Actualizado: 28/03/2024 20:07
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

Cine, Arte 7

El doloroso viaje al fin de la agonía

Este es un filme cartesiano en el cual la razón aniquila a los sentimientos. No hay lugar para las ilusiones. Es un filme devastador

Comentarios Enviar Imprimir

Hay una secuencia al principio de Amour que demuestra la extraordinaria visión cinematográfica del director Michael Haneke. Es muy simple. En una sala de teatro casi llena, llegan y se acomodan los espectadores antes de que se inicie un concierto. La toma está hecha desde el escenario. Nadie hace ningún movimiento especial, algunos se quitan los abrigos, otros se sientan, otros ya están cómodamente sentados y unos se levantan para dejar pasar a otros. El sonido está grabado aparentemente en directo, solo se oyen susurros ininteligibles, pasos, sonidos de los abrigos y butacas que se bajan. Sin embargo, entre todo aquello, los ojos van directamente a la pareja de Jean-Louis Trintignant y Emmanuele Riva. Ellos están sentados sin moverse. El la mira con un cariño contenido, ella tiene la mirada distraída. Aparte de resumir en unos segundos el espíritu del filme, esto es una imagen sublime. Es cine puro. Es una composición maestra que hace perfecto uso del posicionamiento de los personajes, la iluminación, el uso del espacio y el carisma de los actores.

La película comienza por el final. Desde la primera secuencia sabemos qué pasó, pero lo que no sabemos y es la médula argumental, es cómo pasó. Georges y Anne son dos profesores de música retirados. Son una pareja de octogenarios que al parecer mantienen una rutina agradable para su edad. Viven independientemente, sus recursos financieros son aceptables, utilizan el transporte público y asisten a espectáculos de refinamiento cultural. En su piso están rodeados de un piano, muchos discos (digitales y de vinilo) y libros. Gozan de todas las comodidades que necesitan sin muchas pretensiones. Sus habitaciones tienen cierta pátina del descuido que implica la vejez y sus limitaciones. Tienen una hija, Eva, cincuentona, músico igual que ellos, que vive en Londres, casada con un marido cuyo mayor interés, aparentemente, es el dinero. Eva visita a sus padres esporádicamente. La relación entre ellos es de cordialidad distante, de afectos y reproches reprimidos. Ninguno sabe mucho de lo que hacen los otros. Todo esto lo expone Haneke, con aprovechamiento máximo de los recursos narrativos del cine. Sin fanfarria, con brevedad, diálogos insulsos y un uso perfecto de la imagen y la edición.

Un día, en medio de un desayuno rutinario, Anne sufre lo que parece ser una isquemia cerebral. Es un pequeño accidente que apenas se registra, pero que define el resto de los días, que serán agónicos, de ambos personajes. Al salir del hospital, Anne está cambiada, su parte derecha del cuerpo paralizada, necesita de muchos cuidados. Georges, un hombre que se mueve con trabajo, le da todo el cuidado que necesita. Ambos están conscientes del peso que se les viene encima. Ella no quiere regresar jamás al hospital ni finalizar sus días en un hogar de ancianos. Georges va a cumplir el deseo de Anne. A partir de ahí presenciamos la nueva cotidianidad de la pareja hasta que Anne sufre una segunda isquemia y su situación empeora trágicamente. Georges se ve obligado a contratar enfermeras para la atención diaria que ella requiere hasta que toma su decisión final.

Haneke nos obliga a ser testigos de ese horror cotidiano que cuando se vive como experiencia propia agobia, pero se nos presenta con una naturalidad quizá benévola, que no deja que nos demos plena cuenta de lo que vivimos hasta que la acumulación es mucha. Como testigos, no podemos más que observar con impotencia a este hombre resignado, que trata de ajustarse a una situación que no tiene alternativas viables, que realiza el mayor sacrificio por la persona que ama, dando su amor con gestos repetidos, con una dedicación íntima, sin llamar la atención del prójimo, viviendo un estado afectivo que no se puede comunicar. La realidad nos horroriza como espectadores. El realizador narra esto sin ningún efecto melodramático, sin música que subraye el instante, a veces quizá demasiado clínicamente (puede ser su único defecto), mezclando sueños, alucinaciones y realidad sin alterar el color de la imagen o su grano, sin comillas cinematográficas y manipulando dramáticamente la fuerza expresiva del ritmo del silencio.

