Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Artes Plásticas

King Shangó & San Pedro en el boicot

Censurada por la policía, la muestra 'Referencias territoriales' evoca los fantasmas de los episodios de agosto de 1994.

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No requirió esfuerzo que la muestra Referencias territoriales quedase a medio camino de sus aparentes intereses. Truenos, nubes y lluvia sirvieron de simples "agentes" para desconectarla y desmantelarla en uno de sus enclaves críticos: el muelle 3 de la avenida del puerto habanero.

Instalaciones, piezas escultóricas, algunas pictóricas, imágenes fotográficas y videoproyecciones de veinte y cinco artistas autodenominados independientes, cualificados como emergentes y experimentales, inauguraban la muestra el pasado 5 de agosto. Varios leímos una nota electrónica enviada con estos datos, subrayando lo sorpresivo de la intervención, luego de dos exitosas experiencias anteriores.

Casualmente, el 22 de noviembre de 2007, cuando se abría el primer "éxito", Marina 255, en el edificio que hace esquina en Humboldt y Malecón, la Fundación Habana Club presentaba la línea postsoviética de Stolichnaya, para bitongos, pijos, niños bien, gerentes, dirigentes corporativos, esposas o amantes, nuevos ricos y unos pocos artistas de la entonces también semicensurada muestra Vostok. Esta última fue la primera víctima luego de que entrara el "raulismo" en el poder. Antes, intentaron censurar obras en la exposición Masa crítica, coordinada por Sandra Sosa con la Cátedra Artedeconducta, en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, pero al estar bajo techo institucional, se ganó la pelea y no pasó más nada.

Marina 255 transcurrió entre sencillos pero perspicaces vecinos que acogían la exposición con ese placer de ser parte de un suceso artístico inusual dentro de sus monótonas vidas.

El segundo antecedente, Información desplazada, aconteció el 29 de enero de este año en el parque de Calzada y C, en el Vedado. Un día después de conmemorarse el natalicio de ese símbolo nacional, márti-r sagrado y presunto precursor de lo bueno y lo malo de este proyecto de nación cubana (pobre del que se atreviera a emplazar una muestra como esa en tal onomástico). Días antes, el parque había sido plaza de protesta de algunos disidentes, con la UNESCO en una esquina, el Teatro Amadeo Roldán en otra; y en la barriada, personas con problemas de vivienda, constructivos o de salubridad, y déficit de agua común.

Ahora, con otra conmemoración: las protestas populares del 5 de agosto de 1994. Referencias… volvió a padecer la maldita circunstancia territorial con el agua contaminada de hidrocarburos por todas partes.

En un inicio, la idea —aunque todo ha quedado nebuloso por parte de sus creadores: unos no recuerdan, otros callan y pocos lo confirman— centraba la disposición de las obras más objetuales e instalativas en un diálogo simbólico con el mar (como parece aseverar la obra de Jaque y, tímidamente, otras como la de Yeni Casanueva). El plato suculento lo constituía el emplazamiento, con andamios metálicos, escaleras, alquiler de luces cenitales, equipamiento de sonido y proyecciones. Como una mise en scène, dada por ambientes de luces que enfatizaban las obras en un espacio algo tenebrista, de efectismos barrocos, recargado por lo derruido, tan derruido como casi todo.

Más allá del muelle marítimo, vigilan policías, custodios, cámaras panópticas. Sólo el hecho de sentarse en esos muelles implica la llamada de atención de las autoridades, no siempre con buenas formas. Se sabe que en las cercanías de agosto pesa el fantasma del episodio de 1994, como si resurgiera para servir a algún acto cívico.

Estos elementos agregaban a Referencias territoriales aires interesantes, con el riesgo de jugar en un espacio peculiar, que requiere ser aguzado en términos de arte, "museográficos", para negociar o imponer un concepto visual que, aunque heterogéneo, creara una suerte de gran obra.

Una triste realidad

Las Referencias… son ambiguas: la intervención no fue en lo absoluto sorpresiva. Los artistas llevaban tres días bajo el sol montando el tinglado, se habían entregado cartas a nivel institucional, incluida la Seguridad del Estado. Pero, como en todo Estado burocrático y ante nuestra incultura legislativa promedio, algo faltó finalmente: se aduce que una instancia de la Capitanía de la bahía y el argumento de peligro estructural del muelle —historia escuchada antes y que casi creemos, si no viniera acompañada siempre de un policía con no muy buen rostro y una patrulla—.

En el fondo, como el arte mismo, la transparencia de la realidad es una ilusión que un artista debe saber olisquear casi paranoicamente. Porque no se debe pecar de tanta ingenuidad operativa: hay demasiados ejemplos.

Y se puede considerar sospechosa la intención, que recuerda a veces el querer epatar, necesitar del escándalo, bajo esa idea de que la censura legitima, aunque se le tilde de elemento "extra-artístico" y la obra sea un panfleto. Detrás, la amnesia de los mismos artistas. Sí, han pasado veinte años desde los ochenta, pero algunos en Referencias territoriales no parecen saberlo. Unos pocos lo tienen como "referencia", pero el resultado general conduce a obras harto elementales, ejercicios de clase de aquellas escuelas de arte de nivel elemental de los mismos años ochenta. Por otro lado, la ambigüedad antes referida, como querer pulsar la cadena pero no agarrar al mono.

Podría considerarse una mayor sospecha al conocerse la postura de algunos de los participantes, dados a cierto oportunismo (el grupo teatral El Ciervo Encantado irrumpió con una performance no incluida en la muestra que resultaba más teatral que plástica) y algo vacíos creativamente. Tal vez esto hable de por qué no son legitimados por la llamada oficialidad y se hayan escudado en un estatus "independiente" que también podríamos revisar —en estos casos, siempre hay alguien tras bambalinas poniendo capital, y el mero hecho de tocar instituciones, aunque no del arte, desacredita tal posición en una sociedad piramidal—.

En Cuba no está clara la alternatividad, es elástico lo "emergente" y mucho se desdibuja de ese otro saco de lo oficialista. Son compartimentos conectados, convenientes membretes de presentación. Existen artistas posicionados en bienales, becas y galerías internacionales que han sido "no oficialistas", y otros tan importantes dentro de lo contemporáneo, que sí disienten simbólica y expresivamente, aunque expongan en la institución Arte sin caer en los clichés identitarios —en crisis para bien y mal— o en esa zona imprecisa y hasta mal facturada bajo la impostura de "lo procesual", lo falso experimental, lo vacío.

Al final, Referencias territoriales reafirma una triste realidad artística, social y económica: constantemente solemos desgastarnos en empresas que resultan insulsas, aunque unos cuantos ignorantes se las crean dentro de un carnaval de máscaras que ocultan sus ganas de subir.

Artistas participantes en la muestra

Adriana Arronte, Alejandro González, Carlos Lama, Carlos Caballero, Darlyn Delgado, Elizabeth Cerviño, Francisco Espinosa (Paco), Gustavo Del Valle, Irvin Vera, Jairo Gutiérrez, José Eduardo Jaque, Jorge Luis Del Valle, Katia Olver, Lester Álvarez, Michel Pérez (Pollo), Osvaldo González, Raunel González, Rodolfo Peraza (Fito), Raychel Carrión, Yenyeski Bernal, Yeny Casanueva, Yordanys Jiménez (Pipo), Yunior Acosta (Yimi) y Yornel Martínez (Chino).


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Obra de Adriana Arronte RodríguezFoto

Obra de Adriana Arronte Rodríguez. (ADALBERTO ROQUE)

Referencias Territoriales