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Alejo Carpentier, ABC, Literatura cubana

El premio a González Echevarría

Sobre un libro del destacado académico Roberto González Echevarría que acaba de ser premiado en Cuba y el discutido pasado político del novelista Alejo Carpentier

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El Ministerio de Cultura (MINCULT) entregará sus Premios de la Crítica (2013) el 21 de octubre próximo en el Centro Cultural Dulce María Loynaz. Entre los siete libros premiados aparece uno (Lecturas y relecturas. Estudios sobre literatura y cultura, Editorial Capiro, 2013) de Roberto González Echevarría, Profesor Sterling de Literatura Española y Comparativa en la Universidad de Yale y acreedor de la Medalla Nacional de Humanidades (2011).

Habría que leer los aparatos de medición de fuerzas del campo intelectual para determinar cómo una editorial de provincia publicó ese libro y el MINCULT decidió premiarlo, a pesar de que González Echevarría se había explayado contra Graziela Pogolotti y las prácticas de silencio “en la Cuba de Castro” al reseñar para Letras Libresen enero de 2012— una compilación de cartas de Carpentier a su madre (Cartas a Toutouche, Instituto Cubano del Libro, 2010).

Mito y archivo

Según el propio González Echevarría, otro libro suyo (Alejo Carpentier: The Pilgrim at Home, Cornell University Press, 1977) “fue ampliamente reseñado en varias lenguas y entró a formar parte importante de los estudios carpenterianos”. Sobre esta base, González Echevarría impartió una de las lecciones más valiosas para la intelectualidad cubiche: destruyó el mito del sabelotodo en determinada área de especialización. No se puede saber todo ni siquiera sobre algo tan ceñido como la vida y obra de un escritor.

González Echevarría afirmó en la precitada reseña que “el descubrimiento más sorpresivo y revelador” de aquella compilación era la carta en que Carpentier confesaba a Toutouche: “Yo era, desde hace dos años, el jefe de propaganda del ABC en París”. Al respecto, González Echevarría precisó: “Carpentier, que yo sepa, nunca manifestó pública ni privadamente su militancia en el ABC”.

En archivo consta que, al publicar el artículo “Homenaje a nuestros amigos de París” (Carteles, 24 de diciembre de 1933, página 14), Carpentier manifestó a La Habana entera que no era su deseo “consignar aquí aquellas actividades antimachadistas desarrolladas por mí o por mis amigos (¡y, como jefe de propaganda de la célula del ABC en París, algo podría contar!), sino rendir homenaje a aquellos hombres sinceros, sin vínculos de nacionalidad con nosotros, [que nos ayudaron] a denunciar los asesinatos [del dictador Gerardo Machado]”.

González Echevarría abundó en que “descubrir ahora que Carpentier fue militante del ABC (…) permite aclarar no pocas incógnitas, (…) especialmente la hostilidad contra él que siempre manifestó Juan Marinello, viejo comunista, que escribió reseñas negativas de ¡Ecué-Yamba-Ó! y El acoso…” González Echevarría explicó que el ABC era “anti-machadista, pero de derecha, [y] estuvo a favor de pactar con Sumner Welles”, para concluir con que “fue estigmatizado por el régimen de Fidel Castro”.

Este mito del descubrimiento revelaría también “la conspiración de silencio que ha habido en la Cuba de Castro sobre el pasado político de Carpentier [como] secreto colectivo impuesto por motivos partidistas”. Puesto que Graziela Pogolotti había pasado “como gato sobre ascuas en lo referente a la militancia de Carpentier” al escribir la introducción y notas a Cartas a Toutouche, González Echevarría tachó a Pogolotti, Premio Nacional de Literatura (2005), de perpetuar “la conspiración de silencio que ha habido en la Cuba de Castro sobre el pasado político de Carpentier [como] secreto colectivo impuesto por motivos partidistas”.

Solo que consta en archivo que Carpentier no fue miembro del ABC referido por González Echevarría, sino militante fugaz y parisino del ABC Radical, tan de izquierda que se opuso a la mediación de Sumner Welles y fue incluido por Castro entre las claves ideológicas del Manifiesto del Moncada (1953).

Así mismo consta en archivo que mucho antes de aparecer la reseña de González Echevarría en Letras Libres, aquel artículo de Carpentier en Carteles se reprodujo en La Jiribilla (No. 453, enero 9-15, 2010) junto con otros de elogio al ABC Radical.

Carpentier se largó de Cuba tras ser fichado como comunista, el 9 de julio de 1927, por adscribirse al Manifiesto no. I del sindicato de trabajadores intelectuales i artistas de Cuba (sic). Al enterarse de la caída de Machado dejó a su amigo comunista Rafael Alberti el manuscrito Retrato de un dictador, que vio la luz en la revista madrileña Octubre y cierra con esta reflexión sobre la historia de Cuba: “Si esta puede tener algún día trascendencia universal, será para demostrar una vez más, que sólo el proletariado tiene, en su propia mano, el arma de las revoluciones. Que tiene los medios de librarse por sí mismo. Y que todo movimiento que no emane del proletariado, no responderá nunca a los anhelos profundos de justicia”.

Con abecedarios así, el comunista Marinello —que concedió espacio a Carpentier en la revista izquierdosa Mediodía— no tenía por qué empollar animosidades por fricción partidista con Carpentier ni clavarlas disfrazadas de crítica literaria.

Coda

Este déficit de lectura no rebaja para nada la talla intelectual de González Echevarría, pero incitan a la relectura de por qué Carpentier soltó que la política era “el único tema que no pide ningún esfuerzo mental”. Y aunque el rigor intelectual no depende de a qué bandería del problema cubano se pertenezca, el primer libro de González Echevarría que se publica en Cuba y enseguida es premiado por el MINCULT concitará la relectura del autor como colaborador y asesor de la revista Areíto, miembro del Comité Cubano-Americano Pro Normalización de Relaciones con Cuba, así como de su testimonio en otro libro escrito por exiliados y publicado en Cuba (Contra viento y marea, La Habana: Casa Las Américas, 1978) y su participación en el diálogo de exiliados con Castro (The Miami Herald, septiembre 12 de 1978).


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