Georges no emite una plegaria, ni se permite una solución ilusoria. Acepta su destino sin superchería ni expectativas vanas, sabe que no puede vencer el devenir de la degradación biológica, por eso acude a la única opción que le parece digna y finalmente se deja llevar por un sueño crepuscular, que lo toma de la mano para que llegue al otro extremo de este túnel sin salida con un regocijo contemplativo.

Las actuaciones son superlativas. Como Anne, Emmanuelle Riva (Hiroshima Mon Amour; Leon Morin, Priest; Adua y sus amigas), no puede estar mejor. Sus expresiones cambian en una transición minimalista, sin exageraciones, como solamente una gran actriz de cine puede hacer. Sabe medirse incluso cuando su papel exige cierta exuberancia física, haciéndolo con pasmosa naturalidad, sin promover lástima. Lo mismo puede decirse de Jean-Louis Trintignant (Un hombre y una mujer; La sorpresa; El conformista) en su papel de Georges, ese hombre viejo y débil que calladamente saca fuerzas de donde no hay para asumir su desafío final. Riva está nominada, justamente, para el Oscar a la mejor actriz, lo que es un crimen es que Trintignant no lo haya sido. Viéndolos actuar uno no se imagina qué otros actores hubieran podido hacer estos papeles. Isabelle Huppert está eficiente en su limitado papel como Eva.

Michael Haneke (Munich, 1942) es director de cine y de teatro, ha escrito tanto piezas teatrales como guiones cinematográficos, pero jamás confunde los géneros. Entre sus mejores películas se encuentran Code Unknown, Funny Games, The Piano Teacher, Caché y Benny’s Video. Es también director de la multipremiada The White Ribbon, que a mi particularmente no me gusta. Tiene una película que me parece muy mala, titulada The Time of the Wolf, pero en general, su obra gira sobre la temática del ser humano ordinario enfrentado a una situación extrema que, generalmente, saca lo peor de él. Su aproximación a los temas es inmisericorde, no escatima recursos en presentar la violencia inherente a todos nosotros, sobre todo en medio de la plácida comodidad de la vida de la burguesía media. Su lema pudiera ser que el hombre, cuando es llevado a sus límites, toma medidas extremas para protegerse. El antagonismo y la violencia son cualidades tan humanas como el perdón y la comprensión. La suya, es una poética de la contradicción. Con Amour enfrenta uno de los temas más terribles: cómo responder, en la última etapa de la vida, a la inevitable irrupción de la erosión biológica. Este es un filme cartesiano en el cual la razón aniquila a los sentimientos. No hay lugar para las ilusiones. Es un filme devastador.

La fotografía del iraní Darius Khondji es impecable. Retrata a la perfección la sutileza de los cambios de estados de ánimo sin llamar la atención sobre su oficio. Encuadre e iluminación se conjugan a la perfección. En una película sobre dos maestros de música retirados, el silencio impone su presencia. La única música que se escucha (mayormente Schubert), sucede cuando los protagonistas escuchan una grabación o asisten a un concierto.

Amour está doblemente nominada a los óscares optando tanto al premio a la mejor película como a la mejor película en lengua extranjera. Es casi seguro que gane este último premio. Haneke también está nominado como mejor director y como mejor guionista. Debiera ganar ambos premios, pero lo dudo. Ya ganó la Palma de Oro en Cannes y el Globo de Oro a la mejor película extranjera. Arrasó en los premios europeos y ha ganado todas las nominaciones de las asociaciones de críticos de las ciudades más importantes de Estados Unidos.

Amour (Francia/Austria/Alemania, 2012). Guión y dirección: Michal Haneke. Fotografía: Darius Khondji. Con: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva y Isabelle Huppert. De amplio estreno en Estados Unidos.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.