Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Milonga, Habanera, Música

Habanera, Milonga y Borges

Borges desdeñó algunas manifestaciones del folclore porteño y muy especialmente el tango, pero en este disco interpreta varios de sus poemas en tiempo de tango y milonga

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Milonga: Variedad musical folclórica del Río de La Plata de gran popularidad en Argentina y Uruguay. Propio de la cultura gauchesca con empalme de conformidades armónicas y rítmicas aledañas con lo criollo, lo negro (bantú) y lo español. Contigüidades con el candombe uruguayo, la habanera de cepa cubana, lo andaluz y el tango congo. Milonga: palabrerío, en el lenguaje quimbunda de los pueblos Bundas (originarios de las tribus africanas de Angola de notable presencia en los grupos de esclavos asentados en Cuba). Milonga campera —sureña, pampeana (fuerte raigambre rítmica africana)— y ciudadana (aparece en los años 30). Alfredo Zitarrosa, Atahualpa Yupanqui, José Larralde y Alfredo Merlo son algunos de los músicos charrúas que han explorado el discurso de la milonga con notable trascendencia a nivel internacional.

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto, 1899 – Ginebra, 14 de junio, 1986) desdeñó algunas manifestaciones del folclore porteño y, muy especialmente, al tango (“El arrabal es el reflejo de nuestro tedio” (“Arrabal”, de Fervor de Buenos Aires, 1923). Indiscutible la presencia de los compases del tango en los poemarios iniciales del autor de Otras Inquisiciones (1952); en las estrofas de “El tango”, de El otro, el mismo (1964), escribe: “Una mitología de puñales / lentamente se anula en el olvido; / una canción de gesta se ha perdido / en sórdida noticias policiales /.../ El tango crea un turbio / pasado irreal que de algún modo es cierto, / el recuerdo imposible de haber muerto / peleando, en una esquina del suburbio”. Para Borges el género arrabalero es una crónica “más allá del tiempo y de la aciaga muerte”: caídos que viven en el tango. Mitología de puñales que lentamente se anula en el olvido.

El cuentista, poeta y ensayista bonaerense prefirió las euritmias de la milonga: en el poemario Para seis cuerdas (1965), junta once axiomáticas milongas. La más conocida y celebrada: “Milonga de Jacinto Chiclana” (“Me acuerdo. Fue en Balvanera, / en una noche lejana / que alguien dejó caer el nombre / de un tal Jacinto Chiclana. /.../Sólo Dios puede saber / la laya fiel de aquel hombre; / señores, yo estoy cantando / lo que se cifra en el nombre”. Tributo al cuchillero temerario (“Siempre el coraje es mejor, / la esperanza nunca es vana”). Rítmica prosodia de un Borges arropado en síncopas entrañables.

Destacan “Milonga de los morenos”, “Milonga para los orientales”, “Milonga de Calandria” y “Milonga de Manuel Flores” (“Manuel Flores va a morir. / Eso es moneda corriente; morir es una costumbre / que saber tiene la gente”). ¿Pero, qué es en realidad esa obra maestra de la poesía castellana: “El general Quiroga va en coche al muere”, sino un salmo que le roba modulaciones a la milonga?: “Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma, / se presentó al infierno que Dios le había marcado, / y a sus órdenes iban, rotas y desangradas, / las ánimas en pena de hombres y caballos”.

En el fonograma Cantando a Borges. 100 años (Secretaría de Cultura Argentina, 1999), el tanguero de la Bodega del Café Tortoni, Carlos Varela —vocalista de la Orquesta de Osvaldo Pugliese—, interpreta varios poemas del autor de Ficciones en tiempo de tango y milonga: “Fundación mítica de Buenos Aires”, “Jacinto Chiclana”, “Buenos Aires: Destino”, “Milonga de Calandria”, “No habrá sino recuerdo”, “Milonga del Marfil Negro”, “Don Nicanor Paredes”, “Milonga Tangolada”, “Alguien le dice al tango”…: cánticos borgianos de perpetuos hilvanes con la tradición rioplatense. No olvidar los espléndidos versículos de “Milonga del muerto”, de Los conjurados (1985), su último cuaderno de versos: “Lo he soñado en esta casa / entre paredes y puertas. / Dios les permite a los hombres / soñar cosas que son ciertas”.


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