cultural, que me parecen ingenuamente destructivos pero que por razones que tal vez no logre desentrañar, pocos se atreven a analizar”. Siguen después trabajos sobre Pablo Neruda y Octavio Paz, dos autores cuyas obras Santí ha estudiado profusa y agudamente. A esas páginas se suman las que dedica a autores cubanos como José Martí, José Lezama Lima, Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arena y Antonio Benítez Rojo.

En otra ocasión comenté que Santí pertenece a la estirpe de ensayistas y críticos reflexivos, sagaces y con dos atributos tan imprescindibles como lo son una sólida formación y un destilado de múltiples lecturas. De esas y otras cualidades hay en el libro sobradas muestras que lo corroboran. Una de las que puede servir de ejemplo es “José Martí o la conciencia global”, ensayo en el cual revela un ejemplo de lo que Carlos Ripoll llamó “la falsificación de Martí en Cuba”. Santí escribió ese trabajo a propósito de la salida en la Isla de un par de libros en los que se presenta, o mejor dicho, se pretende hacerlo, a nuestro máximo prócer como un crítico anticipado de la globalización.

Al respecto, Santí hace un análisis detallado de los métodos empleados para hacer que Martí aparezca diciendo lo que no dijo. Y resume su argumentación expresando que “ante la opción de unirse al horizonte histórico en que se vive o quedarse solo, Martí siempre optó por lo primero”. Esto es, “optó por una modernidad universal que garantizara soberanía para la nación, derechos para sus ciudadanos, libertad para el pensamiento”. Y concluye que quienes invocan el nombre de Martí para justificar lo contrario, no solo lo traicionan, sino que “también se ciegan ante una certidumbre histórica que algún día, tal vez pronto, ha de reclamar reivindicación”.

La penetración con que Santí es capaz de leer y desentrañar, se verifica en “Cuchara”. Se trata de un trabajo en el cual aporta un puñado de interpretaciones relacionadas con la niñez y el ambiente familiar de Octavio Paz. Lo hace a partir de tres anécdotas acerca de esa etapa que el autor de La llama doble compartió. El vasto conocimiento que posee sobre la obra y la trayectoria biográfica de Paz permiten a Santí descubrir aspectos significativos que ya asoman en esa temprana edad. Así, en la primera anécdota encuentra que ya despuntan algunos de los que constituirán los temas más importantes del escritor mayor: la mujer como mediadora, el misterio de la identidad, la soledad y la separación. Lejos de limitarse, como adelanta al inicio, “a narrar algunos datos —tal vez solo recordar: algunos son conocidos—“, reconstruye la trayectoria biográfica de Paz en una suerte de relato que es un verdadero despliegue de conocimiento y lucidez.

Lector exhaustivo, penetrante e iluminador

Aunque en el libro objeto de estas líneas abundan los textos estupendos, las cualidades de Santí como crítico se destacan de manera brillante en el extenso ensayo que dedica a la novela de El mundo alucinante, de Reinaldo Arenas. Originalmente fue escrito como prólogo para la edición de esa obra preparada por él que en 2008 publicó Catedra, en su Colección Letras Hispánicas. Es una lectura exhaustiva, penetrante e iluminadora, en la cual hace evidente la complejidad formal y técnica y la riqueza de esa novela.

Una obra que, como él afirma, más que una parodia es “un palimpsesto, un texto en el que se pueden leer, a través de su superficie, diversas capas o estratos de otros textos; huellas de anteriores escrituras que han sido borradas, diluidas, escamoteadas, para producir la única perceptible (…) Un palimpsesto que contiene varias parodias y lecturas en clave, cifradas, que comportan todo un «mundo alucinante»; no solo un objeto alucinado, sino algo que alucina: producealucinación”.

Aparte de los textos propiamente ensayísticos, en su compilación Santí ha incluido otros mucho más breves y de intenciones más modestas. Un par de ellos —“Sobre el canon” y “La vida vulgar (Carta a Jorge Luis Castillo)”— son cartas que dirigió a dos escritores para expresarles sus impresiones sobre sus respectivos libros. “Estoy vivo” fue redactado para presentar una antología de ensayos de varios autores. E “Intruso entre ríos” fue la introducción a sus versiones al español de veinticinco poemas del cubano-americano Ricardo Pau-Llosa. Se reproducen, asimismo, las entrevistas realizadas a Santí por Enrique del Risco (“De Enrico a Enrisco”) y Emilio Ichikawa (“Viene en el siglo”). Se cierra el libro con un texto del cual toma prestado su título. En él, su autor narra cómo conoció a Alvar González-Palacios, cuyas memorias leyó gracias a la sugerencia de un amigo. Tuvo después la ocasión de visitarlo en su casa en Roma; y tras haberlo tratado lo define como “un cruce encarnado de amabilidad criolla y gentilezza italiana”.

Iba a agregar la agradable experiencia que proporciona la lectura de este último trabajo. En realidad, uno de los atributos de Santí como ensayista es que no confunde rigor con pesadez. Sabe aportar reflexiones de calado sin renunciar a la transparencia del discurso y a la amenidad, y se vale de un lenguaje que es ajeno a todo rebuscamiento. Eso no impide que, lejos de ser ejercicios de erudición académica, sus trabajos pongan de manifiesto a un hombre poseedor de una exigente capacidad crítica. Se zambulle en un tema y lo aborda con una mirada profunda, sensible, perspicaz. En sus mejores ensayos, que son unos cuantos, combina el rigor de los datos con la inteligencia de las interpretaciones, que a menudo son originales y fértiles. Todo eso hace que arroje luz sobre cualquier autor u obra a los cuales se acerque.

La publicación de El peregrino de la bodega oscura no hace más que ratificar una trayectoria intelectual cuyo valor resulta imposible impugnar. Se ha materializado en una obra que expande nuestro conocimiento, que nos enriquece, incita y oxigena. En suma, una obra que nos ayuda a entender mejor los textos.