Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Música

Fin de semana en blanco y negro

Tres cubanos, José María Vitier, Fernando Acosta y Gabriel Hernández, se presentaron en el XV Festival de Piano Jazz Blanco & Negro, en México

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El XV Festival de Piano Jazz Blanco & Negro de México rinde tributo a uno de los instrumentos emblemáticos del jazz. Morton, Kenton, Joplin, Wilson, Dameron, Garlan, Ellington, Count Basie, Art Tatum, Monk, Powell, Tristano, Peterson, Tyner, Wynton Kelly, Hancock, Chick Corea, Bill Evans, Petrucciani, Kenny Barron, Bebo Valdés, Lilí Martínez, Peruchín, Palmieri, Chucho Valdés… Nómina que marca grandes momentos de la música sincopada. Blues, ragtime, Nueva Orleans (dixieland), swing, bebop, R&B, cubop, cool, hard bop, free, soul, neobop, funk, neoclasicismo, noise… Las teclas bordan armónicos de jazz desde finales del siglo XIX a nuestros días.

La fiesta número 15 de jazz de piano en Blanco y Negro comenzó el 10 de septiembre en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes —México, DF— con la canadiense Lorraine Desmarais y concluirá el 1 de octubre con el concertino mexicano Héctor Infanzón. Tres cubanos invitados: Fernando Acosta Jr. (La Habana, 1985), José María Vitier (La Habana, 1954) y Gabriel Hernández (Camagüey, 1964). Tres generaciones, tres talentos, tres idiolectos: el hijo del saxofonista Fernando Acosta, en los espacios de la música popular, la Big Band, el jazz local mexicano y la música de concierto. Vitier, inmerso en la tradición de la contradanza, la danza, la habanera, el danzón, el bolero santiaguero y el son; Hernández volcado al jazz con bocetos de marcada consonancia free en fusión con ritmos afrocubanos. Trazas y costuras de Tyner y Hancock. Acosta: joven pianista que impone sus modos en las plazas jazzísticas de México; Vitier: un tradicional de potente imaginario armónico, responsable de muchas bandas sonoras del cine cubano. Hernández: jazzista de peso completo, heredero mayor de la sementera y tributación de Emiliano Salvador.

Domingo, 18 de septiembre, 13:30 horas: Fernando Acosta despeja la conjetura de la siesta y se adueña del recinto. Swing, coqueteos neoclásicos (Evans, Petrucciani), columpios cool, tumbaos soneros. De sur a oriente: del son al jazz. Acosta subraya los nuevos arrestos de la pianística cubana.

Sábado, 24 de septiembre, 19:00 horas: danzas, contradanzas, pregones, boleros, danzones, son cubano. José María Vitier se hace cómplice de la medianoche. Versiones libres sobre los temas de La comparsa (Lecuona) y El Manisero (Simons) con técnica impecable y desborde de imaginación armónica. Danzón Imaginario, Oración por Cuba, Fresa y chocolate… Pulso de vida de un pianista inmerso en las usanzas musicales del siglo XIX cubano con espléndida elegancia concertina. Ejecución, fuera de programa, de Quiéreme mucho (Gonzalo Roig) dedicado a su primo, el escritor Eliseo Alberto. Encore: Son de la loma (Miguel Matamoros) con mordente grille jazzístico. Ovación. Sala en algarabía total.

Domingo 25 de septiembre, 13:30 horas: Programa a la memoria del pianista mexicano Eugenio Toussaint (1954-2011). Hernández entra al tablado con su Guajira de muy adentro en apuntes de Hancock y Monk para después regalarnos una versión de la danza de Los tres golpes (Cervantes) en villas de Lilí Martínez y Peruchín. El jazz señorea los abrumes del mediodía. El manisero (Moisés Simons) en vaivenes armónicos monkianos. Eugenio moods (Hernández) en frondas hard con Kenny Barron tensando los cordeles. Alone together (Schwartz) ristras de cluster: notas precisas en improntas distinguidas. Tres temas del pianista actual de AfroCuban All-Stars (proyecto de Juan de Marcos): Juega con la clave, Improvisación jazz y Chantal ponen al público de pie. La síncopa de la clave cubana irrumpe en el recinto y clausura todas las rendijas. Pianista de la generación posterior a la de Chucho Valdés, Hilario Durán y Emiliano Salvador, en cada presentación hace gala de virtuosismo. “Gabriel es un pianista completo, no solo por su brillante técnica sino por una virtud de la cual carecen algunos artistas: la música primero y la técnica después. Él tiene ambas cualidades y las fusiona como debe ser”, ha dicho el ex director de Irakere. El jazz impregnado en el sumario de los dedos. El jazz habitando los gestos. El jazz, un habla de mordedura amorosa. “El jazz es una punza que me define como músico”, me confiesa satisfecho, minutos más tarde en el camerino.

Tres expediciones cubanas en blanco y negro. “La pianística cubana goza de muy buena salud. Vine a tocar danzones en la tierra que se adueñó afectuosamente de ese género matancero. México es una extensión musical de Cuba o viceversa”, declaró José María Vitier. “Aquí terminé mi carrera de licenciatura en piano. Vivo en México desde 1995. Soy un músico cubano y mexicano. Me gustan los valses y las rancheras, intenté en mi presentación coquetear con esos géneros”, confesó Fernando Acosta Jr. “Admiro mucho la música de Eugenio Toussaint, quien tenía a su vez una profunda admiración por la música cubana. Compuse ‘Eugenio moods’ especialmente para esta ocasión”, expresó Gabriel Hernández. Las reverberaciones de los conformes pianísticos retumban todavía en el Auditorio Blas Galindo de la capital mexicana.

(Nota de programa: Sábado 24 de septiembre, presentación de José María Vitier, toda la plana mayor de la embajada cubana estaba en primera fila: desde el embajador Manuel Francisco Aguilera de la Paz hasta el consejero cultural, el poeta santiaguero, Waldo Leyva. Presencia nula de funcionarios de la embajada cubana los días que se presentaron Acosta y Hernández (exiliados, asumen la condición de huérfanos sin representación diplomática).

Incidente off the record, previo al programa: Este melómano llegó temprano al auditorio Blas Galindo, la tarde de la presentación de Vitier. En la puerta de entrada a la sala, se encontraba Waldo Leyva quien al verme se hizo el sueco y evitó saludarme. Oye, poeta, por qué no me saludas, le pregunté. No te había visto, guantanamero, perdona, responde solemne el cónsul cultural. No j…, Waldo, me reconociste y cambiaste la mirada; hasta cuándo vamos a estar así, con estos odios y resentimientos políticos. Acuérdate que nos conocemos de atrás. No pensamos iguales, pero nacimos en la misma tierra, por cierto cercanas: tú en Santiago y yo en Guantánamo. Necesitamos un baño de reconciliación, recuso con cierto tono irónico. Silencio absoluto del funcionario consular. Miradas curiosas. Tienes razón, ven dame un beso, sonríe el poeta. Me acerco, acaricio su cana y larga cabellera, lo beso en las dos mejillas y miro sus ojos sorprendidos. Reconciliación necesaria. Cuba está primero que las animosidades. Me dijeron después, que el embajador Aguilera miraba la escena: yo en realidad no me di cuenta.


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