Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Eliades Ochoa, el bolerista de Alto Songo

Este dietario múltiple de atajos confluentes, que revalidan las enjundias del guitarrista sonero varias veces nominado para el Premio Grammy

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Alto Songo: uno de los espacios de más tradición sonera de la Isla. Municipio localizado en el centro de Oriente, limita por el este con Sagua de Tánamo y Guantánamo; al sur con El Caney y Santiago, al oeste con San Luis y al norte con Mayarí. La Maya (lugar de cultivo de café y cacao), barriada famosa de Alto Songo por el incendio que se produjo en abril de 1909. Dicen que fue una tragedia. Las voraces llamas consumieron parte considerable de la aldeana arquitectura local. Recuerdo que mi abuelita guantanamera exclamaba, cada vez que prendía el fogón de carbón vegetal de la casa: Alabao sea con Dios, La Malla en llama, ¡cuidadomuchachos!, apártense. A raíz del aciago suceso, el mejor pianista del son cubano, el guantanamero, Lilí Martínez Griñán (1915–1990) —miembro del conjunto de Arsenio Rodríguez—, compuso un son que ha recorrido el mundo: “Alto Songo, se quema La Maya” (“Alto Songo, se quema La Malla / ¡Que venga la bomba / la bomba de El Cerro! / ¡Oigan, miren, caballeros, / hay que llamar los bomberos! / Alto Songo, se quema La Malla…”).

Eliades Ochoa Bustamante (1946) llegó al mundo bajo la cadencia de los sones, boleros y guarachas de ese territorio emblemático de la cultura musical cubana. “Desde niño vengo escuchando el clamor de las guitarras y el tres. Santiago estaba cerquita, muy joven me montaba en la primera guagua y me iba con mi guitarra a tocar con los trovadores del parque Céspedes”, declaró en una ocasión el cabecilla del Cuarteto Patria.

Nominado al Grammy (2012) por Afrocubismo —Mejor Álbum de World Music—, inicia carrera en 1963 en la emisora CMKC de Santiago de Cuba en el programa de corte campesino: “Trinchera Agraria”. En 1978, sustituye a Francisco Cobas la O en la dirección del Cuarteto Patria, agrupación en la que colabora Francisco Repilado (Compay Segundo), con quien establece una cordial mancuerna de afectos musicales que tiene su fase culminante en la interpretación de “Chan Chan” en Buena Vista Social Club —Grammy Mejor Álbum Tropical, 1997—, y en el histórico concierto, tras el triunfo internacional de los veteranos ejecutantes, en el Carnegie Hall en julio de 1998.

Guitarrista de pulso guajiro/sonero y facundia guarachera, ha grabado varios LP, al frente del Cuarteto Patria: A una coqueta (Corason, México, 1993), ¡Se soltó un león! (Corason, México, 1995), Sublime Ilusión (Virgin Records, EMI, España, 1999) —nominado para Grammy—, Llegó el Cuarteto Patria (EGREM, Cuba, 2000), Tributo al Cuarteto Patria (EGREM, 2001) y Estoy como nunca (Virgin Records, España, 2002), entre otros, que se han ganado el elogio de los adictos al son oriental de monte adentro y de los especialistas más exigentes. Dos producciones: CubÁfrica (Celluloid, Francia, 1998) —con el saxofonista de Camerún Manu Dibango— y Continental Drifter (Virgin Records, 1999) —custodiado del solista de armónica y cantante de blues, Charles Musselwhite—, confirman las inquietudes del montunero del barrio Loma de la Avispa (Alto Songo) por ligar las euritmias del son montuno, la guajira, la guaracha y el bolero con el jazz y el blues del delta del Mississippi, incursiones muy celebradas por relatores especializados en World Music: la armónica del norteamericano en abierto convite con las concordias del bolero-son oriental cubano; el sax del africano en improvisaciones superpuestas a los bordones del montuno, sencillamente, irrepetibles (“Cerezo rosa”, “El Yerbero”, “El Manisero”, “El paralítico”…). “Encuentro con mis raíces, hay mucho de africano en el son cubano; improvisé con el sax siguiendo las correspondencias que fijaba Eliades con el Cuarteto”, ha manifestado el jazzista africano. En los trabajos de Eliades Ochoa se respira una constante impronta experimental, música tradicional cubana abierta a todas las posibilidades armónicas /rítmicas: aires flamencos, estampas mexicanas, apuntes caribeños, “funk guajiro”, complementos songueros y reverberaciones changüiseras.

Aparece Un bolero para ti (EGREM, 2012), giro en la carrera del responsable del éxito del zapateo/punto/son jarocho “El chicharrón es pellejo” (Miguel Semanat) al grabar un CD dedicado completamente al bolero. Quince composiciones que hacen un recorrido por Cuba (Luis Marquetti, Arsenio Rodríguez, Eliades Ochoa, Otilio Portal), Puerto Rico (Rafael Hernández), México (Consuelo Velázquez, Luis Alcaraz, Güicho Cisneros), España (Gregorio García Segura) y Argentina (Roberto Grela/Francisco Gorrindo, Agustín Magaldi, Pedro Noda). Atmósfera de bolero moruno (giros melódicos de música andaluza y proporcionado balanceo rítmico tomado del flamenco) que se distingue en las concordias orquestales: franco escrutinio por la época de la victrola cubana (consúltese el fonograma Ídolos de la victrola cubana, EGREM, 2001). Producción con temas emblemáticos del tango argentino (“Las cuarenta”, Roberto Grela), vals rioplatense (“Mis delirios”, Agustín Magaldi), bolero ranchero (“Negrura”, Güicho Cisneros), asentimientos del bolero antillano (“Desvelo de amor”, “Dónde tú iras”, Rafael Hernández; “La vida es un sueño”, Arsenio Rodríguez) o balada ibérica (“Envidia”, Gregorio García Segura).

