Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Parábola del hombre nuevo

Una cinta con muchas alusiones a discursos, creencias locales y arquetipos nacionales que son efectivas, pero que en su intento abarcador terminan agotando al espectador

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Salvo algunas excepciones, los largometrajes de ficción cubanos han padecido de cuatro pecados capitales: significatividad, solemnidad, determinismo y abarcadura. Quizá por la falta de oportunidades de filmar, los directores cubanos han enfocado sus películas como si fuera la última, lo cual los ha propulsado a tratar de darle un toque trascendental, a abordar los temas con seriedad extrema y forzada, a presentar sus apuestas como conclusiones definitivas y a tratar de comprehender la mayor cantidad de temas posibles, todo dentro de una sola obra.

Juan de los muertos, el segundo largometraje de Alejandro Brugués, evita con éxito los tres primeros. Adaptación de una parodia, la bienvenida falta de pretenciosidad se nota desde los primeros encuadres. Brugués arma su guión a partir de Shaun of the Dead (2004), el filme británico dirigido por Edgar Wright y excelentemente actuado por Simon Pegg y Nick Frost, que caricaturiza hábilmente el clásico del horror de George Romero Dawn of the Dead (1979). En la cinta de Wright, los zombis o muertos vivientes, invaden de repente Londres. No se sabe de dónde vienen, quizá son los propios londinenses que sin darse cuenta se han zombificado viviendo un existencia inútil. Un dependiente de una tienda de aparatos para el hogar, cuya vida se encuentra en un callejón sin salida, decide recuperar a su novia mostrando su heroísmo contra los invasores y se la lleva, junto con un amigo inútil, a una taberna londinense en la cual se refugiarán para combatir y derrotar a los zombis.

En la producción hispano-cubana, la invasión de los zombis interrumpe una reunión de un Comité de Defensa de la Revolución y a partir de ahí se forma el caos. Nadie sabe quienes son estos muertos vivientes ni de donde salen. El Gobierno, a través de los noticieros, los califica de otro ataque imperialista y en medio de la confusión, Juan y su amigo Lázaro, deciden montar un negocio de proteger al vecindario de los atacantes, a cambio de una suma en moneda convertible o en dólares (nada de pesos cubanos). La taberna de Londres es aquí el tejado de un dilapidado edificio de La Habana. Dos amigos, así como la hija de Juan y quien parece ser el hijo de Lázaro se unen a la empresa.

A partir de esta premisa vemos como estos personajes encabezados por Juan combaten a los zombis. Sin tomarse muy en serio, la trama es una excusa para ironizar sobre muchos, quizá demasiados, aspectos de la realidad cubana. Los zombis pueden ser los propios habaneros tras más de 50 años de intoxicación ideológica, o los disidentes amaestrados, o los dirigentes institucionales. Lo único seguro es que son un producto local, no vienen de ninguna parte. Los personajes centrales solamente son simpáticos por oposición a los zombis, ya que se presentan como oportunistas inescrupulosos, sobrevivientes descreídos que empuñan su cinismo como su principal arma de ataque y defensa.

Brugués, cuya primera obra Personal Belongings trata sobre el drama existencial, narrado en tono menor, de un joven que quiere abandonar Cuba, con la cual logró un balance bastante efectivo entre lo político y lo personal, aquí se embarca en un género completamente diferente. Con esta comedia de horror, se lanza a mostrar sus conocimientos de cine utilizando múltiples alusiones cinematográficas y pequeños homenajes a otros filmes y personajes, mayormente bromas internas para fanáticos y entendidos. Así vemos aparecer a un Yojimbo con machete, a un Rambo con un bate de pelota y a una ‘La Novia’ caribeña, en no tan obvios guiños a Kurosawa, Stallone y Tarantino con una gran dosis de sarcasmo. Hay muchas alusiones a discursos, creencias locales y arquetipos nacionales que son efectivas, pero que en su intento abarcador, terminan agotando al espectador. Aunque el argumento está muy bien armado estructuralmente, carece de la necesaria tensión y con el tiempo se vuelve difuso y pierde interés. El uso del humor escatológico se vuelve repetitivo.

Alexis Díaz de Villegas ha encontrado en Juan un papel que le encaja perfectamente y del cual explota cada minuto de su presencia en pantalla. Su actuación es la razón principal para ver esta película. El actor y realizador Jorge Molina, decano en Cuba de lo que yo llamaría el género del “horror pobre”, se desempeña con gran eficiencia y sobriedad en el rol de Lázaro. La española Andrea Duro, sin estar mal, no le saca mucho provecho a su personaje de Camila, la hija de Juan, con quien tiene una relación ambigua y que es una subtrama de la película que no se desarrolla bien y que a la larga resulta innecesaria. Andros Perugorría está fatal en su caracterización de Vlad California, pero tampoco le dieron mucho con qué trabajar.

En una película obviamente filmada con pocos recursos, la dirección artística se destaca por su imaginación, creando una atmósfera ominosa, extrayendo lo mejor del paisaje decrépito de La Habana desde un punto de vista novedoso, a lo cual también ayuda una apta fotografía. Brugués tiene buen ojo para el humor visual sutil y en una pequeña secuencia hace un paralelo con el 11 de septiembre cuando en el trasfondo un objeto se estrella contra el edifico Focsa y lo destruye. Los personajes en primer plano no comentan el hecho, tanta es su indiferencia a todo lo que no sea su supervivencia que ni se dan por enterados.

A pesar de un final paniaguado, en el cual se melodramatizan de forma incoherente las motivaciones de Juan, el filme parece decirnos que en Cuba, el futuro pertenece por entero a los cínicos, que no es a los audaces sino a los desfachatados a quienes acompaña la fortuna. Es el alarido cinematográfico de una isla a la deriva.

Juan de los muertos (Cuba-España 2011). Guión y dirección: Alejandro Brugués. Fotografía: Carlos Gusi. Dirección Artistica: Derubín Jácome. Con: Alexis Díaz de Villegas, Jorge Molina, Andrea Duro, Andros Perugorría, Jazz Vilá y las actuaciones especiales de Eslinda Núñez, Luis Alberto García y Antonio Dechent. La cinta se ha exhibido en varias ciudades de los Estados Unidos y recorre el circuito de los festivales de cine. Se encuentra disponible en algunos sitios de la internet.


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