Actualizado: 25/04/2024 19:17
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CON OJOS DE LECTOR

El rey miamense del hip-hop

El rapero de origen cubano Pitbull ha logrado triunfar en los Estados Unidos en un género dominado por los afroamericanos.

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Pero vuelvo a Pitbull, pues es a él a quien están dedicadas estas páginas. Tras el espaldarazo que representó su participación en Kings of Crunk, el siguiente paso que se imponía era grabar su primer disco. Las credenciales acumuladas por él se lo facilitaron, y el 24 de agosto del 2004 salió en Estados Unidos M.I.A.M.I., producido por The Diaz Brothers, Lil Jon, Bryan Leach y el propio rapero. Lo integran quince temas, más uno adicional, el Miami remix de su primer éxito, cuyo título, ¿hace falta que lo diga?, era Culo. El del compacto, por cierto, remite a la ciudad natal de Pitbull, pero en realidad se trata de las siglas de Money Is A Major Issue (El dinero es una cuestión importante). A excepción de Culo y Toma, cuyas letras se alternan el español y el inglés, Pitbull interpreta todas las canciones en el segundo idioma, una de las razones por las cuales ha logrado introducirse en el mercado de habla inglesa. Su dominio del mismo es además perfecto, y cuando lo emplea nada delata su origen hispano.

En el 2005 Pitbull editó su segundo disco, Money Is Still A Major Issue. En él recoge los remixes oficiales de varios de los temas del anterior, y también cuatro canciones inéditas. El cedé viene acompañado de un DVD con los videoclips de Culo, Dammit Man y Toma, además de cuarenta y cinco minutos de actuaciones en vivo y entrevistas. Asimismo Pitbull prepara ya su tercer trabajo discográfico. Su salida está programada para este año y el rapero ha adelantado el título bajo el cual aparecerá: El Mariel.

El hip-hop es un fenómeno musical y cultural que posee numerosas facetas. El que hace Pitbull pertenece a una corriente o tendencia llamada crunk (el término está formado por la unión de crazy, loco, y drunk, tomar). Tuvo su origen en el sur de Estados Unidos, concretamente en Atlanta, y su exponente más reconocido es el ya citado Lil Jon. Es menos hablado y mucho más energético y fuerte que el hip-hop clásico, y algunos lo han definido como el heavy metal del rap. Dentro de éste, no faltan los que critican al crunk su falta de contenido lírico, y también el repetir, en esencia, el mismo ritmo. Hay que tomar en cuenta, no obstante, que eso responde a que está concebido para ser bailado, algo para lo cual es muy apropiado. Que puede ser una fórmula muy eficaz lo ilustra el Yeah! de Usher, la canción más exitosa del 2004.

Las características mencionadas antes se aplican muy bien al hip-hop de Pitbull. Temas como Mil amores, Rah Rah, Shake, Everybody get up y Turning me on son energía pura, y quien los escuche en una discoteca sin dejarse arrastrar al baile por su ritmo frenético e infeccioso, sencillamente no tiene sangre en el cuerpo. Asimismo en manos de Pitbull, el hedonismo del crunk es pasado por un embudo que lo destila y le adiciona una sonoridad caribeña que le inyecta un irresistible tono de jolgorio y alegría. En sus actuaciones en directo Pitbull demuestra su habilidad para desarrollar las rimas aceleradas del rap. Derrocha además una poderosa fuerza que engancha al auditorio y lo lleva a la psicodelia y el delirio (en el argot del hip-hop existe un término, flow, que se refiere a la capacidad de estos artistas para conectar con el público). El aspecto más criticable de sus canciones es la vulgaridad de muchas de las letras. Al empleo de expresiones pertenecientes al habla popular urbana nada hay que objetar, pero sí, en cambio, al regodeo en el mal gusto, el sexismo y la grosería gratuita.

Un rasgo distintivo de los dos compactos es la nutrida presencia de invitados. La lista es extensa e incluye, entre otros, a Pretty Richy, Master Joe, Lil Flip, Cubo, Picallo, Trick Daddy, Oobie y Ivy Queen, la máxima figura femenina del reggaetón puertorriqueño. Un nombre que aparece en varias ocasiones es el de Lil Jon. Es una auténtica gozada escucharlo cantar junto con Pitbull en el creole de Atlanta y la Pequeña Habana y hacer una verdadera fiesta cacofónica de acentos sureños.

A pesar de ser la revolución sonora más influyente de la última década, el hip-hop no es aceptado por muchos. Por eso siempre que me refiero a algún representante de este tipo de música, advierto que no es un plato para todos los paladares. Lejos de ser excepción, el hip-hop que hace Pitbull reivindica su esencia como expresión callejera, anticonvencional y transgresora. De modo que quienes sean amantes de la corrección, el buen gusto y la elegancia, lo mejor es que se no se acerquen a los predios del explosivo rapero miamense.


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