Narrando con sentimiento de culpa
Esta película termina siendo más bien una versión maniquea de El Padrino en el oeste
En la primera secuencia de Killers of the Flower Moon, un sabio de la tribu preside la ceremonia de enterramiento de una pipa de la sabiduría, porque los jóvenes van a ignorar los caminos de sus ancestros y van a adoptar las formas del hombre blanco.
Es 1919 y Ernest Burkhart, un veterano de la Primera Guerra Mundial, en la que fungió como cocinero, llega al condado de Osage para trabajar para su tío William Hale, un ganadero adinerado, que cobija también a su hermano Byron y que parece llevarse muy bien con los miembros de la nación Osage, cuyo lenguaje parece conocer bastante bien. A Hale le gusta que lo llamen “Rey” (“King”) y a pesar de sus apariencias, como está interpretado por Robert De Niro, y esto es un filme de Martin Scorsese, nada bueno puede esperarse de él.
Se ha descubierto petróleo en las tierras de los Osage y las grandes compañías petroleras han llegado para explotar la tierra. Los Osage se llenan de dinero, son ostentosos y gustan de los mejores bienes materiales. Los nativos de sangre completa, sin mezcla, son, en ese momento, por ley, considerados incompetentes y necesitan que un blanco administre sus bienes.
Hale elabora un plan en el cual Ernest se casará con Mollie Kyle, una Osage de una familia con tres hermanas y la madre. Hale empieza a eliminar a la familia por envenenamiento, disparo o por la explosión de una bomba, para que el dinero quede en manos de Mollie y por supuesto, Ernest se convierte en el albacea de la fortuna. El plan se extiende y Ernest, junto a unos médicos secuaces de Hale, comienza a envenenar a Mollie, que es diabética, a través de la insulina.
Informados de los crímenes, llegan los federales a investigar. En realidad, el complot era demasiado obvio y se dan cuenta de lo que sucede. Atrapan a varios conspiradores y finalmente dan con Ernest, a quien piden testificar contra Hale a cambio de inmunidad. Los abogados de Hale convencen a Ernest de que se retracte y este accede, pero en eso, su hija muere de tosferina y de nuevo, a cambio de clemencia y protección, acepta de nuevo testificar en contra de Hale.
Esto resume, de una manera algo simple, la trama, sin contar lo que sucede al final. En realidad, hay muchas más complicaciones en este filme que dura tres horas y media.
Scorsese ha intentado hacer un western revisionista para tratar de expresar el punto de vista de los Osage, basado en hechos reales, contados en el libro de David Grann titulado Killers of the Flower Moon: The Osage County Murders and the Birth of the FBI. Sus intenciones son loables, pero el ojo ajeno entiende, pero no siente y Scorsese termina realizando una historia en que los Osage se muestran superficialmente, desde un folclorismo paternalista y el filme termina siendo más bien una versión maniquea de El Padrino en el oeste. Se convierte en un thriller cuyos culpables conocemos y al final, y esto es lo mejor del filme, se vuelve en un drama de juzgado.
A sus ochenta años y después de 25 largometrajes (de los cuales al menos tres pudieran estar entre las mejores películas de todos los tiempos), en este, Scorsese despliega todos sus talentos y su experiencia. Usa planos generales, planos americanos, primeros planos, ambientes íntimos, panorámicas, filmación de multitudes. Narra con fluidez y facilidad, al extremo que los 210 minutos no se sienten, es capaz de entretener, pero las explicaciones sobre la cultura Osage se vuelven inútiles y quizá demasiado largas, para lo que a la larga no va a ser más que un thriller neoyorquino trasladado al oeste.
Lily Gladstone (First Cow), está excelente en su papel de Mollie. Lo asume con un minimalismo impresionante, dramatizando con gestos casi imperceptibles. Robert De Niro, como Hale, hace un papel que ha hecho ya muchas veces y por supuesto, lo hace con asombrosa facilidad. Leonardo DiCaprio, un actor irregular, está fatal como Ernest. A sus 50 años, aunque conserva aún un rostro de rasgos adolescentes, tiene el doble de la edad del personaje en el cual se basa el filme y por quien está construido. No hay química en su relación con Lily y desde el punto de vista expresivo, se limita a apretar su labio inferior cada vez que muestra incomodidad. Solamente al final, cuando es interrogado por los federales, muestra un espectro dramático un poco más amplio.
La fotografía del mejicano Rodrigo Prieto es impecable. Interpreta visualmente todo lo que quiere expresar Scorsese, incluyendo los cromatismos adecuados para los diferentes estilos narrativos y convierte a la cámara en un narrador adicional. La música de Robbie Robertson es excelente y subraya perfectamente los ambientes del filme.
El guion, del propio Scorsese con su colaborador Eric Roth, fluye muy bien dentro de las convenciones del cine comercial, aunque al principio abusa un poco de la palabrería.
Scorsese ha dicho que este es un filme al cual le ha puesto un gran entusiasmo y lo considera una de sus obras más importantes, pero, lo que sale es más bien la obra de un orfebre, pero nunca la obra de un artista. Es una lástima, porque es un buen filme, aunque no la obra maestra que muchos han querido ver, y es menor en la obra de Scorsese. Es una obra ciertamente ambiciosa, que se queda lejos de su objetivo.
Killer of the Flower Moon (Estados Unidos, 2023). Dirección: Martin Scorsese. Guion: Martin Scorsese y Eric Roth, basados en la obra investigativa de David Gran titulada Killers of the Flower Moon: The Osage County Murders and the Birth of the FBI. Dirección de fotografía: Rodrigo Prieto. Con: Lily Gladstone, Leonardo DiCaprio y Robert De Niro. De estreno amplio en todo Estados Unidos, Pronto estará disponible en Apple TV, que produjo la película.
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