Actualizado: 28/03/2024 20:07
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CON OJOS DE LECTOR

Moisés, quién lo diría, bailaba danzón

El percusionista Roberto Rodríguez fusiona los ritmos cubanos con el klezmer judío, en una combinación musical en apariencia incongruente y difícil de imaginar.

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Sones y danzones con reminiscencias judías

Acerca de este último, recojo aquí unos breves datos. Se trata de un género musical que surgió en la Europa del Este, desde donde se extendió a otros países debido a la larga historia de destierros y emigraciones del pueblo hebreo. Originalmente, era interpretado por artistas nómadas que gozaban de mala fama por su excesiva afición al vino y a las mujeres (la palabra klezmer y sus derivados, kleizmorin, klezmeruke, kleizmeriwke, eran de hecho insultos). Pero pese a ello, esos músicos constituían el único recurso con que contaban las villas y los guetos judíos para celebrar fiestas y acontecimientos como las bodas. Los instrumentos básicos del klezmer contemporáneo son el clarinete, el acordeón y el violín, aunque de acuerdo a la región pueden ser intercambiables o ampliables a la guitarra, el piano y el cimbalón. Los músicos itinerantes que lo tocaban fueron incorporando expresiones propias de los pueblos en donde se asentaban (Polonia, Rusia, Ucrania, Hungría, Rumania, Bulgaria), así como elementos de la música turca, gitana y balcánica.

Los pogroms de finales del siglo XIX y comienzos del XX, más la persecución de los judíos por parte del nazismo, hicieron que el klezmer fuera desapareciendo, y en la década de los cincuenta era difícil encontrar jóvenes religiosos judíos que lo conocieran. Su resurgimiento se debe a los emigrantes europeos que llegaron a Estados Unidos, y que a partir de los años setenta lo recuperaron y lo abrieron a otros géneros populares. En Nueva York, el klezmer ha convivido, por ejemplo, con el jazz, lo cual ha hecho que su expresividad cambie y se acerque a los modos de esa música.

La cubierta de El Danzón de Moisés resume de modo expresivo la base conceptual sobre la cual se sustenta la propuesta musical de Roberto Rodríguez. En la misma aparece la bandera cubana, pero una mirada atenta nos permite descubrir que la estrella blanca de cinco puntas ha sido reemplazada por la estrella de David, uno de los símbolos del judaísmo. Algo similar ocurre cuando se escuchan las nueve composiciones recogidas en el compacto. En su mayoría, son danzones y sones que aunque se identifican como tales, poseen algunas sonoridades inusuales. Éstas vienen dadas, en buena medida, aunque no sólo, por la presencia de instrumentos extraños como tubas, acordeones y bombardinos, con los cuales adquieren otros aires. Así, en The Shrvitz se incluye un insólito y brillante solo de tuba de Marcus Rojas, quien también tiene otra oportunidad de lucimiento en El Danzón de Moisés. En Guahira, el tratamiento del violín incorpora acordes tangueros en una célula rítmica de chachachá.

En Baila! Gitano Baila!, Roberto Rodríguez se orienta hacia una línea más alegre y ecléctica. A los ingredientes cubanos y judíos, se suman ahora otros que son producto del mestizaje, como el safardí. Hay asimismo una apertura a otras manifestaciones de la música caribeña, así como una presencia más notoria de los ritmos afrocubanos. En cuanto a Oy Vey…Ole!!!!, está conformado por revisitaciones de algunos temas de los dos compactos anteriores ( El polaco, El Danzón de Moisés, Dice el sabio Salomón, Paseo del Prado) y por otros nuevos ( Pirulí, A Turkish Chasseneh, Miami Beach Rhumba, Elephant Tap Dance, Song of Manila). Todos poseen el aliciente impagable que les da la contribución de Irving Fields. Al escucharlo tocar el piano con tanto virtuosismo, resulta difícil creer que ha superado ya los ochenta años.

Conocida la trayectoria artística cumplida hasta ahora por Rodríguez, resulta perfectamente coherente que su nombre figure en un proyecto como Maurice El Médioni meets Roberto Rodríguez. Descarga Oriental. The New York Sessions (Piraña Musik, Berlín, 2006). Dos músicos que comparten similar experiencia como exiliados, un judío argelino que vive en Marsella y un cubano de El Vedado que reside en Nueva York, se reúnen para encontrar que entre el Caribe y el Magreb existen más afinidades de las que uno pudiera imaginar. Y si no, compruébenlo ustedes mismos.

Nacido en Orán, en 1928, Maurice El Médioni creció en una comunidad sefardita. Desde niño demostró poseer vocación musical: a los nueve años aprendió piano, y era aún un adolescente cuando lo contrataron en un bar, donde tocaba para los soldados norteamericanos que habían liberado Argelia de la ocupación nazi. De los afroamericanos aprendió el boggie-woogie; de los puertorriqueños, la rumba. Se nutrió también en el pop francés, el jazz, la música arábigo-andaluza, así como de artistas judíos como Lillie Boniche y Lili Labassi. Después que Argelia se liberó, se fue con su familia para París, donde vivió durante varios años. Bautizado por alguien como "el Rubén González del Magreb", es admirado y respetado por representantes de diferentes generaciones. Khaled, la estrella del raï, lo cita como uno de los héroes de su infancia, y ha dicho sobre él: "Siempre he amado su manera de tocar. Maurice representa la época cuando la música era pura y no había guerras entre judíos y árabes, cuando nos reuníamos para hacer música y compartir cosas".

Descarga Oriental recupera aquel espíritu de tolerancia y convivencia, para crear a través de la música un rico tapiz transcontinental. Maurice El Médioni y Roberto Rodríguez, dos artistas que practican la fusión y el mestizaje, compartieron el trabajo del cual surgió el compacto. El primero asumió la composición de los nueve temas, a los que después agregó su voz y acompañó al piano. Por su parte, Rodríguez realizó la producción y los arreglos, y se incorporó además como percusionista a los otros cuatro músicos que tomaron parte en la grabación. Esa conjunción de ritmos y culturas tan distantes y ajenos en apariencia, cristaliza en un fascinante y nostálgico cóctel. Y tras concluir la audición del disco, uno simplemente se pregunta cómo es que un proyecto como éste ha demorado tanto en realizarse.


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