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Los 100 sones cubanos que seleccionaron 500 cubanos

¿Están seleccionados con algún criterio o sistema estos cien sones cubanos, como los distintos, los diferentes por alguna razón, de los cientos que se han escrito?

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En abril de este año, tuve el gusto de conocer en el evento El Carnaval de las Artes, que se celebra anualmente en Barranquilla (Colombia), al músico cubano Edesio Alejandro, un talentoso guitarrista y compositor que tuvo la cortesía de dedicarme su colección discográfica 100 Sones Cubanos. En ese evento, Edesio exhibió con mucho éxito el DVD que forma parte de dicho proyecto, del que hablaremos después. Me propuse hacer un estudio detenido de un trabajo tan importante, pero otros compromisos me impidieron hacerlo hasta este otoño.

La presentación del proyecto es muy atractiva: una pequeña caja con una atrayente portada, y al dorso, el final del texto explicativo de los CD. Ya veremos por qué razón. Cuando se abre la caja, se divide en cuatro partes. La primera, a la izquierda, contiene el pequeño librito en español e inglés donde se explica cómo se realizó el proyecto. Le sigue entonces otra parte donde se encaja el primer disco, o sea, el DVD en que se ve cómo se realizaron las grabaciones de 31 de los 100 números que comprenden el proyecto: y es lo mejor de la colección, desde el punto de vista cinematográfico: paisajes cubanos, pueblos y ciudades, etc.

Cuando se saca el DVD de su sitio empiezan las dificultades: está encajado en una pieza de plástico transparente y debajo está el detalle de los títulos de las canciones, autores, etc. El material es transparente, pero como necesita tener dobleces en ciertos sitios, en ellos no se puede leer lo que dice abajo, coincidiendo con algunas letras que necesitamos descifrar.

Esto empeora cuando en las secciones 2 y 3 intentamos manipular los CD. En la sección 2 se han colocado dos CD, uno encima del otro, de manera que para sacar el dos, hay que necesariamente sacar el uno, y viceversa. Para ver las canciones que contiene el dos, no puede estar en su sitio el uno. En ambos casos resulta difícil sacarlos de su enganche, y hasta uno teme pueda romperse o jorobarse el CD. Por supuesto, se hace más difícil la lectura de las notas, ahora con más dobleces para sujetar dos discos. Lógicamente, esto se agrava en la cuarta sección, que sostiene tres CD, con lo que se hace aún más difícil manejarlos. Yo opté por mantener los 5 CD en bolsas de papel aparte, para poder así leer, aun con dificultad, los textos que con tanto material no caben en estas tres secciones, y por eso terminan en la parte trasera de la caja.

Aunque el exterior de la caja dice 100 Sones Cubanos, el texto explicativo del proyecto habla de “Los 100 sones cubanos”. Y eso es cosa muy distinta: ¿están seleccionados con algún criterio o sistema estos cien sones, como los distintos, los diferentes por alguna razón, de los cientos de sones cubanos que se han escrito? Uno se pregunta qué criterio se siguió para la selección.

En el año 2000, yo produje algo parecido: un proyecto que llamé “100 Canciones cubanas del Milenio”. No me atreví llamarlas “las mejores”, ni tan siquiera “Las”, sino simplemente 100. Con mi experiencia de decenas de años bregando con la música cubana, traté de hacer una muestra representativa de los más importantes compositores e intérpretes de nuestra canción y las variaciones que en el estilo de la misma habían ido surgiendo. No se imaginan la cantidad de reglas que tiene uno que establecer para lograr ese propósito. Primero, ceñirse estrictamente a canciones y otros géneros musicales no bailables; dentro de ellos, mantener un balance cronológico, para que estén representadas las distintas etapas de esos cien años; ponerle un límite a ciertos compositores muy conocidos, para que no acaparasen un número grande de los cien puestos disponibles, y lo mismo con los intérpretes. En mi caso, además, tenía otras limitaciones, como disponibilidad comercial de las grabaciones a usar.

Pero Alejandro usó otro método, según explica en su nota: “Finalmente para seleccionar las canciones que integran esta compilación decidí entrevistar a más de 500 personas del pueblo haciéndoles la siguiente pregunta: ¿El día que te vayas de este mundo, qué son te llevas?”. Esta frase lo deja a uno lleno de interrogantes: cuando se habla de personas del pueblo, ¿significa poblanos, gente que vive en pueblos, no ciudades? ¿O significa gente sin preparación académica? Lo que entraña, me parece, una discriminación. Tampoco sabemos si fueron de ambos sexos, así como las edades y las provincias en que se hicieron las entrevistas. Suponemos también que el productor tomó esos 500 títulos que logró de sus entrevistados, y no sé cómo, escogió entre ellos las cien canciones que conforman su colección discográfica.