El emblema de Rolando Laserie, “Las cuarenta”, es vocalizado por Ochoa en habla que conserva la propuesta moruna del arreglo que impuso el guapo de la canción —oriundo de Santa Clara (1923) y fallecido en Coral Gables (1998)— en los años 50: desafío que asume el guajiro de Alto Songo con expediente airoso: la composición argentina siempre será identificada con el fundador — baterista— de la Banda Gigante de Benny Moré, el excepcional —promotor también de ese éxito de los 50 que fue “Mentiras tuyas” (Mario Fernández Porta) con la Orquesta de Ernesto Duarte—, el guapachoso Laserie. Sucede lo mismo con “Envidia”, balada-bolero que Vicentico Valdés inscribe en los 60 inmortalizándola; sin embargo, se percibe revivida en la transcripción que hace aquí el jocoso guarachero de “Se soltó el león”, con ciertas delineaciones jazzísticas y memorable solo del sax en el empalme intermedio. (Consúltese el CD Sublime ilusión: tropezarán con una mudanza de “Volver” —Gardel/Le Pera— al bolero moruno que cobra resonancia en las recurrentes modulaciones de esta nueva producción).

Lástima la ausencia de créditos precisos en la cartilla del álbum: sólo se informa que los arreglos corresponden a Geovanis Alcántara —pianista y codirector de la agrupación bailable santiaguera: Son 14—, nada se notifica de la nómina de los músicos integrantes de la Big Band adjunta de acústica muy contigua a la Riverside de los 60 con añadido de requinto y sección de cuerdas. (Adjudicamos al líder vocal del Cuarteto Patria la dirección musical y producción de Un bolero para ti).

El clásico mexicano “Quinto Patio” (Luis Alcaraz) es trasladado a las avenencias de la bachata dominicana con imaginativa configuración armónica/rítmica, el bolero ranchero “Negrura” se abriga con variaciones de chachachá con original ajuste orquestal. Dos números del Jibarito: “Desvelo de amor” —armonizado con refulgencia tímbrica de trío, pujantes pulsaciones de requinto y atinada participación vocal del Cuarteto Patria: guiño a Los Pancho— y “Dónde tú iras” en satisfecha manifestación de bolero moruno, suscriben los mejores momentos del disco.

“Entre espumas”, rubricado por uno de los mayores boleristas cubanos de todos los tiempos, Luis Marquetti —autor de filigranas como “Amor qué malo eres” (¿recuerdan a Elena Burke?), “Plazos traicioneros” (Vicentico Valdés la impuso en los 50), “Desastre”, Deuda”…—, se renueva con halos de lenitivo y nostálgico soflama en tiempo de bolero-cha-flamenco desde sugestivo contrapunteo de cuerdas y requinto.

Eliades Ochoa presenta cuatro boleros de su inspiración: “Un fantasma para ti”, “Su aliento me hace falta”, “No sigas mintiendo” —consumada deferencia a los máximos exponentes del bolero moruno: Orlando Contrera, Orlando Vallejo, José Tejedor, Ñico Membiela, Lino Borges, Orestes Macías, Fernando Álvarez, Domingo Lugo, Celio González, Roberto Ledesma, Panchito Risset, Roberto Sánchez…: los incitantes matices melódicos exhibidos obligan a desempolvar los directorios de esas figuras de la victrola y escuchar de nuevo “Mi corazonada”, “Que murmuren”, “En las tinieblas”, “Egoísmo”, “Vida consentida”, “Angustia”, “El cuartico”, “Total”, “Boda negra”, “De cigarro en cigarro” o “Alma con alma”— y “Un bolero para ti”: prosapia de trova santiaguera con pespuntes de Corona y Garay en afinidades con Panchito Risset, Machín y Roberto Faz.

Punto y aparte merece la vocalización de “La vida es un sueño”: el rango de contralto y la altura aguardentosa en los balances de la tesitura de Ochoa consiguen resonancias en el fraseo irrepetible: vigor consonante en los acentos y eficaces sustentos de las notas en los complejos pasajes de un bolero que muchos vocalistas han errado su dicción. Si hasta ahora decíamos que el dúo Benny Moré/Pedro Vargas asumía de manera ejemplar y señera, la ineludible obra maestra del tresero cubano: después de dar oídos a la actitud vocal ostentadas por el jabao del son montuno, los criterios pueden equilibrarse a favor de esta revivida oferta.

Vuelta y revisitación a las trazas de los elementos cardinales del bolero moruno, aprovechamiento de la cadencia de la bachata dominicana, repaso a las armonizaciones de los maestros de los 50 (Julio Gutiérrez, Ernesto Duarte, Bebo Valdés, Casino de la Playa...). “Estoy como nunca / estoy acabando / de nuevo empezando / mi vida otra vez // Fíjese bien el porte que tengo/ y con el gran avance / que vengo / echando siempre alante / que eso es importante/ ya usted lo ve”, proclama Eliades Ochoa en la sabrosona guaracha-changüí-songo-funk, “Estoy como nunca” (Raymat González): Un bolero para ti confirma la apremiante presencia y procesión de Ochoa en las veredas del bolero latino. Los nuevos itinerarios interpretativos expresados, y el dietario múltiple de atajos confluentes, revalidan las enjundias del guitarrista sonero varias veces nominado para el Premio Grammy. Vaya manera de bolerear empalmada a compendios guajiros y coloraciones morunas remozadas. Boleros para todos: ablución melancólica e íntima que mucha falta le hacía a la actual música popular cubana.


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