Por amor al arte
Debido al esfuerzo personal de Juan Cueto-Roig, ha visto la luz en una edición limitada y de lujosa factura una memorabilia dedicada a la destacada actriz Raquel Revuelta
Solo el amor engendra melodías.
José Martí
Cualquier hecho criticable relacionado con la comunidad cubana de Miami recibe una atención mediática digna de mejor causa. Algo que llena de enorme regocijo a quienes tanto la demonizan. Trátese de protestar por la actuación de un artista residente en la Isla, de insultar a los “dialogueros”, de argumentar la necesidad de mantener el embargo o de cualquier otra muestra de odio e intransigencia, la prensa televisiva, digital y escrita se encarga de que no dejemos de enterarnos. Que conste que no estoy pretendiendo vetar el derecho a informar sobre tales hechos. Se trata además de actitudes que, lejos de respaldar y aplaudir, yo desapruebo. A lo que me refiero es que a ese tipo de noticias se le da mucho destaque, cuando lo cierto es que quienes las protagonizan no representan a todos los exiliados, sino a un grupo que cada vez es más reducido.
Ese interés contrasta con el escaso eco que en esos mismos medios tienen aquellas manifestaciones que son ejemplo exactamente de lo contrario. No van a faltar quienes pongan en duda que tales manifestaciones existan. Por supuesto que las hay, solo que resultan tan escasamente divulgadas, que en muchos casos no trascienden más allá de un circuito muy restringido. En eso los propios exiliados somos, en buena medida, responsables, pues hacemos poco esfuerzo para que se conozcan. Tan obsesionados vivimos en proclamar a los cuatro vientos nuestra oposición al régimen castrista, que apenas nos queda tiempo para otras cosas.
Pruebas al canto de esto que digo, hace algunas semanas salió de la imprenta un libro que, en otro contexto cultural, sería considerado un acontecimiento significativo. Su título es Raquel Revuelta, y debajo del mismo se lee este subtítulo: A la memoria de una gran actriz. En la cubierta no aparece el nombre del autor, pues en realidad no lo tiene: los materiales que lo conforman pertenecen a diferentes firmas. Se debe al esfuerzo personal de una persona que con humildad confiesa acometió esa meritoria labor “por una deuda de cariño, agradecimiento y admiración”. Esa persona es el escritor y traductor Juan Cueto-Roig.
Es usual que los artistas famosos, sobre todo los cantantes, los actores y las actrices, cuenten con una legión de seguidores y fans (prefiero emplear el término inglés, pues no tiene, como el español, esa otra acepción de defensor apasionado de una creencia u opinión). Pero ya se sabe que esa admiración se puede manifestar de maneras muy heterogéneas. Para ilustrar con un ejemplo reciente, hace pocos días se divulgó la noticia de que un diente cariado de John Lennon había sido adquirido por 30 mil dólares por un canadiense admirador del músico inglés. Cueto-Roig, sin embargo, no pertenece a ese tipo de fans.
Un rescate para la posteridad
Recuerda Cueto-Roig que la primera vez que vio actuar a Raquel Revuelta en una obra teatral en televisión, se dio cuenta de que había sido testigo de un acontecimiento artístico insuperable. Y apunta que “desde ese día, a pesar de la natural veleidad de la adolescencia y las diversiones propias de la juventud, no me perdí ninguna de sus actuaciones televisivas o teatrales”. Esa afición lo llevó además a empezar a recopilar la memorabilia relacionada con la actriz. A esa colección se vino a sumar, hace unos meses, el conjunto de fotos que le enviaron desde Cuba, muchas de las cuales nunca se habían publicado. Fue a partir de ese riquísimo y valioso material y ante el riesgo de que se estropeara, que Cueto-Roig preparó el libro que se reseña en estas líneas.
En el prefacio, el compilador aclara que el libro no pretende ser “un resumen biográfico, y ni siquiera una relación cronológica y completa de la carrera de Raquel Revuelta. Mi principal objetivo fue rescatar para la posteridad sus actuaciones televisivas de los años 50, cuyos kinescopios, por negligencia de los funcionarios del Instituto Cubano de Radio y Televisión, fueron borrados; y al mismo tiempo, preservar en forma ordenada y duradera los artículos, fotos, entrevistas y recortes de prensa que se incluyen, antes de que el tiempo los destruya”. Precisamente, el haber salvado ese testimonio documental da al trabajo de Cueto-Roig un valor que, entre nosotros, resulta inestimable. Afirmo esto al pensar en los originales de obras inéditas que se han perdido, en las bibliotecas arrojadas a la calle, en los archivos que terminaron en la basura, en las historias de la literatura de las que se han eliminado muchos nombres, en los periódicos que literalmente se están desbaratando por la indiferencia de funcionarios e instituciones.
Cueto-Roig ha armado una especie de álbum, en el cual recorre la andadura de Raquel Revuelta en los distintos campos en los cuales desarrolló su actividad: la televisión, el cine y el teatro. Aparecen extractos de los comentarios críticos sobre su labor, entrevistas a ella (hay además una, hecha por el propio compilador, al actor Manolo Coego, con quien ella trabajó en numerosas ocasiones), así como su filmografía, una lista de los premios y distinciones que recibió y una relación de algunas de sus interpretaciones más recordadas. Esos textos van complementados por una gran cantidad de fotos, pertenecientes a distintas etapas de la vida de la artista a la que el libro rinde homenaje. En el hipotético caso de que alguien decida escribir la biografía de Raquel Revuelta, tiene en este libro una obra de consulta obligada, por la amplia documentación que reúne.
Juan Cueto-Roig es merecedor de los mayores elogios por la laboriosidad, la acuciosa búsqueda y el gran amor que puso en la realización de este libro. Mucho más admirable si se piensa que además costeó la lujosa edición con su propio dinero. Que alguien sea capaz de tanto desprendimiento y dé una prueba de devoción tan fervorosa por una artista, es un hecho que conmueve, reconforta y estimula. La cultura cubana le debe estar infinitamente agradecida. Solo es de desear que los cubanos no seamos cicateros y le expresemos nuestra gratitud.
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