Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Cine, Arte 7

Entre la promesa y el olvido

Natalie Portman ha realizado una película que es un melodrama indeciso, más convencional de lo que se proponía y sin atractivo comercial ni gran valor artístico

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He repetido hasta el cansancio anteriormente, lo difícil que es llevar al cine una buena obra literaria. Por lo general me refiero a obras de narrativa. Requiere experiencia y mucha imaginación trasladar el espíritu, si no la letra, del texto literario a la imagen cinematográfica. Mientras mejor el libro, más difícil resulta, pues por lo general, la literatura descansa en la fuerza de las palabras y no en el montaje argumental.

Natalie Portman decidió debutar como directora y guionista de largometraje, basándose en las memorias del escritor israelí Amos Oz. Es una tarea de ambición desmedida y por supuesto, el paño le quedó grande. No es nada bueno que al finalizar de ver un filme recordemos primeramente sus cualidades literarias.

A Tale of Love and Darkness, tanto el libro como el filme, tratan sobre un periodo formativo muy importante en la infancia de Oz, entre 1945 y 1951, o sea, comienza durante el mandato británico de Palestina y termina poco después de la creación del Estado de Israel, sucesos y contextos que están con presencia obvia en el filme. La trama se centra principalmente en la relación de Oz con la figura de su madre.

Fania Mussman, la madre de Oz, nació en Rivna, entonces ubicada en Polonia y hoy en Ucrania, por esas cosas de los caprichos políticos que alteran la geografía de los países invadidos por regímenes totalitarios. Creció como una muchacha judía de familia adinerada y estudió historia y filosofía en la Universidad Carolina de Praga hasta que su padre perdió sus negocios durante la gran depresión. Tenía muchos sueños y añoraba vivir en una Tierra Prometida que en sus sueños la representaba siempre un joven atractivo y fornido, con tanta fuerza física como intelectual.

Fania se casó con Arieh Klausner y emigraron a Palestina. Klausner provenía de una familia más pobre pero muy involucrada en el mundo académico y político. Muchos de ellos eran sionistas de derecha. Klausner tenía aspiraciones de subir en el mundo académico, pero quedó como bibliotecario de la Biblioteca Judía Nacional y Universitaria.

Para Fania el amor es luz, la promesa de un futuro utópico y la oscuridad es la ausencia de la memoria, el olvido del pasado cultural de cada uno. Tenía, según nos dice el filme, complejo de culpa porque poco después de su partida, miles de judíos fueron aniquilados en su pueblo. Al enfrentar la realidad de la construcción del Estado de Israel, se debatió ente la luz de las promesas y el olvido de las mismas, no pudo lidiar con ello y se envolvió en el delirio. El filme es como un testimonio de su descenso a la locura a través de los ojos de su hijo.

La cinta transcurre en Jerusalén y aparte de las relaciones familiares trata de expresar la tenue amistad que existía entonces entre judíos y árabes, principalmente los árabes ricos y afrancesados. Se muestran también momentos significativos en el desarrollo del Estado de Israel que tuvieron influencia en el joven Oz, a quien sus políglotas padres solamente le permitieron aprender hebreo durante su infancia.

Portman, nacida en Jerusalén en 1981, hija de un médico israelita y de una artista plástica americana, pasó parte de su infancia en Cincinnati, con su abuela materna, y luego en Nueva York. En Cincinnati, vivió en Amberley Village, un residencial habitado mayormente por judíos muy adinerados. Una zona llena de sinagogas y centros culturales judíos de tendencia reformista, a los cuales asiste la élite judía de la ciudad. Portman está en busca de sus raíces israelitas y dada su extracción social, se identifica con el personaje de Fania, el cual encarna en una excelente y emocional interpretación.

Como actriz ha tenido una carrera exitosa. Ganadora del Oscar por su trabajo en Black Swan, se ha dedicado, aunque no se ha limitado a ello, a escoger proyectos que se ajusten a su visión política (V for Vendetta) o a la búsqueda de sus raíces étnicas (Free Zone, un horrible filme de Amos Gitai). Ha dirigido un par de cortometrajes y ahora se lanza en su primer largometraje de ficción.

Enfrentada a un proyecto tan ambicioso, paga caro la novatada. El tema es interesante y toca muchos puntos de importancia política, histórica y sociológica, pero Portman se atraganta con el texto literario. Opta por la solemnidad, se inunda de referencias literarias (que son lo más salvable de la película), carece totalmente de ironía y termina produciendo un melodrama indeciso, más convencional de lo que se proponía, sin atractivo comercial ni gran valor artístico. Se anota puntos solo por el esfuerzo. No puede culpar a nadie de su fracaso, pues también es la autora del guion basado en el libro de Oz. Las imágenes, con frecuencia, solamente están para subrayar el texto y no para elaborar sobre él. Es cine sin imaginación.

Se destaca como buena directora de actores, ya que las actuaciones de Gilad Kahana, solamente en su segundo filme, como Arieh, y del debutante Amir Tassler como Amos Oz, son excelentes. El elenco en general, está muy bien. La fotografía del polaco Slawomir Idziak (Black Hawk Down, Gattaca, Harry Potter and the Order of the Phoenix) es excelente, pero Portman no la usa a su favor. Hay algunas secuencias felices, pero por lo general poco se logra. Al menos, evita el simbolismo folclorista.

El interés lo mantiene la trama construida por Oz, quien ha ganado el Premio Príncipe de Asturias y el del Estado de Israel por su obra literaria, que sabe empatar momentos de luz personal con recuentos de eventos históricos de importancia seminal para Israel, pero que Portman no sabe traducir al lenguaje cinematográfico. Es una lástima, porque había material para un gran filme.

A Tale of Love and Darkness (Israel/EEUU, 2015). Guion y dirección: Natalie Portman, basada en la obra homónima de Amos Oz. Director de fotografía: Slawomir Idziak. Con: Natalie Portman, Gilad Kahana, Amir Tessler, Makram Khoury y Moni Moshonov. De estreno limitado en las ciudades más grandes de Estados Unidos.


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