Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Literatura

La falaz encrucijada

El autor responde a un artículo aparecido recientemente en la publicación digital castrista 'La Jiribilla'.

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"Debo reconocer que me gustan las enumeraciones (borgeano recurso), y que hubiera celebrado la tuya sin reparos sino fuera porque a continuación lo echaste todo a perder, afirmando con pasmosa ingenuidad que se obtienen tales logros literarios sólo 'sacrificando los valores iniciales de dos de los mejores cuentos de La bandada infinita, en aras del precio político que el autor, desde sus nuevos condicionamientos, tiene que pagar'.

"Vamos, Daniel, ¿qué argumentos son esos? ¿De verdad nunca te diste cuenta de lo que reflejaban mis cuentos? Pero hombre, si hasta lo manifiestas explícitamente en tu artículo: 'Por ejemplo, en la versión original de La bandada infinita el Viejo lucha infructuosamente, se infiere que en pleno período especial, por proteger sus vacas de los matarifes que asolan el lugar […]. Es un acoso constante, que no tiene rostro ni nombre'. Y también: 'En El cuento más terrible del mundo, el Gordo sufre la frustración de sus ansias por convertirse en escritor y una situación de pobreza extrema, con una madre malformada y un sobrino con síndrome de Down, e intenta encausar su necesidad de evasión en la creación simbólica del Tigre de Bengala, que, por si fuera poco, ha desaparecido'.

"Para ser más claro, transcribiré un párrafo de La bandada infinita (Letras Cubanas, 2000): 'En las ciudades la gente no echaba a la calle migajas, la gente misma vivía de migajas, y los perros y los gatos estaban infestados de sarna… La sarna los devoraba poco a poco, mal nutridos, o se devoraban entre sí… Se habían dado casos de personas que comían perros sarnosos, o de vendedores ambulantes de pan con perro, todo era posible ahora en este país, dijo la vieja'.

"Evidentemente, en los textos de La bandada infinita se hablaba como en pasivo, es decir: 'Este país fue arrasado'. ¿Quién lo arrasó? Ustedes saben muy bien, queridos lectores. Lo curioso es que en la novela ocurre exactamente lo mismo, pues en ningún momento se hace otra cosa que no sea narrar, sólo que, debido a las características del género, las cosas, los hechos narrados adquieren su justa dimensión, y se alejan naturalmente del carácter fragmentario, casi estático, propio del cuento como género.

"Efectivamente, y por la razón anteriormente expuesta, la novela es más explícita, porque muestra la estrecha relación que siempre existió en mi imaginación entre los personajes de mis cuentos, de mi mundo de ficción. Pero quien se lea hoy con honradez mi obra, encontrará sin duda una coherencia sin fisuras, y confirmará, atando cabos, que la novela no se contradice con los cuentos que le dieron origen, sino todo lo contrario. Si quieres profundizar, te invito a releer con honestidad toda mi obra, que no es para nada muy extensa.

"En mis cuentos, empezando por los de Prisionero en el círculo del horizonte, mi primer libro publicado, encontrarás todas las obsesiones de mi novela y de mi vida. La división terrible en el seno de mi familia por causas ideológicas (mi padre nunca entendió mi eterna animadversión por su ídolo, Fidel Castro), y luego ya el trauma y la culpa que me atormenta todavía por haberle causado tantos problemas involuntarios (leer Father's Death); el trauma de haber sido arrancado del seno del hogar a los trece años para ser enviado a aquella asquerosa escuela en el campo, donde ocurrían cosas peores que la violación contada en Todos los buitres… (Leer el Palco del Rey); mi paranoia y mi eterna desconfianza hacia los policías y lo policial, adquirida en mi pueblito, donde todo permanecía siempre bajo el ojo delator del vecino, y donde cualquier comentario que hiciera podía conducirme al cuartel, así como el perenne temor de ser condenado por delitos no cometidos bajo el que todos los cubanos hemos vivido en tiempos de Fidel Castro (leer Prisionero en el círculo del horizonte).

"Manipular, según la RAE (a lo mejor la Academia Cubana de la Lengua dice algo diferente, no sé), significa 'Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares'. Todos los buitres y el Tigre reafirma, simplemente, el mundo descrito en mis cuentos, y luego lo amplía y redimensiona, de la misma manera en que mi próxima novela hará lo propio con mi obra anterior.

"Por último, Daniel, me gustaría señalar que tu intento de demolición resulta desde el principio inverosímil (salvo para un grupo de mediocres trasnochados de la extrema izquierda internacional, algunos infelices muy desinformados del barrio de la cultura en Cuba y por supuesto los que le chupan la teta a la vaca famélica del castrismo), debido a la calidad de los argumentos que esgrimes. Más que argumentos, son una sarta de lugares comunes y de clichés.

"Pero sólo me referiré al principal de ellos: ¿Acaso intentas en serio convencer a los lectores de que en Europa o alguna otra parte existe un gran mercado para un tipo de literatura que muestre la Cuba de hoy de manera crítica, o una literatura cubana de denuncia? ¿Acaso crees que un autor que asuma una posición vertical, sin ambages, frente al castrismo, tiene más posibilidades de éxito que quien, ejerciendo su derecho personal, se mantiene en silencio?

"Vaya, Daniel, mientras más anticastrista sea tu libro, sin importar cuán bueno sea (y no dudo que puedan existir magníficos libros anticastristas), menos posibilidades tendrás de promoverlo, menos universidades te invitarán a conferencias o a lecturas de textos, y en caso de que logres al fin publicarlo, menos ejemplares lograrás vender".

"El Progresismo, esa ideología tan difícil de definir, controla casi palmo a palmo el mundo académico, buena parte de las editoriales y de los grandes medios de prensa y la casi totalidad de los espacios públicos, incluyendo las fundaciones, las casas de cultura comunitarias y las organizaciones multiculturalistas, todas ellas de muy variada pinta, pero unidas por un antiamericanismo irracional cuya bandera es la Cuba fidelista, a la cual se le perdona todo, pobrecitos, resistiendo el bloqueo por casi cincuenta años… Aquí, lamentable e invariablemente, tienes problemas serios si dices la verdad sobre el castrismo; mejor te conformas con decir sólo una parte y te apoyas en la manida muletilla del bloqueo. Resumiendo: lo difícil aquí no es ser un fidelista o un guevarista, un revolucionario o un progresista; es, por el contrario, lo más cómodo, lo que más dinero y becas da, y lo que te hace definitivamente popular entre las muchachas soñadoras de las universidades.

"Por cierto, creo que no te fijaste bien qué editora publicó mi novela. ¿Acaso no sabes que a nadie en su sano juicio se le ocurriría afirmar que Siruela 'exige' a sus autores 'un precio político'? Si existe una editorial alejada del mercadeo literario y del mundanal ruido de la política, esa es Siruela. Si alguna editorial en lengua castellana no ha publicado nunca un panfleto político, esa es mi editorial. No se puede decir lo mismo de las editoriales cubanas, de ninguna, incluyendo la que diriges. Todas están al servicio del anciano sátrapa y de sus lugartenientes expresamente designados, como tu Jefe en el ICL, Iroél Sánchez".

Eso pensaba yo escribirle a Daniel hace unos días, después de haberme leído su sorprendente artículo en La Jiribilla. Y mandarle cordiales saludos.


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