Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Cine, Arte 7

El juego de Dios

Ex Machina es un filme lleno de intriga, sin concesiones, pero increíblemente entretenido, que lo deja a uno pensando mucho después de salir del cine

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Un thriller psicológico que toca temas trascendentes sobre la relación entre el creador y su creación, el futuro de la inteligencia artificial, la borrosa frontera entre el bien y el mal y la condición humana en general suena a pretencioso y probablemente a otro de esos filmes llenos de respuestas para el alma divertir. Pero no, Ex Machina, el debut como director del guionista británico Alex Garland toca esos temas con aparente desdeño, pero con gran profundidad y sin atreverse a ofrecer soluciones, sino solamente cuestionando lo que creemos saber, es casi una obra maestra, poseedor de una desgarrada ironía y una insólita agudeza en los diálogos.

Caleb es un joven codificador que se gana una especie de concurso cuyo premio es pasarse un fin de semana en el retiro montañoso de Nathan, el dueño de la compañía para la cual trabaja, con objetivo indeterminado. Tras un largo viaje en helicóptero que sobrevuela la aparentemente interminable propiedad de Nathan, lo dejan en medio de un campo porque el piloto le dice que “no se me permite pasar de aquí”. Arrastrando su equipaje por un buen rato llega finalmente a la casa, construida en medio de un paisaje paradisíaco y que parece sacada de un boceto soñado por Frank Lloyd Wright, en perfecta armonía con la naturaleza.

Nathan es un recluso que recibe a Caleb sin mucha fanfarria. Parece un tipo sencillo y sardónico, que todo lo dice con la misma expresión, lo que se conoce como “cara de jugador de póker”. Asequible y a la vez impenetrable. Le explica a Caleb que el propósito de traerlo es para que participe en una versión del Test de Touring, creado por Alan Touring (el hombre que descifró el código nazi y sujeto principal de The Imitation Game), en el cual un juez evalúa, a ciegas, la conversación entre un ser humano y una computadora, si el juez es incapaz de distinguir entre ellos, a partir del lenguaje, entonces la inteligencia artificial ha triunfado. En esta versión será una interacción con un robot con inteligencia artificial, para observar si en un momento dado el humano no se da cuenta de que interactúa con una computadora.

Nathan ha hecho su fortuna al crear una máquina de búsqueda virtual llamada “Blue Book”, en una no muy velada alusión al texto homónimo de Ludwig Wittegnstein, que en 1930 se cuestionaba la capacidad de la máquina de poder pensar y sentir. Entonces Nathan introduce a Caleb a Ava, el robot que ha creado con un elevado nivel de inteligencia artificial y el cual, también más tarde asegura, puede sentir placer sexual. Ava a pesar de tener partes visibles de robot, en el rostro y en el cuerpo, tiene toda la apariencia de una mujer atractiva y de sombrío eroticismo.

Caleb queda maravillado y a partir de aquí se produce un juego de cacería en el cual participan los tres, cuya intriga se enmaraña a cada paso, en la cual también es partícipe colateral una misteriosa criada japonesa, que no habla, y que deviene en un paranoide juego de pequeñas traiciones, situaciones ambiguas y maniobras de múltiples sentidos, en el cual los tres sujetos luchan por el control y la manipulación de la situación y a medida que avanza se confunden los creadores con los creados, los jefes con los subordinados y el experimento científico con la aventura erótica.

Ava, por supuesto, es la personificación robótica de Eva y continúa la tradición bíblica de la mujer como representación no solo de la sexualidad y la seducción, sino más importante, como símbolo de la búsqueda del libre albedrío. Es ese instinto femenino el que nos hace humanos. La mujer es, a su vez, la muestra del fracaso del creador como dominador total, es la obra que escapa a la perfección y rompe la monotonía de la utopía del dictador, ese Dios que quiere controlar su obra. En …Y Dios creó a la mujer, la película que cambió para siempre los roles sexuales de la mujer en el cine, Brigitte Bardot es la huérfana que utiliza la seducción y el contrapunto entre dos hombres para imponer su libertad. Fue la primera verdadera Eva cinematográfica.

