Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Literatura

La falaz encrucijada

El autor responde a un artículo aparecido recientemente en la publicación digital castrista 'La Jiribilla'.

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Cuando hace días leí la crítica (elogio o ataque, según se mire) que La Jiribilla ha publicado (y que otros múltiples sitios vinculados al castrismo y la extrema izquierda internacional, tales como Rebelión , han reproducido en internet), sobre mi novela Todos los buitres y el Tigre, publicada hace un año por la editorial madrileña Siruela, pensé en escribir un artículo de agradecimiento, no tanto a la mencionada publicación, sino al articulista, Daniel García Santos, una persona con la que siempre tuve una relación muy cordial, aunque no tan cercana, a pesar de que él era (y es) director de Letras Cubanas, mi editorial en la Isla hasta que hace poco menos de seis años me fui al exilio.

En efecto, tras superar la perplejidad que me produjo la lectura del artículo, y luego de intercambiar puntos de vista con mi buen amigo Jorge Pomar —antiguo compañero de trabajo del articulista en el Instituto Cubano del Libro (ICL)—, mi primera intención fue escribir una simple nota de agradecimiento a Daniel, donde le hacía notar que cuando se quería complacer al jefe de La Jiribilla y de todo el feudo de la esfera de la literatura, el presidente del ICL, Iroél Sánchez, no era acertado concebir críticas donde se le reconocía al adversario talento literario, ni a su obra valor intrínseco.

Es decir, agradecerle a Daniel que me hubiera reconocido, en medio de un ataque claramente fraguado en el Alto Comisariado de la cultura cubana, rasgos humanos, cualidades intelectuales como el talento, y que si acaso me achacase alguna leve malformación ética, justificable incluso si se tiene en cuenta las "circunstancias perentorias" que "me condicionan en Alemania, mi actual país de residencia".

"No, Daniel —pensaba escribirle a manera de carta abierta—, ése no es el camino, ahora que se me considera en Cuba una de esas criaturas infecciosas, uno de esos Enemigos de la Revolución, carroñeros insaciables que se alimentan de dólares imperiales, desvergonzados depredadores dispuestos siempre a abalanzarse sobre la Gran Víctima Heroica, esa Cuba que sólo existe en la imaginación de una decrépita caricatura de Dictador y sus aduladores dentro y fuera de Cuba, tales como el mencionado Presidente del ICL, o como el otro, Ignacio Ramonet, más inteligente, que vive sus fantasías cómodamente instalado en Francia".

"Mira Daniel —pensaba continuar—, se ve a simple vista que en tu artículo no había nada personal, que lo escribiste como de mala gana, y que los argumentos que usaste contra la novela (contra mí, que soy en el fondo a quien querían apuntar los medios de la Dictadura) carecen de pura lógica, y a veces hasta dan la impresión de haber sido concebidos así a propósito, para decir cosas entre líneas o para que se interprete lo contrario de lo que se afirma. Cito un párrafo delicioso donde luces especialmente tus sutiles artes:

'A todo esto habría que agregar recursos sutiles, como el empleo de sinónimos para armonizar frases al uso en el español de Cuba, con giros propios del español de España, habitual recurso de mercadotecnia en este tipo de literatura: el club literario, el asesor del club, en Cuba decimos taller literario; temblona de coraje, sustituido por trémula de coraje; tomatal, por campo de tomate; puré de tomate, por pasta de tomate; cuartón, por cobertizo; tragos gratis, por copas gratis; traguito de café, por vaso de café'. Pero vayamos por partes:

"No solamente en nuestra isla, sino en todas partes, incluyendo a España y toda Latinoamérica, se le llama 'taller literario' a un taller literario; 'club literario' es un término que acaso no se usa en el ámbito hispanoamericano, sino sólo en el ambiente medio mítico del relato que se narra dentro de la novela y que se desarrolla en Kubba, no en Cuba, fíjate bien. Por lo demás, en el relato El cuento más terrible del mundo, publicado por tu editorial hace ahora siete años, y que como bien dices es un claro antecedente de la novela, no se mencionan ninguno de los dos términos.

" Temblona (que tiembla mucho, según la RAE), de coraje o de lo que sea, no es ningún cubanismo, y si te fijas es tan castellana como trémula (que tiembla, siempre según la RAE); obviamente la sustituí sólo por cómo suena dentro de la oración; Borges es uno de mis maestros, y mi ambición la precisión y la belleza de la lengua castellana.

"Por lo demás, tomatal, por campo de tomate, y puré de tomate, por pasta de tomate; cuartón, por cobertizo; tragos gratis, por copas gratis; traguito de café, por vaso de café, no son, por supuesto, los cambios que haría un autor dispuesto a venderse al mejor postor editorial, ni los ejemplos que pones son los que van a convencer a los lectores de que es así; más bien son los imprescindibles cambios que cualquier autor hace a su obra cuando vuelve sobre ella, para lograr el legítimo objetivo que se proponga, ya sea contraerla, expandirla o simplemente afinarla.

"En efecto: como conocen todos aquellos (incluyéndote a ti) que han seguido mi obra a través de mi ya larga carrera literaria, soy de esos autores que crean, granito a granito y a través de décadas, mundos cerrados, esféricos, donde los personajes vienen, van, pasan, se miran entre sí, ofreciendo de paso los unos de los otros visiones tangenciales a través de sus particulares perspectivas; si te fijas bien, no solamente están integrados en Todos los buitres y el Tigre ( Siruela, Madrid, España, 2006) dos de los cuentos del cuaderno La bandada infinita (editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 2000), cómo señalas en tú artículo: el hombre enloquecido que sale al final de la novela, y que no aspira a otra cosa que a escarbar la tierra en busca de huesos y de culpas, no es otro que el protagonista de uno de mis cuentos más conocidos, Prisionero en el círculo del horizonte, que publicó en Cuba por segunda y tercera ocasión la editorial que diriges, la primera de ellas como parte de la antología Los últimos serán los primeros (Letras Cubanas, 1993) y la otra como parte del libro de cuentos homónimo (Letras Cubanas, 1994).

"Desde luego, puedes encontrar montones de autores que antes que yo se obsesionaron con la construcción de tales mundos, entre los cuales los mejores ejemplos son quizá Balzac, Sherwood Anderson y J. D. Salinger; eso por no mencionar al socorrido García Márquez, que hizo más o menos lo mismo, es decir: volver sobre viejos cuentos y a veces incluso incorporarlos a sus novelas.

"Por si todo esto fuera poco, me gustaría contarte que antes de ser un cuaderno de cuentos La bandada infinita fue un proyecto de novela, que intenté ejecutar por primera vez alrededor de 1996, tomando directamente de la realidad que me rodeaba historias y personajes. Para ser exactos, pretendía, en fin, que mi novela reflejara lo que dices que refleja finalmente el libro publicado por Siruela: 'Asco, sordidez, traición, violencia, represión, acoso policial, abuso de poder, ambiente carcelario, frustración'.


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