Al analizar al detalle la selección, nos encontramos que de los 100 números seleccionados algunos pertenecen al período que comienza a fines del siglo XIX, con el surgimiento del son, y que termina el 31 de diciembre de 1958: el primero de enero de 1959 comienza una nueva etapa que marca cambios básicos de la cultura popular, siendo parte de ella la música. De esa primera etapa hay 69 canciones, y de la segunda, 31. Decimos canciones, no sones, porque un buen número de las escogidas no son sones. Consideramos son el número musical así clasificado por su autor.

¿Cuál es el criterio a aplicar?

Si aplicamos el criterio anterior a los cien “sones”, encontramos:

En el CD No. 1-5: “Mensaje de amor”, de Carlos Manuel Delgado (1880-1950). Este es un bolero, como lo muestra la misma grabación, usando el cinquillo propio de la primera época del bolero, a la que corresponde. Lo conocíamos por el nombre de “Si fuera como tú”, que coincide con la letra, no el título aquí usado. Por lo menos así está en lo que parece ser su primera grabación hecha por las Hermanas Fáez en el CD el CD Detour 3984-26933-2 (1999).

No. 1-6: “Retorna vida mía”, un bolero de Sindo Garay. De hecho, como en el caso anterior, se graba con cinquillo, propio del bolero y no del son. Fue posiblemente grabado por primera vez por el Dúo Cabrisas-Farach con el asesoramiento del propio Sindo, en 1959, y editado por Lp Panart 3032.

No. 1-12: “Soy como soy”. Bolero de Pedro Junco, su más conocido, y hasta donde sabemos, desde René Cabel, que fue su primer intérprete, siempre se ha respetado su carácter de bolero.

No. 1-14: “Tiempo entero”. Es una guaracha, según aparece en el Lp Areito 3327, grabado por Los Compadres después de 1958, pero posiblemente su primera grabación. Los Compadres tenían bien claro la distinción entre una guaracha y un son.

CD No 2-2: “El carretero”. Es una guajira grabada por su autor, Guilermo Portabales, en Miami, 1967, Lp. Gema.

No. 2-3: “Siguaraya”. Es un afro, género musical cubano que tiene características propias, de la autoría de Lino Frías, grabado como tal por Benny Moré en 1951, en México.

No. 2-4: “Y tú qué has hecho”. Bolero de Eusebio Delfín, grabado por el autor como tal en 1925.

No. 2-9: “Pachito el ché”. No es un número cubano, ni son. Es del colombiano Alex Tovar.

No. 2-12: “Chencha la gambá”. En realidad, es “Camina como Chencha la gambá”. De Ñico Saquito, guaracha grabada por Mirta Silva en Nueva York en 1946.

No. 2-16: “A mí qué”. Guaracha de Jesús Guerra, ca. 1942.

En el CD No 3-2: “Compay gallo” o “Cuidadito compay gallo” es una guaracha de Ñico Saquito que le grabó en 1937 el Trío Matamoros. Es uno de los números más emblemáticos del género guaracha.

No. 3-4: “Pare cochero” es una guaracha de Marcelino Guerra con letra de Miguel Banguela, que grabó por primera vez la Orquesta de Mariano Mercerón en 1941.

No. 3-5: “Pedacito de mi vida” es una guaracha de Radeunda Lima que grabó Celina González en 1956 y aparece en un Lp Kubaney; así la considera también Mireya R. Fanjul en la biografía de Celina que acaba de publicarse (Editorial Letras Cubanas).

No. 3-6: “Eso no tiene remedio”, de Caridad García, es una guaracha que grabó la orquesta Aragón en 1980, Lp Areito 3984.

No. 3-7: “Bilongo” es una guaracha de Guillermo Rodríguez Fife, que se hizo popular con el nombre de “Quiquiribú mandinga”, con la grabación que de ella hiciera el Conjunto Casino en 1949.

No. 3-8: “María Cristina” es también una guaracha de Ñico Saquito que tuvo muchas grabaciones, siendo quizás la primera la realizada para el sello Victor en 1950, por el trío de Servando Díaz.

No. 3-9: “No me voy a disgustar”, de José Beltrán. Tengo mis dudas, pero creo que es un chachachá que tocaba la orquesta Aragón.

No. 3-15: “A toda Cuba le gusta” es una guaracha de Remberto Bécker que popularizó en 1943 la orquesta de los Hermanos Palau con su grabación de la misma.

No. 3-17: “El que usted conoce, no soy yo” es una guaracha de Enrique González que grabó, entre otros, Senén Suárez con su conjunto en 1957 para el sello Panart.

CD No. 4-9: “La botija de abuelito” es una pachanga que grabó su autor, Rudy Calzado, con su grupo en un Lp de la década de los 60, hecho en Nueva York.

No. 4-10: “Rumbero de ayer”, de Benny Moré, lo grabó en 1951, denominándolo como rumba.

No. 4-13: “Pregúntame cómo estoy” no es de Pedro Aranzola, sino de Julio César Fonseca, y se trata de un chachachá que grabara la orquesta Aragón en 1971.

