Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Con ojos de lector

Muchos versos, pero poca poesía

Oscar Hijuelos y Lori Marie Carlson compilan una selección de poesía cubana del siglo XX, en la que los autores de la Isla son los grandes ausentes.

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Autores cuya ausencia es escandalosa

Puestos ante el dilema de tener que prescindir, por las razones antes expuestas, de una porción sustancial de nuestra producción poética, Hijuelos y Carlson pudieron haber optado por presentar una muestra representativa que se circunscribiera a los creadores del exilio. Pero Burnt Sugar falla también en ese sentido. Al lado de poetas como Kozer, González Esteva, Pérez Firmat, Padilla, Florit y Cuza Malé, entre otros, se ha dado cabida a otros nombres que en realidad no pasan de ser eso que Julio Cortázar bautizó como peotas. No voy a detenerme a especificar quiénes caen en esa categoría, pues los lectores de este diario son ya creciditos, usan pantalones o faldas y salen solos por la noche. Pueden, por tanto, aplicar su criterio y separar por sí solos la paja del heno.

Señalo, en cambio, unos cuantos nombres cuya ausencia en Burnt Sugar es escandalosa. Empiezo, y ahí es nada, por el de Gastón Baquero, al cual hay que agregar los de Juana Rosa Pita, William Moro, Reinaldo García Ramos, Magali Alabau, Armando Álvarez Bravo, Octavio Armand, Amando Fernández, Emilio de Armas, Félix Cruz-Álvarez, Carlos A. Díaz Barrios, Néstor Díaz de Villegas, Félix Lizárraga, Manuel Díaz Martínez, Lorenzo García Vega, Justo Rodríguez Santos, Iraida Iturralde, Julio Miranda, Francisco Morán, Jorge Oliva, Isel Rivero, Roberto Valero, Raúl Rivero… y podría continuar. Varios de ellos residen incluso en Estados Unidos. Entonces, ¿cómo se explica que quienes son presentados como "dos de las más famosas autoridades en el tema" desconocieran sus obras, tal como hace suponer el hecho de que hayan quedado excluidos de Burnt Sugar?

Ignoro, por otro lado, qué utilidad y sentido puede tener para cualquier lector el breve texto introductorio escrito por Hijuelos. No tiene como objetivo proporcionar alguna información, aunque sea elemental y mínima, que sirva para ubicar en su contexto a los autores y a sus obras. El autor de Los reyes del mambo tocan canciones de amor dedica TODO el espacio a hablar… ¡de su mamá! Cuenta que vino a Estados Unidos en 1940, y durante los sesenta años que vivió aquí no olvido ni por un segundo "la gloria y belleza de Cuba" (en español, en el original). Apunta que escribía poemas, algo muy común en la Isla, y reproduce uno de ellos. Agrega que "she loved birds, los pajaritos, that sang in her garden, and often compared herself and her female companions to them, fluttering along in life, coquettishly. Angels and flowers were rife in her poems as well". Comenta que si no le hubiera tomado tantos años y si hubiese podido asistir a la Universidad, "she might have well inmersed herself in the great legacy of Cuban poetry, but this was not posible for her in her time".

Define su ideología y dice que ella "had never been enamored of the Cuban revolution, which had, in effect, shut her off forever from her homeland". Sin embargo, "when she spoke of the Cubans on the island, she never did so with severity; they were «los pobrecitos» —the poor ones— who had been overwhelmed by historical circumstances". Y finaliza así su introducción: "So I like to think of this anthology as something she World have much enjoyed, for it is not about politics, but about voices, other Cuban voices different from her own, but each representing a different aspect of the «diaspora» that we Cubans, born here or there, represent. This is the kind of book that would have surely amazed her". A que se han quedado mudos ante tanta bobería, a que sí.

Poco más merece escribirse sobre este libro lamentable, hecho con tan escaso rigor y tan poco conocimiento del tema. Sólo es de lamentar que una buena oportunidad para divulgar nuestra poesía haya sido tan mal aprovechada. En fin, otra vez será.


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