Según Einstein, Dios no juega a los dados, o sea, no le gusta el azar, pero el azar existe y surge quizá a partir del libre albedrío. Para Woody Allen Dios es un incompetente a quien la obra le salió mal. En este filme, Garland se remite a estas y a otras tradiciones religiosas en las cuales el cuestionamiento es si Dios es bondad o es maldad. ¿Es acaso nuestro origen el producto de una mente malvada decidida a manipular a sus criaturas? No puede olvidarse la iracundia y ferocidad del Dios del Viejo Testamento, origen del monoteísmo judeo-cristiano, que es un personaje engañoso y manipulador. Así es Nathan en este filme y en eso se van convirtiendo Caleb y Ava, o ¿lo fueron desde el principio? ¿Quién libera a quién?

Otro tema que introduce Garland es el papel de la sexualidad dentro de la utopía, algo que los propios utopistas se niegan a elaborar. ¿Puede coexistir el sexo con el paraíso? Tampoco abandona cuestionarse los límites de la inteligencia artificial. Para Stephen Hawking la creación de la inteligencia artificial es más peligrosa para la raza humana que el peor desastre natural. Si las máquinas pueden sentir y ejercer el libre albedrío, ¿cuál sería la función del hombre?

Al tomar su título del recurso de la tragedia griega Deus Ex machina, en el cual un dios aparece, montado en una especie de grúa que desciende, al final de la tragedia para resolver mágicamente una situación trágica inevitable, y quitar a Dios, o al dios, del título, Garland encarga a la propia máquina la solución final. Pero ¿cómo? Y en el desenlace, imprevisto y muy imaginativo, está la clave de muchas posibilidades, casi onerosas, que abren más preguntas sin dar ninguna respuesta.

Alex Garland (Londres 1970), ha escrito los guiones de The Beach y 28 Days Later, aquí utiliza su experiencia para urdir una trama que además de exponer diálogos inteligentes y cargados de connotaciones culturales, estos se expresan en términos relativamente sencillos y sin poses ni gravedad. Esta película, por su carga temática, pudo ser un total desastre, uno de esos filmes llenos de mensajes e inspiración, repletos de facilismo para consumo masivo, para gente comme il faut, pero Garland nunca deja caer el argumento. Mantiene la discusión sagaz a la par de la trama de intriga. Por una parte un thriller psicológico cuya garra nunca suelta al espectador. Es ameno sin ser condescendiente.

Como director, es increíble como maneja a los actores y crea poderosas imágenes visuales, que pasan de la belleza arquitectónica de Wright a unos pasajes interiores llenos de elevadores, espejos, cristales y puertas que parecen laberintos por los cuales se mueven los personajes mostrando emociones conflictivas. Utiliza la fotografía del veterano Rob Hardy (Broken, Shadow Dancer) con los sets construidos por Michelle Day (Slumdog Millionaire, The Constant Gardner) para ofrecer la visión de un mundo futuro, pero ya entre nosotros, antiséptico, pero infausto, que cambia con las emociones de sus personajes.

Oscar Isaac, el actor de origen cubano-guatemalteco (Inside Llewyn Davis, A Most Violent Year), se perfila como un Al Pacino del siglo XXI. Aborda su papel con facilidad y el dramatismo mínimo pero necesario. Ha sido capaz de representar en Nathan, un personaje indescifrable evitando convertirlo en un maniquí. El irlandés Domhnall Gleeson ha ido creciendo desde Harry Potter, pasando por Calvary y Shadow Dancer, para llegar aquí a interpretar un Caleb que gana vida y enriquece sus emociones a medida que avanza el filme. La sueca Alicia Vikander (A Royal Affair, Anna Karenina), da la nota perfecta como Ava, transformándose sutilmente con el personaje.

El uso del personaje de la criada japonesa, interpretado por Sonoya Mizuno (Venus in Eros) es lo más flojo del filme, quizá para mostrar que Garland, jugando a ser dios, sigue su mismo destino y no puede controlar la totalidad de su obra.

Este es un filme lleno de intriga, sin concesiones, pero increíblemente entretenido, que lo deja a uno pensando mucho después de salir del cine.

Ex Machina (Gran Bretaña, 2015). Guión y Dirección: Alex Garland. Director de Fotografía: Rob Hardy. Con: Oscar Isaac, Domhnall Gleeson, Alicia Vikander y Sonoya Mizuno. De estreno amplio en todas las ciudades americanas.


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