Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Cine, Francia, Arte 7

La ley y sus interpretaciones culturales

Esta no es una película woke, como muchos pudieran pensar, todo lo contrario

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Rama, novelista y profesora universitaria, hija de senegaleses, pero criada en Francia, enseña literatura francesa. En la secuencia inicial, la vemos mostrando un documental sobre las mujeres que, al final de la Segunda Guerra Mundial fueron rapadas, como castigo de identificación, por haber tenido relaciones sexuales con oficiales y soldados nazis. Con estas imágenes de humillación a la mujer, analiza contextualmente la novela Hiroshima Mon Amour de Margueritte Duras. Un curioso contraste cultural hoy en día.

Para su próximo libro, Rama va a investigar el proceso de Laurence, una mujer senegalesa que ha confesado haber viajado con su hija de 15 meses desde París hasta el pueblo costero de Berck-sur-Mer para dejar a su hija dormida a la orilla del mar, y que las olas la arrastren a la muerte.

Lo que pica la curiosidad intelectual (y afectiva) de Rama, son las similitudes que ve en Laurence. Ambas son mujeres de ascendencia africana, criadas bajo los cánones de la cultura francesa, que su familia ve como superior (en el caso de Laurence, ni siquiera habla el dialecto de su grupo étnico porque prácticamente fue obligada a hablar solamente francés, idioma del éxito y la ascensión social), Laurence es estudiante de filosofía y Rama es profesora de literatura, ambas mantienen una relación difícil con sus madres y Rama se encuentra embarazada. Laurence al parecer tuvo un matrimonio de conveniencia con un blanco mucho más viejo que ella, Rama está unida a un francés también blanco, pero de su edad.

El proceso judicial tiene lugar en la localidad de Saint Omer, que le da título al filme. La culpabilidad de Laurence está establecida. El juicio se limita a tratar de entender las razones por las cuales ella mató a su hija para poder dictar sentencia. La compasiva jueza parece más bien una psicoanalista que una funcionaria de la ley. Quiere verdaderamente entender los motivos de Laurence.

Aparecen diferentes testigos, entre ellos el esposo de Laurence y una paternalista profesora de Laurence que se pregunta por qué ella ha escogido hacer su tesis sobre Wittgenstein y no sobre “algo más cercano a su cultura” (un obvio guiño irónico de la directora del filme al actual estado del relativismo cultural). Laurence, que es presentada como una mujer brillante, aprovecha y echa mano de sus ancestros culturales para basar su conducta en el efecto de algún tipo de brujería.

Como las tres únicas africanas presentes en el juicio, se establece una comunicación subliminal entre Rama, Laurence y la madre de Laurence, con quien en un momento dado Rama sale a almorzar y encuentra sus comentarios familiares, pero inaceptables.

El final queda abierto, el filme no muestra la decisión de la corte respecto a Laurence y eso es uno de sus mayores aciertos. Rama regresa a su casa tan confundida como cuando salió de ella.

Saint Omer es el primer largometraje de ficción de Alice Diop, quien se ha destacado hasta ahora como documentalista (La mort de Danton, La permanence). Es también nacida en Francia y descendiente de senegaleses. Basó este filme en un hecho real.

Diop utiliza muy bien su experiencia como documentalista en la narración de Saint Omer, que a veces asemeja un documental en sus encuadres y en su discurso, en el cual hay constantes intercambios de diálogos con oposiciones de campo y contracampo entre los personajes que conversan. Es un tipo de cine que no me gusta particularmente, porque corre el riesgo de la teatralidad, pero Diop lo maneja muy bien y en pocos minutos me convenció de la necesidad de ese estilo para su narrativa y fluye muy bien como cine. Evita cuidadosamente el exceso de teatralidad, aunque hay algo de esto.

Aparte de la curiosidad de ofrecer una muestra clara del sistema jurídico francés, se plantea los temas de colonialismo cultural de manera sincera y sin parcializarse. Esta no es una película woke, como muchos pudieran pensar, todo lo contrario. Sutilmente desliza cuestionamientos respecto a la apropiación cultural, a la asimilación a la cultura dominante y a los remanentes de las culturas oprimidas. Todo ello sin dar toque ni mostrarse excesivamente arbitraria al respecto. Nunca deja abierta sus convicciones, aunque sí sus identificaciones y deja al espectador sacar sus conclusiones.

Este es un filme que requiere de buenas actuaciones y Diop, sin experiencia anterior dirigiendo actores, las consigue. Guslagie Malanda, como Laurence, da la nota exacta. Esta es su tercera película y su segundo rol estelar en ocho años. Kayije Kagame, quien tiene una imponente presencia escénica, está irreprochable en su papel como Rama, lleno de emociones contenidas, y éste es su primer rol estelar. Valérie Dreville como la jueza que preside el tribunal, y Aurélia Petit, como la abogada defensora, ambas veteranas del cine francés, ejecutan sus papeles con eficiencia y vadean muy bien los riesgos de la teatralidad. La fotografía de Claire Mathon (Portrait of a Lady on Fire, Atlantics), es muy buena, utilizando contrastes cromáticos de cine documental, pero aprovechando muy bien la luz natural y la de interiores.

Diop ha trabajado su propio guion, junto a Amrita David y a Marie N´Diaye, de una manera no muy convencional, pero que fluye muy bien narrativamente, con mucha sobriedad argumental, evitando efectos melodramáticos.

El filme ha ganado premios en varios festivales en los Estados Unidos, así como el Jean Vigo en Francia. Es la representación de Francia a los Óscares. Por si fuera poco, en la última secuencia nos regala la excelente interpretación de Nina Simone de Little Girl Blue.

Saint Omer (Francia, 2022). Dirección: Alice Diop. Guion: Alice Diop, Amrita David y Marie N´Diaye. Dirección de fotografía: Claire Mathon. Con: Guslagie Malanda, Kayije Kagame, Valérie Dreville y Aurélia Petit. De estreno limitado en algunas ciudades de Estados Unidos.


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