Actualizado: 28/03/2024 20:07
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CON OJOS DE LECTOR

De cómo el ska encontró al mambo

Desde Londres, una banda retoma las tradiciones musicales de Cuba y Jamaica, y a partir de ello inventa el ritmo que pudo haber sido.

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Un cóctel enriquecido con otros ingredientes

La carta de presentación de este proyecto pancaribeño fue Ska Cubano (Casino Sounds, Londres, 2004), un disco compacto compuesto por dieciséis temas. Muchos son revisitaciones de éxitos que fueron populares en décadas anteriores ( Babalú, Yiri Yiri Bon, Bárbaro del Ritmo, Relax and Mambo, Loca Rumba, Con el Chan Chan, Changó, Who's Afraid of the Big BadWolf?). Los restantes fueron compuestos por Natty Bo para integrar el repertorio inicial de la banda. Llevan títulos muy expresivos: Revolutionary Ska, Malanga Ska, Relax and Mambo, Bembé for Changó. Varios son instrumentales, y en todos la cadencia del ska jamaicano sirve de base para recrear sonoridades características del son, el mambo, la rumba y el changüi. Tan bien mezclado e irresistible cóctel brinda al santiaguero Beny Billy una estupenda plataforma de lucimiento, y es en este primer compacto, en particular, donde su voz más recuerda a la de Benny Moré. Es él, por cierto, quien más participación tiene como cantante, pues a Natty Bo sólo se le escucha en Revolutionary Ska y en Malanga Ska.

Aquel primer trabajo estaba repleto de buena música bailable y fue recibido con entusiasmo tanto por el público como por la crítica. En el mismo se incluía un tema, Coqueteando, en el cual la banda ampliaba su marco de referencia al incorporar la cumbia colombiana. Su compositor fue el prolífico e iconoclasta Lucho Bermúdez, a quien también pertenece San Fernando, rebautizado como Ska Cubano. Era el adelanto de algo que el grupo anunciaba en las notas del folleto que acompaña el compacto: "Ska Cubano wasn't the first to experiment with ska/ cumbia fusion —a totally natural musical Irbid— but we have dug about as deep as you can go into the roostocks; our second album will be a lot about cumbia". No quedó sólo en promesa: tal apertura a los ritmos del Caribe continental aparece mucho más desarrollada en varios de los catorce temas que conforman el segundo compacto, ¡Ay Caramba! (Cumbancha, 2006). Con él, Ska Cubano inauguró el sello discográfico de nueva creación que dirige Jacob Edgar, un productor y etnomusicólogo que provenía de Putumayo World Music.

Los propios títulos de muchos de los temas del primer álbum denotan la fuerte presencia que en el mismo tienen la influencia africana, algo que Cuba y Jamaica comparten. Su presencia no es tan importante o, por lo menos, tan explícita en ¡Ay Caramba!, pues como antes apunté aquí el cóctel se ha enriquecido con nuevos ingredientes. La banda además es ahora más numerosa: si en los créditos de Ska Cubano figuraban cinco músicos, en los del segundo compacto la cifra se eleva a doce. Saxofones, piano, percusión y tres son los instrumentos que dominan, pero en algunos temas se han incorporado clarinetes, marímbula, bombo, botijuela, bombardino, flauta. Incluso en Bobine, un antiguo merengue haitiano, se suman los sonidos extraídos de varios instrumentos agrícolas, siguiendo el modo como se interpretaba tradicionalmente.

En la cubierta del compacto, Natty Bo y Beny Billy aparecen vestidos según la moda que imperaba cuatro o cinco décadas atrás. Esa imagen armoniza con la estética retro de la banda. En ese sentido, es obvio que su propuesta tiene mucho de nostalgia, lo cual no le impide que suene novedosa y moderna. Aunque su base rítmica descansa en la tradición caribeña, la libertad e imaginación con que ésta ha sido combinada y reelaborada logra que la música que de ello resulta sea familiar y, a la vez, distinta. Escúchense, por ejemplo, Tabú, Cachita o Marianao, todas canciones muy conocidas. En esencia, uno reconoce las composiciones de Margarita Lecuona, Rafael Hernández y Ramón Argote. Pero interpretadas por Ska Cubano adquieren un ritmo más relajado y un latido de inconfundible cuño jamaicano.

Ese mismo espíritu anima las recreaciones de Soy campesino, Big Bamboo, Istanbul (Not Constantinopla). Por cierto, algunos de esos temas constituyen recuperaciones y hallazgos de Natty Bo. Tal es el caso de Tungarara, una canción infantil selvática del colombiano Isaac Villanueva que es una auténtica joya. En esa lista de rescates se debe incluir también Jezebel, esa oda a la máxima representante de las rameras sadomasoquistas compuesta por Wayne Shanklin. Bo la sometió a "una producción de insistente ska rock con sonoros vientos que podría haber sido hecha por Phil Spector para Ike Turner (bueno, si ambos supieran sobre ska y conocieran a músicos cubanos)". Mas su contribución no se limita sólo a los arreglos. En este compacto se le oye más como cantante ( ¡Ay Caramba!, Jezebel, Big Bamboo) y es además compositor de algunos de los mejores temas: ¡Ay Caramba!, Chispa Tren y Oye Compay Juan, este último compuesto junto con Gisela Navea y Beny Billy.

Sería imperdonable que no me refiriese a la cuidada y primorosa edición que distingue a los dos compactos. La cubierta del primero está diseñada al estilo de la de los discos de los años cuarenta y cincuenta, un tratamiento que también se da a las fotos. Ambos álbumes cuentan además con un folleto que reúne unas sucintas pero muy útiles notas sobre cada uno de los temas incluidos. Son textos que no tienen desperdicio, pues además de la información que proporcionan están redactados con mucho desenfado (los escribió Peter A. Scott). Como botón de muestra, léase éste perteneciente a Oye Compay Juan: "Beny Billy (su nombre en el pasaporte es Juan Manuel Villa) es el Compay Juan de esta canción, un son tradicional que su esposa compuso para recordar los buenos tiempos en Las Yaguas, cerca de Santiago. Natty Bo le dio un tratamiento a lo Ska Cubano: golpeando el tres, bombeando la línea de bajo, haciendo sonar el saxo barítono. Resultado: el primer ska-son heavy metal del mundo, preparado para destrozar los conos de tus parlantes y garantizar un Comportamiento Anti-Social instantáneo".

¡Ay Caramba! ha tenido una magnífica acogida y acumulado elogiosos comentarios. Diego A. Manrique, crítico de música del diario El País, lo seleccionó como uno de los 11 mejores discos del año, y expresó que Ska Cubano posiblemente es "la mejor banda de fiesta que haya en 2006 por España". Su salida permitió al grupo presentarse con notable éxito en varios escenarios europeos, y todo indica que en el 2007 van a estar muy ocupados. De momento, en marzo tiene programadas actuaciones en el Distrito Federal y en el Festival Cumbre Cajín, de Veracruz. Dichosos los mexicanos, que tendrán la oportunidad envidiable de escuchar en vivo a uno de los proyectos de fusión y promiscuidad musicales más atractivos, originales y gozosos que ahora mismo existen.


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