Sabiduría

Eugene Green es uno de esos raros artistas que existen a pesar de su época o más bien fuera de ella. Nacido en Nueva York en 1947, se fue a vivir a Francia a mediados de los sesenta porque tenía una gran admiración por la cultura francesa y su legado secular y racionalista. Se convirtió en especialista en teatro barroco y aparte de ser un destacado educador en la materia, ha realizado a su vez cinco largometrajes y otros tantos cortos.

Green, quien se ciudadanizó francés en 1976 y reside en Paris, es considerado como un cineasta para cineastas y críticos. Sus filmes son mayormente divagaciones sobre las relaciones entre el arte, principalmente la arquitectura, la cultura, el conocimiento y la calidad humana, así como una meditación sobre el transcurso de la vida y sus implicaciones en las relaciones sentimentales.

Su primer largometraje fue Tout les nuits (2001), basado en La educación sentimental de Flaubert, continuó con The Living World (2003), una historia medieval narrada en un contexto contemporáneo, a la cual siguió Le pont des Arts (2004), en la cual un estudiante de filosofía queda seducido por un aria y su intérprete y luego realizó The Portuguese Nun (2009), que gira alrededor de una actriz francesa que filma en Lisboa y queda fascinada por una monja que capta casi de casualidad y después por la atmósfera de Lisboa. En todas, el guión es suyo.

En La sapienza (2014), su filme más reciente, Alexander Schmidt es un famoso arquitecto que se encuentra ante una frustrante encrucijada en su vida profesional y en un impasse emocional en su vida matrimonial. Por ello, decide retirarse temporalmente para concluir la escritura de un libro sobre la relación entre Borromini y Bernini. Su esposa Alienor es una socióloga interesada en los estudios conductuales de comunidades pequeñas y desconocidas.

Como hasta cierto punto un alter ego del director, Schmidt es un suizo de origen alemán e italiano, que reside en París. De esta ciudad parte con su esposa a recorrer construcciones y obras de Borromini. Comienzan en Stresa, una pequeña localidad piamontesa a orillas del lago Maggiore, en donde conocen a dos hermanos muy jóvenes. Goffredo acaba de terminar el bachillerato y piensa estudiar arquitectura, Lavinia es un poco más joven y sufre de una dolencia psiquiátrica casi en extinción. A sugerencia de Alienor, Alexander continúa su viaje con Goffredo para tutorearlo en los principios de la arquitectura como expresión artística, mientras ella se queda en Stresa para ayudar a la madre a cuidar de Lavinia.

Alexander y Goffredo emprenden un viaje que es una apertura al mundo del conocimiento para el joven y una revigorización de su vocación para el veterano arquitecto, mientras Alienor, en su tiempo libre medita sobre su relación con Alexander y sus intereses culturales.

Es un filme en el que parece que no pasa nada, pero en el cual con sutil ironía se discuten y se proponen muchos temas de interés. Visualmente la película embruja, pues los planos se detienen no solo en joyas arquitectónicas, sino también en hermosos paisajes naturales. La fotografía de Raphael O’Byrne, quien ha trabajado con Green en todos sus filmes, capta todo esto con un enfoque artístico que seduce al espectador y que aprovecha la iluminación al máximo, lo cual es orgánico a la trama, ya que Alexander repite con frecuencia como su credo estético, que el artista debe ser capaz de encontrar la luz que le corresponde a cada espacio.

Basándose en los principios del teatro barroco, y como ha hecho en todos sus filmes, Green hace que los actores se muevan con languidez, en planos paralelos y casi siempre mirando a la cámara. Los gestos pueden ser repetitivos y moderados. Según Green, el actor debe interpretar su rol como un diálogo consigo mismo y evitar acentuar sus gestos y modulaciones. Aquí también hay algo que recuerda a Bresson. Otra influencia visible es la de Godard, ya que Green hace aparecer personajes que son tangenciales a la trama, pero que sueltan un discurso que refleja las opiniones del director.

Fabrizio Rongione, un favorito de los hermanos Dardenne, cumple su rol de Alexander a cabalidad, al igual que Christelle Prot Landman, una veterana de Green, que interpreta a Alienor. Los noveles Ludovico Succio como Goffredo y Ariana Nasto como Lavinia encajan bien en sus papeles, que parecen simples pero dadas las restricciones expresivas que impone el director, son bien exigentes.

El propio Green aparece en una breve actuación como un refugiado caldeo, que le espeta una monserga cultural a Alienor, sobre su pueblo, de origen arameo, que desde hace dos mil años reside en las zonas de Siria e Irak pero que debido a las recientes guerras se han visto obligados a emigrar y están a punto de extinguirse y con ellos, su arcaico idioma.

La película no es solamente una exploración de la decadencia de las relaciones sentimentales y de la importancia del conocimiento que conduce a la sabiduría en oposición al conocimiento solamente acumulativo, sino que es, con sus sarcasmos y contradicciones, un canto a la cultura occidental, algo que hace a este filme, en los tiempos que corren, una rareza aún más extravagante.

La sapienza (Francia/Italia, 2014). Guión y dirección: Eugene Green. Director de fotografía: Raphael O’Byrne. Con: Fabrizio Rongione, Christelle Prot Landman, Ludovico Succio y Ariana Nastro. De estreno en ciudades selectas de Estados Unidos.

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