Literatura, Narrativa, Vargas Llosa
De “Los jefes” a “Cinco esquinas”: Vargas Llosa cumple 80 años
Mario Vargas Llosa o la pasión desbordada por la escritura
Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 28 de marzo de 1936) ha ejercido el oficio de escritor durante más de cinco décadas: de su primera publicación, Los Jefes (1959), a su más reciente novela, Cinco esquinas (Alfaguara, 2016), hay un itinerario de 57 años durante los cuales el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1986) ha dado a conocer un volumen de cuentos, un relato (Los Cachorros), 10 obras de teatro, 18 novelas, 2 cuentos infantiles, un libro de memoria (El pez en el agua), 10 manuales de ensayos y 13 ediciones de sus artículos y reportajes. Vaya incansable vocación que lo llevó a ser reconocido, entre otros prestigiados galardones, con el Premio Nobel de Literatura 2010.
Vasta obra, sobre todo narrativa, que puede fraccionarse en los siguientes bloques:
A: Los Jefes (1959), La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966), Los cachorros (1967), Conversación en la catedral (1969) y La guerra del fin del mundo (1981): cuentos y novelas que muestran impulso estilístico trascendental.
B: Pantaleón y las visitadoras (1973), La tíaJulia y el escribidor (1977), Elogio de la madrasta (1988) y Los cuadernos de donRigoberto (1997), Cinco esquinas (2016): humor, parodia, erotismo. Elementos autobiográficos (La tía Julia...) y doble moral del ejército peruano (Pantaleón...).
C: Historia de Mayta (1984), La fiesta del chivo (2000) y El sueño del celta (2010): la historia y la política. El colonialismo en África (El sueño...), examen de la dictadura de Trujillo en Dominicana.
D: Lituma de los Andes (1993) y El héroe discreto (2013): recurrencias de personajes de otras novelas: intertextualidades intrínsecas.
E: Otras novelas y textos de temáticas diversas. ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986): novela marcadamente policial con tintes políticos. El hablador (1987): cosmogonía mítica del Perú en contraposición con la modernidad. El pez en el agua (1993): apuntes autobiográficos: infancia, padre represivo y aspiración presidencial. El paraíso en la otra esquina (2003): Flora Tristán y su nieto, el pintor Paul Gauguin, en la búsqueda de sus sueños, sus utopías individuales. Travesuras de la niña mala (2006): historia de amor que se empalma con algunas exposiciones eróticas que hacen referencias a Elogio... y Los cuadernos...
El Premio Internacional Rómulo Gallegos hace gala de una prosa oblicua de “radical modernidad” (La ciudad...) y explora el acoso del hombre por las circunstancias y el hábitat (La casa...): indagación de la realidad para develar la imperfección del ser humano, la violencia y las tribulaciones del deseo. Tres obsesiones: lo militar, la ciudad y las concordias míticas del Perú. Pero, también un análisis de las paradojas de la historia política latinoamericana y las armazones que definen el modo de vida de sus sociedades. Influencias de las novelas de caballería, Flaubert, Camus y Faulkner en perspectivas múltiples de un narrador que se despliega en singulares empalmes de las voces narrativas, saltos temporales/espaciales y recurrencia de sucesos paralelos.
Narrador de polarizaciones transpuestas en un encadenamiento de límites desafiantes: burdel/convento, selva/ciudad, (en La casa...); reputación/crimen, escuela/cuartel, justicia/represión, rito/crueldad, (en La ciudad...), utopía/realidad (en El paraíso...) interior/apariencias, odio/amor (en Travesuras...); destino/caída, machismo/crucifixión (en Los cachorros...)... Ambigüedades suscritas en lo que el mismo Vargas Llosa define como “manía de ficción realista”.
Ensayos de los cuales se destacan Historia secreta de una novela (1971), en el que devela el proceso de escritura de La casa..., y el espléndido estudio sobre el cosmos de Flaubert y Madame Bovary: La orgía perpetua (1975). Teatro poco divulgado, habrá que destacar La señorita de Tacna (1981) y La Chunga (1986): alabanza a los poderes de la imaginación, y cinco versiones fantasiosas sobre la desaparición de una sensual muchacha, respectivamente.
Vargas Llosa ha manifestado una actitud política de centro derecha, de incondicional diligencia liberal con dura crítica a los regímenes totalitarios, sobre todo a la dictadura cubana, y severos cuestionamientos a los procederes inhumanos de algunas democracias burguesas.
El pasado lunes 28 de marzo en un homenaje íntimo por sus 80 cumpleaños visité uno de los folios de Los cachorros: leí en voz alta ese revoltijo de voces que me impresiona desde hace de más 40 años: “Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces”. Y Zavalita y zambo Ambrosio conversaban entre cervezas tibias y escuche clarito “¿En qué momento se jodió el Perú, Zavalita?”. Y otra vez las barahúnda en La casa Verde y “La Madre Angélica se cubre la boca con un pañuelo, la polvareda crece y se espesa”. Y La ciudad y los perros y “Los rostros se suavizaron en el resplandor vacilante que el globo de luz difundía por el recinto, a través de escasas partículas limpias de vidrio: el peligro había desaparecido para todos, salvo para Porfirio Cava.” Así, en medio de esas cantinelas confirmé mi amor por la literatura desde la adolescencia. Lección de estilo: Flaubert en perenne orgía.
El pasado es presencia. “El punto de partida de mis novelas es la memoria que se convierte en una imagen muy fértil para fantasear algo alrededor de ella”, ha declarado el autor de La Fiesta del chivo. Los cachorros siguen conversando en la catedral entre sabores rancios de aguardiente y cerveza amarga por la destemplanza del resplandor.
Mario Vargas Llosa o la pasión desbordada por la escritura: “Tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible” (líneas finales del discurso en la recepción del Premio Nobel —7 de diciembre de 2010— en la Sala de Oro del Ayuntamiento de Estocolmo).
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