Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Otras huellas

Paradoja: La dificultad de hallar un buen libro sobre música en Cuba.

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En Cuba sigue siendo difícil encontrar libros sobre música. Es una verdad como una piedra que a la muy singular riqueza de nuestros ritmos, no podemos unir, lamentablemente, una paralela y necesaria cuantía bibliográfica.

Dentro de la Isla, continúa siendo escaso el respaldo en libros y textos diversos, más allá del alcance de algunas revistas y publicaciones periódicas, a ese movimiento incesante y profundo, reconocido en cada continente, que es la sabia de tantos géneros, bailables o no, y la perdurabilidad de sus renovadas influencias.

Como sucede con lo escaso, cuando aparece algún volumen rápidamente se agota y entonces son las reediciones o reimpresiones las que no llegan nunca. Esto conforma un panorama bastante arduo no sólo para investigadores o estudiosos, sino para los propios lectores, atenazados entre la ineficacia estatal para responder a la demanda y el nulo acceso a los mercados extranjeros y circuitos internacionales de distribución musical y bibliográfica.

Si nos atenemos a la estricta verdad, no son pocos los estudiosos, biógrafos, investigadores y ensayistas que dentro de la Isla intentan dejar alguna huella en este terreno, algunos incluso trabajando desde ciudades y localidades del interior (Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba, Matanzas…), pero muchas veces sus esfuerzos no hallan el necesario apoyo para acceder a imprescindibles materiales de archivo dentro y fuera de Cuba, ni para publicar y promover sus textos.

Casos aislados

En los últimos tres años, pueden citarse algunos casos aislados de aciertos editoriales en este terreno. Uno de ellos fue reseñado oportunamente en la revista Encuentro de la Cultura Cubana (número 37/38) por el musicólogo Cristóbal Díaz Ayala. Se trata del libro Con música, textos y presencia de mujer, de Alicia Valdés, publicado por Ediciones Unión en 2005. Según se refiere en una de sus páginas, este volumen fue premiado en el año 2000 en el Concurso de Musicología de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Las razones por las que su autora debió esperar tanto para verlo en circulación no aparecen por ningún lado, aunque la autora asegura haber trabajado en él hasta 2002.

Díaz Ayala no duda en calificar este libro de excepcional. Y lo es por muchas razones. En primer orden, por ser un ejercicio casi modélico de apertura e inclusión, en un campo en el que desde todo punto de vista persisten tantas exclusiones y omisiones. Discografías, medios de comunicación, archivos fonográficos, diccionarios, censos y mapas culturales se han dado a la tarea de borrar a todo aquel que huela a exilio, disidencia, emigración o sencillamente crea necesario un cambio en su país.

Sin embargo, aquí aparecen ¡al fin juntas! (al menos en el papel) Esther Borja y Zoraida Marrero, Celeste Mendoza y Celia Cruz, Lucrecia y Olga Guillot, Freddy y María Teresa Vera, Marta Strada y La Lupe, Celina González y Albita Rodríguez. Ningún comentario denigra a las exiliadas y eso es digno de señalarse hoy, cuando se vuelven a vivir esos cruentos momentos ya conocidos por los cubanos en los que la impunidad del régimen campea sin dar cuentas a nadie por nada.


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