Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Cine, Arte 7

Los hombres siniestros

El director holandés Anton Corbijn se enfrenta a un filme al que le sobra trama, pero ello no le impide trabajar todos los ángulos del thriller político con eficacia

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Llevar al cine una novela de John le Carré no es tarea fácil. A pesar de cultivar el género de espionaje, sus personajes principales son antihéroes. Su clásico espía George Smiley es un hombre abatido, maltratado por la vida física y espiritualmente, un individuo de pocas habilidades atléticas, que se mueve mejor entre burós, manuscritos, fotos y mapas. Su fuerza radica en su capacidad de pensamiento y no en la acción. Su nuevo personaje, Gunther Bachmann, está cortado por la misma tijera que Smiley.

Además, en sus narraciones, el dramatismo reside en describir y escudriñar las intrigas palaciegas. Los enfrentamientos sutiles que tienen lugar en los pasillos que sustentan a los mecanismos de poder, con seres que están obligados a operar en el anonimato. Sin embargo, sus novelas continúan llevándose al cine.

Cuando se detecta la entrada ilegal de un misterioso inmigrante checheno, que llega con una carta y una llave en su poder que le pueden abrir el acceso a millones de dólares, Gunther Bachmann ve la oportunidad de tender una trampa alrededor del doctor Abdullah, un filántropo árabe que dona millones a organizaciones de ayuda al desarrollo de las comunidades islámicas en Europa y a la educación por la resolución pacífica de conflictos, pero que Bachmann sospechas, con bastante pero improbable certeza, que desvía parte de sus contribuciones a financiar entidades terroristas.

Bachmann dirige un oscuro grupo de contrainteligencia que opera casi autónomamente y en el mayor silencio, a veces en oposición a otros servicios policiales, en la ciudad de Hamburgo. Defenestrado tras habérsele responsabilizado con la destrucción de una célula de espionaje que dirigía en Líbano, busca desaforadamente su reivindicación y vive entregado a evitar que Hamburgo se vuelva a convertir en una ciudad de plataforma de grandes actos terroristas, como recuerda el filme al principio, la ciudad en la cual Mohamed Atta planeó el ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001.

La película detalla los avatares de Bachmann y su grupo, sus conflictos con las diferentes fuerzas involucradas en vigilar a Abdullah y a Issa Karpov, que es el nombre del terrorista checheno, incluyendo la presencia de una agente de la CIA, de aspecto calmadamente sombrío. Un mundillo que se mueve entre conspiraciones y traiciones, poblado de personajes siniestros cuyos intereses son siempre cuestionables y donde nada es explícito.

Todo transcurre de manera lineal y con pocos tropiezos, solo que quien conoce la obra de le Carré anticipa que algo trágico tiene que suceder al final de estos laberintos tan fácilmente transitados por Bachmann y su célula, pero en realidad, el final resulta inesperado.

El director holandés Anton Corbijn, quien tras dirigir documentales sobre U2 y Metallica, debutó en el largometraje de ficción con Control (2007), una radiografía psicológica sobre el cantante del grupo Joy Division y cuyo segundo encargo fue The American (2010), un thriller psicológico a tiempo lento, con la actuación de George Clooney, parece hecho a la medida para dirigir este filme. Corbijn se caracteriza por tomarse su tiempo y no dejar escapar los detalles psicológicos. Si en The American le faltó guión, aquí le sobra trama, pero no desaprovecha ningún elemento y trabaja todos los ángulos del thriller político con eficacia.

Andrew Bovell (Lantana y Head On) adaptó la novela homónima de John le Carré con la asistencia del novelista y se vio obligado a comprimir 330 páginas de texto en un libreto de dos horas. Para ello tuvo que trabajar con estereotipos y por ende en algunos casos simplificó demasiado personajes como el de Issa Karpov, interpretado por el excelente actor ruso Grigroi Dobrygin, impecable en la excelente How I Ended This Summer, quien aquí no tiene mucho con lo cual trabajar, o hizo demasiado obvios algunos personajes, como el de Robin Wright, quien interpreta con suavidad a la agente de la CIA, pero cuyo personaje queda más definido por cortes de pelo y trajes de sastre.

Nina Hoss (Barbara, The Anarchist’s Wife, Jericó), a pesar de su breve papel como una de los ayudantes de Bachmann, demuestra una vez más por qué es una de las mejores actrices alemanas del momento. El actor hispano-alemánDaniel Brühl (Rush. Good Bye Lenin, 7 Days in Havana) interpreta un pequeño papel en el cual no puede destacarse mucho, pero lo hace bien.

La ironía esta vez la aporta Philip Seymour Hoffman en su último papel. A pesar de que me molesta que en una película hablada en un mismo idioma los actores afecten un acento extranjero, el sutil acento alemán con el cual interpreta al personaje de Bachmann, resulta convincente y perdonable, después de todo, el resto de los actores proviene de varios países y todos aportan su acento al inglés de este reparto variopinto. Hoffman se mete de una manera en su personaje que no deja lugar para imaginarse a Bachmann de otra manera. Está perfecto en su canto de cisne.

La fotografía del francés Benoit Delhomme (Sade, What Time Is It Over There?, The Proposition), capta los diferentes matices de Hamburgo, que pasa de telón de fondo de la acción a ser un personaje más en la trama.

A Most Wanted Man es un filme convencional y con defectos, está muy lejos de ser una obra maestra, pero lleva con ligereza el peso de una trama compleja, la narración se desenvuelve con soltura y nunca se rebaja a la solución fácil ni al truco pueril. Deja que las miradas, los diálogos y los gestos expresen con naturalidad el lado siniestro que seoculta detrás de cada situación.

A Most Wanted Man (EEUU/Alemania/Reino Unido, 2014). Dirección: Anton Corbijn; Guión: Andrew Bovell y John le Carré, basado en la novela homónima de le Carré; Director de Fotografía: Benoit Delhomme; Con: Philip Seymour Hoffman, Grigori Dobrygin, Robin Wright, Nina Hoss y Daniel Brühl. De estreno amplio en todo Estados Unidos y próxima a estrenarse en la Unión Europea.


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