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Cine, Cine cubano, Revolución

Para disfrutar del cine cubano que nunca existió… y mucho más

Las películas que por décadas el ICAIC no permitió que se volvieran a exhibir

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Cuando era niño y no tenía clases veía como suma atención un programa televisivo que se llamaba, si mal no recuerdo, Cine del Hogar. Allí se presentaban películas realizadas antes del triunfo de la Revolución, eran en su mayoría de origen argentino, mexicano o español, aunque si mal no recuerdo también podía haber filmes norteamericanos, fundamentalmente de la época del cine negro (1930-1950). Este espacio constituía sin quererlo la puerta a unos códigos ideológicos y éticos que nada tenían que ver con los que poco a poco iban dominaban el nuevo cine cubano, por no hablar de los que regían la cinematografía importada desde los llamados países socialistas y que veíamos como parte del resto de la programación de esos momentos.

Lo que no sospechaba mi mente infantil de entonces, ni tampoco la adolescente de más adelante, era de la existencia de una extensa producción cinematográficas nativa, a veces hecha en coproducción con otros países de habla hispana; una extensa obra que se nos escamoteó de la pequeña pantalla, sin tener otro pecado que el de su factura nacional. Por lo demás, al margen de las particularidades vernáculas de casa país, transmitía prácticamente los mismos mensajes socioculturales que llegaban al espectador a través de las ya referidas creaciones de México, Argentina o España que, a pesar de su envejecimiento, nos seguía presentado la televisión cubana. Era como si a la censura solo le doliera lo cubano. Así, de golpe y porrazo, desapareció de nuestra vista el patrimonio cinematográfico nacional para quedar reducido a la visión exclusiva, en algún salón inaccesible del ICAIC o del ICRT, de un puñado de especialistas y críticos “autorizados”, los mismos que durante años resultaron tan parcos, cuando no claramente renuentes, a la hora de mencionar aquella riqueza audiovisual en sus escritos.

De este modo surgió la creencia de que cine cubano había nacido con la Revolución. La única excepción era el documental El Mégano, de 1955, y eso porque se trataba una denuncia de las condiciones de vida en la Ciénaga de Zapata, lo cual afectaba al régimen imperante entonces, además de que en su realización participaron quienes en pocos años se convertirías en las estrellas del llamado “Cine Revolucionario”; Julio García Espinosa, Tomás Gutiérrez Alea, Alfredo Guevara y José Massip.

Lo cierto es que en Cuba se venía haciendo cine desde hacía más de medio siglo. Para comenzar tenemos la filmación de Simulacro de incendio, realizada en fecha tan temprana como el domingo 7 de febrero de 1897, un material silente visual que nos permite ver en acción a los valientes Bomberos del Comercio de La Habana, quienes sacan la bomba, el carretel y el carro de auxilio, colocan escaleras y suben sus mangueras hasta la azotea de un edificio típicamente colonial. La obra fue realizada por Gabriel Veyre, representante de la Casa Lumiére, en la Habana. Vale reconocerle el mérito de la avanzada tecnológica a estos bomberos de La Habana, cuya Estación Central (inaugurada en 1838) sirve de locación a esta primera producción franco-cubana, no solo por aportar los protagonistas de la primera película cubana de la que tenemos noticias: los jefes de los bomberos, Granados y Zúñiga, que son quienes ejecutan magistralmente la operación, sino también porque fue una persona vinculada a esta misma institución la que protagonizara la primera conversación telefónica en español en nuestra isla, se trata del entonces vicepresidente del Cuerpo, el doctor Juan J. Musset, quien el 2 de noviembre de 1877, conversaría en público por teléfono con su esposa, durante casi una hora, demostrando la eficacia del nuevo invento.

Pero volvamos al cine que “nunca existió” durante los primeros años de los cubanos que hoy rondamos la cincuentena. La buena noticia es que poco a poco aquella parte olvidada de nuestra cultura ha ido encontrando eco en los medios del Estado. Es lo que nos demuestra como EcuRed, cuya entrada dedicada a los inicios de nuestro cine recomiendo visitar. En este sentido lo mejor ha sido la aparición, hace ya algunos años, del programa del Canal Educativo 2 que lleva por nombre De cierta manera, es el título de un filme realizado en 1974 por la realizadora Sara Gómez (muerta ese mismo año), película mala donde las haya, pero que tuvo el mérito de llevar a la pantalla el tema de la sobrevivencia de la marginalidad en la Cuba revolucionaria. El conductor del programa televisivo es el crítico, investigador e historiador cinematográfico autodidacta Luciano Castillo (Camagüey, 1955) quien cuenta con la ventaja de ser el responsable desde hace años de la mediateca André Bazin en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, un remanso de relativa libertad creativa. al menos para el contexto isleño. Castillo pertenece además al Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y a la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica. El espacio salió al aire por primera vez en televisión el 12 de julio de 2008, pero desde 2004 ya existía una versión radial que se emitía a través de la emisora de la Oficina del Historiador de la Ciudad: Habana Radio. Se trata de un programa especializado en cine cubano de todos los tiempos, lo cual no deja de ser un gran reto, si tenemos en cuenta lo “problemático”, que puede seguir siendo frente al discurso de la historia oficial cubana ese cine que se hace durante la etapa republicana y que logró extenderse algo más allá del primero de enero de 1959, hasta que por fin el Estado logra monopolizar la producción cinematográfica con el pretexto de desarrollarla.