No. 5-1: “Cachita” es una rumba del compositor puertorriqueño Rafael Hernández, que hiciera popular en el mundo entero la orquesta Casino de la Playa, con su grabación en 1937.

No. 5-3: “El yerberito moderno” es un chachachá-pregón de Nésto Mili, que popularizó Celia Cruz con su grabación. Lo curioso es que en esta grabación el grupo lo interpreta como chachachá en un proyecto que se supone dedicado al son.

No. 5-4: “Que viva Changó” o “A Santa Bárbara”. Este número de Celina, que fue grabado varias veces por ella, se denomina a veces “campesino”, “guaguancó” o “guajira son”. Por su tiempo rápido, no se puede considerar un son.

No. 5-5: “Cienfuegos”. Su autor, Benny Moré, la catalogó como guajira cuando la grabó en 1956.

No. 5-8: “Maracaibo oriental”, de José A. Castañeda. Se identificó como changüí en la grabación en que se dio a conocer, hecha por Benny Moré en 1958. Aunque algunos consideran el changüí como una variedad del son, yo me inclino por la tesis de los que sostienen que se trata de un género aparte, como Benjamin Lapidus en su libro sobre ese género, y en los trabajos del investigador cubano José Cuenca Sosa.

No. 5-13: “El guararey de Pastorita”. Lo mismo que el caso anterior, es un changüí de Roberto Baute.

Un error colosal

En total, tenemos 28 números que no son originalmente sones, y tengo dudas sobre si son sones o no algunos compuestos a partir de 1959. O sea, casi la tercera parte de “Los 100 sones cubanos” no son sones. Lo curioso es que al escuchar muchos de ellos se nota, por el tiempo más rápido, en el caso de las guarachas, o en la orquestación, en el caso de los chachachá, que no se trata de un son: es posible que las “500 personas de pueblo” que hicieron la selección se equivocaran, dada la ignorancia que existe en cuanto a la música cubana en Cuba de antes de 1959. Aunque se supone que el productor y las personas que lo asesoraron tendrían que notar este colosal error.

Si relacionamos los compositores citados, veremos que hay 10 canciones de la autoría de Miguel Matamoros. Después de él, parece que el compositor más conocido por “los 500 cubanos del pueblo” es Edesio Alejandro, con 6; le sigue Ignacio Piñeiro, con 4; Ñico Saquito, Benny Moré y Lorenzo Hierrezuelo, con 3 cada uno; otros cuatro compositores, con 2; y el resto solamente aparece una vez. Claro que esta lista habría que revisarla, porque, como vimos, casi una tercera parte de los sones no son tal.

Es deplorable que “los 500” hayan prescindido del Sexteto Habanero y sus compositores, el grupo que hizo popular el son en Cuba desde la segunda década del siglo pasado: se nota la ausencia de sones como “A loma de Belén”, “Cabo de la guardia” y “Tres lindas cubanas”. No aparece tampoco otra figura esencial del son, como es Arsenio Rodríguez, en números como ”El reloj de Pastora”. Tampoco figura Eliseo Grenet, autor del son que puede considerarse la canción protesta más importante, más conocida, que se haya escrito en Cuba: “Lamento cubano”.

En cuanto a las interpretaciones del repertorio antes reseñado, aquí sí debemos celebrar el acierto de Edesio Alejandro, al incluir músicos veteranos, muchos de los que en Cuba llaman “del interior de la isla”, como denominan casi despectivamente los habaneros a los restantes habitantes de Cuba; y todavía en mayor medida, talento joven de toda la isla. En el aspecto instrumental, es muy positivo el enfoque, con agrupaciones musicales, instrumentos, arreglos y, en consecuencia, sonidos no escuchados frecuentemente; en el aspecto vocal, desgraciadamente, algunos de los cantantes jóvenes usados no saben sonear; pero también se oyen voces adecuadas al empeño.

Parece increíble que la Academia Latina del Grammy haya nominado este proyecto para uno de sus premios: demuestra una vez más la ineptitud de este organismo, que recientemente eliminó una serie de categorías importantes de nuestra música latina.

El DVD que acompaña el proyecto está muy bien logrado. Alejandro se mueve “en el interior de la isla” mostrando la belleza del paisaje cubano, de sus poblados y ciudades, monumentos, su gente, sus músicos campesinos.

Por ese DVD, aun con todas las irregularidades que he señalado, recomiendo la adquisición de “Los 100 sones cubanos”, esperando que este trabajo les ayude a disfrutarlo, quizás no como un homenaje al son, pero sí a la música cubana en general y a sus creadores e intérpretes, de ayer y de hoy.


Para los que quieran ampliar detalles de las referencias discográficas que mencioné, pueden acudir a mi Discografía de la música cubana, 1989-1960. Y los que quieran comentar sobre este trabajo, empezando por Edesio Alejandro, pueden escribirme a fundmusicalia@caribe.net.


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