Actualizado: 22/04/2024 20:20
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El puente de plata

Emigración de artistas e intelectuales: ¿Un problema generacional?

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La relación entre 'quedados y no quedados' no puede valorarse —como sugiere X Alfonso— por un simple algoritmo generacional, sino que ha estado sujeta a los vaivenes políticos de La Habana. Al principio de los tiempos, las giras estaban reservadas a los más confiables. Salían de la Isla la Orquesta Aragón, Pacho Alonso, Los Papines… Una oportunidad para romper ataduras no se desperdiciaba.

Tras la crisis de los años noventa (hay un período intermedio de altas y bajas entre los setenta y los ochenta), las autoridades cubanas tendieron un puente de plata para artistas e intelectuales, de la mano del ministro de Cultura y de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba). Dicha plataforma migratoria tenía dos finalidades: propiciar una válvula de escape ante la presión social y fomentar una nueva diáspora controlada. Una emigración chantajeada por la imposición de un voto de silencio sobre los temas internos, so pena de ser 'sancionados' con el no-retorno.

Caro privilegio

De aquellos polvos, estos lodos. Desde hace aproximadamente 15 años está de moda pasar ficha ante los problemas políticos de la Isla para alcanzar ventajas pírricas. Así encontramos a un Jorge Perugorría que realiza malabares ante la prensa para medir cualquier palabra que pudiera ofender al establishment.

Vivir fuera de Cuba y tener derecho a regresar en cualquier momento es un privilegio que La Habana vende caro. Muchos artistas e intelectuales que gozan de este favor son excelentes personas que han preferido excluirse del debate intelectual (a esto pudiera llamársele, si cabe, doble exilio) para preservar el estatus migratorio.

Estos, a fuerza de hallar su mal menor, han optado por un voto de silencio total: ni alaban al régimen ni lo critican. Es decir, pasan olímpicamente de la política para no sentirse obligados a tomar partido. Se puede no coincidir con ellos en ese ejercicio de abstracción y desmemoria, quizás impropio en un intelectual, pero es de agradecer un mínimo de coherencia en este marasmo de oportunismo inducido.

Otros, como los integrantes de Orishas, bailan al compás de la música que tocan en Palacio: un día dicen que en Cuba se censura y al otro afirman que admiran a Castro. Es evidente que el puente de plata ha funcionado.

El exilio rosa desplaza al político. No porque sean generaciones distintas, como insiste Alfonso, sino por el sentido pragmático con que el gobierno y los artistas han asumido parcialmente el "problema del sitio donde se vive y se trabaja". De paso, participan de un lobby de estrellas del cine, la música, la literatura y la plástica —radicadas en Europa—, que insisten en la terrenalidad del paraíso cubano y pagan tranquilamente su impuesto revolucionario. Rara forma de masoquismo.


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