Incluso dentro de esta nueva etapa surgieron obras que, tras cortas presentaciones públicas terminaron empolvándose en las bóvedas de la Cinemateca, ya porque sus realizadores y artistas abandonaran el país, ya por que terminaran propasándose en el terreno de la crítica social, como ocurrió por ejemplo con la película PM de Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez-Leal filmada en 1960 y tres décadas después con el largometraje de ficción dirigido en 1990 por Daniel Díaz Torres bajo el título de Alicia en el pueblo de Maravilla.

Hoy la cosa ha cambiado, entre otros motivos porque la tecnología facilita el hacer y difundir un cine alternativo. Ahí tenemos el caso del corto Monte Rouge, dirigida por Eduardo del Llano (uno del coguionista de Alicia) y protagonizada por uno de los artistas más solicitado de nuestra generación Luis Alberto García en su rol de Nicanor. Un trabajo arriesgado que no solo juega con la cadena, sino que se mete directamente con el “mono”, al burlase del modo en que la Seguridad del Estado espía la intimidad de la población cubana.

Y es gracias a ese mismo desarrollo tecnológico que debemos agradecer el surgimiento en YouTube de Cuba Film Video, un canal donde se cuelga todo tipo de películas cubanas o cubano-extranjeras, pero donde lo más interesante, al menos para mí, es la parte constituida por los filmes que fueron produciéndose desde 1897 hasta principios de los 60 y que resultan, por todo lo dicho anteriormente, obras muy poco conocidas para el público cubano contemporáneo, sobretodo el que vive en la diáspora y nació después del ascenso de Fidel Castro al poder. Visitando el sitio descubriremos, disfrutaremos o criticaremos producciones de mayor o menor valor artístico, algunas son tan insulsas que cuesta trabajo entender el motivo de que fueran vedadas. Otras en cambio todavía serían capaces de poner los pelos de punta al comisario político de turno. Como por ejemplo el drama de 1954 Misión al norte de Seúl, película rodada y dirigida en Cuba por Juan José Martínez Cazado, donde se nos narra una historia de “internacionalismo anticomunista”: la de unos cubanos reclutados por el ejército norteamericano y enviados a combatir en la guerra de Corea. De género opuesto, pero igualmente inconveniente sería la comedia, Tres barbaros en un jeep, dirigida y escrita en 1955 por Manuel de la Pedrosa, con un reparto donde destacan quienes años después devendrán en los payasos más famosos de la televisión española, los entonces más que aplatanados Fofó y Miliki. Se trata de una película significativa en tanto que se permite “relajear” con el ejército, a pesar de haber sido rodada en plena dictadura militar.

Mirando Cuba Film Video constamos cosas muy interesantes. Por ejemplo, que las primeras películas que tenían como protagonista a “El Santo”, nombre artístico del famoso luchador y actor mexicano Rodolfo Guzmán Huerta (convertido en figura de culto cinematográfico) se filmaron en Cuba. Ellas son: Santo contra cerebro del mal (Cerebro del Mal) y Santo contra los hombres infernales (ambas de 1958. En ellas, además de mostrársenos una bella Habana de las postrimerías del batistato, aparecen unos gánsteres que eran muy comunes en la época, y de los cuales no pocos terminarían ingresando en los movimientos anti batistianos que pronto tomarían el poder.

El creador de este instructivo e inspirador canal, que se actualiza permanentemente, es el cubano Orlando Moreno, un compatriota que merece el agradecimiento de todos aquellos que al salir de la Isla no dejamos atrás el amor por su cultura cinematográfica, no importa el signo ideológico del cual pueda estar impregnada cada obra según la etapa de su realización.

Recomiendo este canal a los miembros de mi generación, pues si bien reconozco la mala calidad artística de muchas de estas obras, no se les puede negar su carácter no buscado de documental. Disfrutemos de las películas de este canal, tanto de aquellas que para nosotros “nunca existieron”, como de las que, fueran cuales fueran sus intenciones, de entretenimiento o doctrinarias, se convirtieron en compañeras inevitables de nuestro crecimiento emocional, estético e intelectual.


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