Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Frivolidad versus revolución

La Habana planta una nueva cruzada para detener el 'desapego' de los jóvenes hacia el sistema.

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Aunque no ha llegado al extremo de eliminar la esperada "película del sábado", la actual ofensiva ideológica que pretende recobrar los valores socialistas de otros tiempos planta nueva batalla a la frivolidad. A través de la agencia de prensa independiente Cubanet nos enteramos de que la revista Hola ha sido prohibida en Cuba.

Juventud Rebelde, apoyando la operación del gobierno contra las antenas ilegales que captan programas de cadenas como Telemundo o de su competidora Univisión, afirma que la "programación enajenante" que se ofrece en esas televisoras constituye "una afrenta al afán de conocimiento y superación general que procuran los cubanos hoy en día mediante programas verdaderamente educativos".

Víctimas de la cruzada

La suspensión de El Expreso, programa musical que ocupaba las noches del domingo en Cubavisión, es también parte de esta cruzada. Resulta que en la edición del pasado 11 de febrero se hicieron pases directos de la fastuosa boda de Jorge Martínez, presentador del show y un popular actor de la televisión nacional, con una de las bailarinas del Ballet de la Televisión Cubana.

Una escueta nota del ICRT, publicada en Granma unos días después, expresaba que los televidentes, indignados por semejante frivolidad, habían pedido el cierre del espacio.

Todo el mundo sabe que la gente que pidió tal cosa fue la misma que, en ciertos momentos de la "batalla de ideas", solicitaba la retrasmisión de la Mesa Redonda con los instructivos análisis del Comandante en Jefe: nadie. Pero el caso es que, por órdenes de arriba que no se discuten ni se debaten en público, el programa está suspendido hasta tanto no se aclaren las responsabilidades individuales.

El cierre de El Expreso debe verse, en este contexto crítico, como una advertencia a una televisión que en el período especial se fue zafando poco a poco de las tenazas de la ideología. En la misma medida en que el mercado musical cobraba auge, fueron apareciendo algunos programas de farándula que, sin ser tan sensacionalistas como los del mundo capitalista, podían darse el lujo de ignorar en gran medida a la revolución.

El caso de 23 y M, que sustituyó al popular Contacto en el espacio de la tarde del sábado, es muy significativo. Este programa, autopromocionado como "el más céntrico de la televisión cubana", fue afectado con el comienzo de las movilizaciones por Elián González. Dejó de salir durante varias semanas, pues en su horario habitual se trasmitían las tribunas abiertas. Varias semanas después regresó al aire, pero por Tele Rebelde, mientras que la Mesa Redonda ocupó Cubavisión. Se dejaba así en claro, una vez más, la prioridad del adoctrinamiento ideológico.

Ministro preocupado

Otros programas musicales como Piso 6, emitido desde el Hotel Habana Libre, eran muy populares entre una juventud que, como reconoció el propio Felipe Pérez Roque, sufre de cierto desapego a la revolución.

Ese reconocimiento del ministro podría ser el primer paso de una "limpieza" que tratará de restaurar los tiempos dorados de El viejo espigón y En silencio ha tenido que ser. Al fin y al cabo, ¿el ejemplo moral que deben dar los dirigentes no debería estar representado en la pequeña pantalla, en lugar de la frivolidad y el consumismo?

Pero no hay vuelta atrás. La apertura de los noventa puso a los cubanos en contacto con la sociedad de consumo como no lo habían estado por décadas. Ese mundo, inseparable de la publicidad y el espectáculo, es cada vez más irresistible para quienes han vivido tantos años entre consignas y escasez sin cuento.

"Son frívolos", dijo el demonio. Por suerte, somos más o menos frívolos. Eso, entre otras muchas cosas, hace que la reforma de la Constitución que decretó en 2002 la irreversibilidad del socialismo en Cuba sea tan patética como el intento de Jerjes de azotar el mar.


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