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Caturla, Música, Música cubana

En el 82 aniversario (12 de noviembre) de la muerte de Alejandro García Caturla

Notas al margen sobre el libro Alejandro García Caturla, de María Antonieta Henríquez, 1998. Biografía. Ediciones UNIÓN, La Habana. 276 págs

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He disfrutado enormemente la lectura de este libro no solo por la importancia del biografiado, sino porque se mencionan personas y lugares que forman parte de los primeros recuerdos de mi niñez en la ciudad de Remedios. Por ejemplo, Alejandro fue asesinado a pocos pasos de la barbería de Heriberto, mi primer barbero. Y el médico que realizó la autopsia, Juan Martínez Páez, era hermano de Julio, quien fuera años después comandante y ministro de Salubridad del primer gabinete castrista, ambos médicos muy allegados a mi familia

Esta primera biografía ilustrada y documentada de García Caturla publicada en Cuba contiene abundantes referencias, múltiples testimonios, cartas, fotos, artículos periodísticos, notas, reseñas y una extensa bibliografía; todo lo cual constituye una valiosa fuente de consulta no solo referente a la música, sino también a la actividad cultural, política y social de las primeras cuatro décadas del siglo pasado. Cúmulo de información que revela la exhaustiva labor investigativa de su autora.

Solo es de lamentar que muchas veces se cita el día y el mes de los acontecimientos relatados sin especificar el año, y hay que suponerlo o averiguarlo volviendo atrás en el texto, lo cual interrumpe la lectura y no siempre resuelve la incógnita.

En Sabores que perduran, publicado en mi libro Verycuetos II, conté mi relación con la familia del compositor, cuya casa visitaba con frecuencia durante mi infancia, años después de la muerte de Alejandro.

Ahora, solo mencionaré algunos apuntes que anoté durante la lectura de esta excelente biografía.

Alejandro García Caturla nace el 7 de marzo de 1906 en Remedios, hijo de Diana Caturla García y Silvino García Balmaseda.

Alejandro estudió Derecho en la Universidad de La Habana y ejerció como abogado y juez en varias ciudades de la Isla. En Palma Soriano salió ileso de un intento de asesinato, motivado por su probidad y firmeza en la aplicación de las leyes.

Desde niño se interesó por la música, especialmente por los ritmos afrocubanos. Se escapaba de la casa para presenciar bembés y fiestas de negros en las afueras del pueblo. En 1920, con apenas 14 años, asiste en La Habana a la temporada de ópera presentada por Adolfo Bracale: La Traviata, La favorita, Rigoletto, Un baile de máscaras, interpretadas por los cantantes más famosos de la época: Enrico Caruso, María Barrientos y Gabriela Besanzoni.

A los 15 o 16 años, Alejandro conoce en su natal Remedios a Manuela Rodríguez Ariosa, niñera de su primo Edgardo. Posteriormente, Manuela trabajó de sirvienta en casa de los padres del compositor. Era una mujer negra, alta y delgada. Con ella tendría 8 hijos, y con Catalina, la hermana de Manuela, tres. Manuela murió en 1938. Catalina sobrevivió al compositor varias décadas.

García Caturla era alto, bien parecido, de ojos azules y pelo castaño oscuro, complexión fuerte y atlética; pesaba 165 libras. Según la propia Catalina (Catana, la llamaba Alejandro) el contraste era tan grande que… a mí no me gustaba salir con él porque era una exhibición; en aquella época el negro con el blanco era una exhibición; dondequiera que uno pasaba la gente miraba… y a mí no me gusta la exhibición.

En 1928 Alejandro viaja a París. Se hospeda en el mismo hotel donde viven Alejo Carpentier y Eduardo Abela. Los cubanos se bañan todos los días, lo cual asombra y molesta a la gerencia. Estudia composición con la afamada Nadia Boulanger. Apenas conoce la ciudad, pues se pasa el tiempo estudiando en su habitación. Una vez va al Folies Bergère, pero no actúa ese día Josephine Baker.

Asiste también a una función de los Ballets Rusos de Diaghiliev.

De regreso en Cuba, participa como jurado, junto con Eduardo Sánchez de Fuentes (1874-1944) y otros compositores, en un certamen de música.

En 1938 gana un premio de $500,00 en un concurso de composición, en el que también resulta premiado Sánchez de Fuentes. Y a pesar de que en 1929 viajaron a Europa en el mismo barco y de que tuvieron cortés intercambio epistolar, García Caturla se refería con desdén a la música del autor de las canciones y Corazón y la cantata Anacaona. Y en una carta, empleó despectivamente el termino sanchezfuentismos.

El 12 de noviembre de 1940, alrededor de las 2 de la tarde, un malhechor, José Argacha Betancourt, guardia de la cárcel de Remedios, a quien se le iniciaba proceso judicial por proxenetismo, mató a tiros a García Caturla. Al año siguiente, el asesino fue condenado a la pena máxima de 30 años de prisión.

Al morir, el insigne músico remediano dejó más de medio centenar de composiciones, la mayoría inspirada en temas afrocubanos, entre las más conocidas: Pastoral Lullaby o Berceuse campesina, y Manita en el suelo, ópera en un acto, con libreto de Alejo Carpentier. Su música, vanguardista y poco melódica, no tuvo la aceptación que él hubiera deseado. El 2 de marzo de 1930, Nena Benítez, crítico de música del Diario de la Marina, escribió: «Si Napoleón, en su época, llamaba la música “ruido insoportable”, qué no diría si viviera en este siglo de politonalidades».

María Antonieta Henríquez (1927-2007) fue investigadora y profesora de música en diferentes conservatorios e instituciones musicales. Ejerció la crítica musical y la labor metodológica en distintas publicaciones nacionales y extranjeras.


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