Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Cine, Arte 7

Nada para comprar

Perugorría termina haciendo un cine muy viejo, muy envejecido, muy inferior al de los predecesores que intenta homenajear

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En su debut como director de largometrajes (Afinidades, 2010), Jorge Perugorría contó con la colaboración de Vladimir Cruz. Su segunda incursión fue en un filme mayormente documental (Amor Crónico, 2012) en el cual se añade una trama ficticia secundaria para dar un poco de vida al personaje central de la cantante CuCu Diamantes, en cuya gira por Cuba se basa la película. En ambos casos los resultados artísticos fueron desastrosos, pero hay culpa para repartir. En este su tercer largometraje toma total responsabilidad del guión y de la dirección.

Se vende comienza con un diálogo entre la protagonista Nácar (Dailenys Fuentes) y el espíritu de su madre muerta (Mirta Ibarra), al lado de la tumba familiar. Inmediatamente hay un monólogo interior de Nácar, mientras la cámara la sigue en su camino de salida del cementerio, en el cual se resumen, con cierta ingeniosidad, cuatro décadas del azaroso avatar cubano y del arte de la supervivencia. Nácar es una laboratorista asediada por problemas de dinero y su madre, una auténtica sobreviviente de primera clase, le acaba de aconsejar, desde el otro mundo, que venda la bóveda familiar. Apenas salida del cementerio conoce a Noel, un buscavidas protagonizado por Perugorría, que lo mismo maneja un ciclotaxi de un amigo, que vende libros en la Plaza de Armas, eso sí, lo único que no compromete y que mantiene medio encubierto, es su arte, porque resulta que es pintor, algo culturalmente redimible tenía que tener el personaje.

Nácar tiene una compañera de trabajo, Pilar (Yuliet Cruz), que es más experta y está más actualizada en el arte de sobrevivir que su madre, y le aconseja qué hacer y le organiza gran parte de la operación, la cual se extiende mucho más allá de los propósitos iniciales de Nácar y es conducida principalmente por Noel. A partir de ahí, la película se convierte en una cadena de viñetas con lo peor y más trillado del sainete que se supone que complementen la trama y se conviertan en pinceladas de la realidad cubana actual. Un intento de mirar con sarcasmo comedido la tragedia nacional. Todo el humor negro se elimina en un final feliz con gran baile amenizado por Los Van Van.

Perugorría ha escogido un estilo costumbrista de narrar, pero utilizando lo más convencional del género. Esto no sería ningún delito, pero lo que lo que precipita este filme por el abismo artístico es su pretenciosidad. Es su afán abarcador de una supuesta crítica a la realidad, que en realidad no aporta nada nuevo, lo que diluye la trama y algunas situaciones que pudieron ser explotadas mucho mejor. El propio director ha declarado que es su homenaje a Titón (Gutiérrez Alea) y a Tabío, sus dos maestros, pero lo que resulta en pantalla son remedos de secuencias de La muerte de un burócrata, Guantanamera, Plaff y El cuerno de la abundancia, entre otras, así como planos sacados de Juan de los muertos y otros filmes recientes, pero sin aportar nada. También hay alusiones a El esqueleto de la señora Morales, pero Perugorria introduce todos estos elementos de manera burda y gratuita, con leit-motifs (las secuencias de la guagua y del baño entre los protagonistas) que resultan cansones por predecibles. Las alusiones intertextuales, los puns y las bromas internas tienen que manejarse con mucho cuidado y verdadera sutileza, si no, a la larga, y es lo que sucede con este filme, no le dicen nada a los que no tienen el conocimiento necesario para darse cuenta, y resultan pedestres para los que se pueden dar cuenta.

Aparte de mesuradas, las criticas aquí se dirigen a lo que todo el mundo ya sabe y no se puede ocultar acerca de la realidad cubana, así como a momentos anteriores que han sido mejor atacados por el propio Tomás Gutiérrez Alea, o por Esteban Insausti y Eduardo del Llano en sus cortometrajes. Perugorría termina haciendo un cine muy viejo, muy envejecido, muy inferior al de los predecesores que intenta homenajear y totalmente desvinculado del estilo y la acidez crítica mostrados por las nuevas generaciones de directores como Carlos Lechuga, Carlos Quintela y Sebastián Miló.

Dailenys Fuentes hace lo que puede con las limitaciones dramáticas que presenta su papel de Nácar. Este es su debut cinematográfico. Su formación viene del teatro, participando del Estudio Teatral El Chinche, y ha trabajado en una popular serie televisiva (Bajo el mismo sol). Yuliet Cruz aprovecha, una vez más, la oportunidad que se le da y lleva su personaje mucho más allá de su paisaje. Me atrevo a decir que Cruz (Melaza, La película de Ana, Habana Eva y Habana Blues) es la mejor actriz de reparto que hay en Cuba hoy en día, y si no digo estelar, es porque no ha tenido todavía la oportunidad de mostrar todo su potencial. Perugorría se concede el rol de un personaje poco creíble y demasiado estereotipado. Un Lazarillo caribeño capaz de llenar de lujuria y de deseo por él, en menos de cinco minutos, a la protagonista, que es diecinueve años más joven. Yo creía que ese edipismo pacotillero solamente se daba en Hollywood.

Por su poder de convocatoria, hace desfilar por la pantalla, en cameos o en roles muy menores, a actores conocidos del público cubano, como Mario Balmaseda y Mirta Ibarra, quienes aparecen mayormente en flashbacks, y Coralia Veloz, Mario Limonta, Aurora Basnuevo, René de la Cruz y Patricio Wood. Hasta CuCu Diamantes sale brevemente montando un almendrón.

La fotografía del experimentado Ernesto Granado, con quien ya había trabajado en Amor crónico, es muy buena, pero por la naturaleza del filme no le aporta nada, solamente lo hace lucir bien. Igualmente, la música de Los Van Van, de David Torrens y de Carlos Varela, solamente la hacen sonar un poquito mejor. La película fue exhibida en el más reciente Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana el pasado diciembre y ganó el Coral de la Popularidad. Es obvio que el público cubano se ha vuelto poco exigente a la hora de pasar un buen rato. Como comedia y entretenimiento, Se vende resulta ajada y pronosticable. Como director y guionista, Perugorría es un actor aceptable.

Se vende (Cuba, 2012). Director y guionista: Jorge Perugorría. Director de Fotografía: Ernesto Granado. Con: Dailenys Fuentes, Jorge Perugorría, Yuliet Cruz y Mirta Ibarra. Duración: 95 minutos.

La película se exhibió en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, diciembre de 2012, se ha estrenado recientemente en los circuitos habaneros, será presentada en la televisión de Miami muy pronto y puede verse en varios sitios de la blogosfera. También puede adquirirse el DVD a través de Kímbara Cinemateca Cubana.


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