Actualizado: 28/03/2024 20:04
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

Literatura

La teodicea de Amadeo Terra

'El forjador de puros', la última novela de Pablo Medina, ha sido editada en español en Estados Unidos.

Enviar Imprimir

Si hay algo de lo que Terra no se arrepiente es de su vida como torcedor de tabacos. Ha podido mostrar su destreza y, lo que es más importante, ha sido juzgado "por su destreza en el banco de forjar y por su capacidad para trabajar. Si un hombre es tramposo eso no importa; si es un adúltero o un abusador o un ladrón o un bribón callejero, no importa. En tanto sea un buen forjador será respetado, se le tratará como es debido y con deferencia. En la soledad y oscuridad de su cuarto, Amadeo comprende muchas cosas que pasó por alto cuando poseía todas sus facultades".

En este pasaje reside una de las grandes virtudes de la novela y por tanto de su autor: la capacidad de concebir al personaje con la sensibilidad suficiente para comprender su modo de pensar a pesar de sus terribles actos, sus humanas miserias, de las cuales no se ahorra ninguna al lector. Al autor debemos agradecer la sutileza para hacernos entender el sistema de trampas y coartadas que permiten a Amadeo Terra convivir con su destino.

Parte de esa sutilidad consiste en hacer creíble el momento en que el personaje, sin nadie ante quien justificarse, debe rendir cuentas ante sí mismo mediante un meticuloso y cruel ejercicio de memoria. Sólo así, con la complicidad del propio Amadeo, se puede entender un tipo de mentalidad masculina que ahora parece distante pero que, dada la profundidad de su arraigo en la idea de lo masculino, sobrevive aún.

Un hombre a través del pasado

En un artículo y alguna que otra entrevista el autor ha declarado que El forjador de puros es resultado de un dramático desvío de su plan original. Lo que iba a ser una extensa saga sobre la emigración cubana a Tampa y la vida de los tabaqueros, un gran fresco histórico, terminó en la reflexión sobre sí mismo de un hombre a través del pasado. No es que la Historia con mayúsculas esté ausente en estas páginas: las referencias directas o indirectas a la vida colonial, las dos guerras de independencia, la presencia de José Martí y las dificultades laborales de los tabaqueros emigrados en Tampa aparecen una y otra vez en estas páginas, si bien de manera episódica.

De los veinte años de investigación que, según confiesa el autor, empleó en indagar sobre estos temas, se ofrece una fracción relativamente pequeña. Sin embargo, pese a su aparente ausencia, este conocimiento se hace tangible en la precisión de ciertos detalles y el sentido de verosimilitud con que envuelve la trama. Entiendo o al menos creo entender el sentido y el valor que llevó a Medina a prescindir de buena parte de todo este esfuerzo.

En el artículo mencionado, el autor apunta que empezó a escribir un libro sobre historia y terminó uno sobre el destino, porque cuando historia y destino se encuentran en un individuo se hacen inseparables. Por otra parte, en un comentario sobre el libro Exiled Memories, la crítica Isabel Álvarez Borland refiere que los recuerdos de Medina se convierten en medio para asegurar la sobrevivencia de una identidad colectiva.

En el caso de El forjador de puros, el autor avanza por otros territorios, mucho más personales, individuales. El sentido de esta decisión responde a que cuando se asumen las responsabilidades por las que ninguna otra persona puede responder, cuando no se trata de ser algo sino simplemente de ser, la historia y las identidades colectivas no son sino una disculpa, un refugio más o menos cómodo, más o menos engañoso.

Pablo Medina, en cambio, ha obligado a Amadeo Terra a salir a la intemperie donde se expone todo destino humano cuando se confronta a sí mismo, un riesgo que cada lector puede sentir en su piel, empezando por el primero de ellos: el escritor.

Mucho más se puede decir de este libro, del equilibrio de su estructura, de la cadencia de sus frases, que aunque escritas originalmente en otro idioma, resultan extrañamente familiares. Sin embargo, he preferido empezar y terminar por ese viejo riesgo cada vez más desusado de revolver en las entrañas de los personajes las de toda la humanidad. Basta este riesgo para que no pueda evitar extenderle mi agradecimiento de lector.


« Anterior12Siguiente »