cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

Ichaso, Literatura, Periodismo

Sagacidad crítica y elegancia literaria (II)

La obra ensayística de Francisco Ichaso, que tampoco es tan parca como se piensa, tiene como principal dificultad su dispersión. En ella demostró ser un estupendo ensayista y sus análisis poseen agudeza, inteligencia, precisión

Enviar Imprimir

Hacer una valoración cabal del quehacer ensayístico de Ichaso, que tampoco es tan parco como se piensa, tiene como principal dificultad su dispersión. A excepción de Defensa del hombre (1937), que además de constituir su obra de plena madurez es su único libro propiamente dicho, el resto de sus textos son publicaciones de poca extensión, aparecieron en obras colectivas o en revistas, fueron concebidos como prólogos a obras ajenas o bien leídos en conferencias. De haberse ocupado su autor de recopilarlos en un volumen, este superaría en páginas a Defensa del hombre y, sobre todo, vendría a confirmar la presencia de un ensayista que, como comentó Rosario Reixach, “tenía una rara aptitud para el manejo de las ideas que podía presentar desde una perspectiva original y con gran belleza de estilo”.

Ya con sus textos de juventud Ichaso consiguió llamar la atención de sus contemporáneos. Desde su columna Glosas, Jorge Mañach reconoció en Góngora y la nuevapoesía (1927) “una esmeradísima pieza de estudio acucioso, de sagacidad crítica y de elegancia literaria”. Anota que quienes escucharon su lectura convinieron “todos, a espaldas del disertante, en que era aquella la más seria realización de su autor, aun teniendo en cuenta la fina y doctísima ponderación que un año antes hiciera de Sebastián Bach. Envidiablemente dotado de esa aptitud para emocionarse inteligentemente, es decir, para examinar la propia reacción estética en una suerte de descoyuntamiento acrobático del espíritu (a mi juicio, la facultad característica del crítico genuino), Ichaso viene, desde sus crónicas adolescentes del Diario de la Marina, manteniendo una ejecutoria pocas veces igualada entre nosotros por su probidad, su serenidad y su finura”.

Y concluye Mañach: “En Góngora y la nueva poesía, aborda valientemente —por su propia ruta unas veces, siguiendo otras las huellas de algunos exégetas y secuaces de Góngora en la más nueva España— el problema de justificar la lírica más acendrada del cordobés y encontrarle sus engarces sutiles con la poética de nuestro tiempo. Creo yo que logra tan difícil empeño con insuperable precisión y claridad y con un esmero de exposición recomendable a cuantos aprecian o padecen la necesidad de ir podando de literatura nuestras letras”.

Esa capacidad para abordar en poco espacio y con rica sustancia y acabada lucidez los temas, también están presentes en En torno a Juan Sebastián Bach (1927) y Lope de Vega, poeta de la vida cotidiana (1935). A esos textos deben sumarse las conferencias que dio en la Universidad del Aire, donde se ponen de manifiesto sus notables dotes como crítico musical. Fue una de las manifestaciones de las cuales Ichaso se ocupó con regularidad, pues tuvo un amplio abanico de intereses. Ese constituyó un rasgo que lo singularizó entre sus colegas, que por lo general se concentraron en un solo campo. Eran amplios sus conocimientos sobre el arte dramático, algo de lo cual constituye una brillante muestra Martí y el teatro. En aquella conferencia logró superar la idolatría ciega del culto a nuestro relevante prócer, para realizar un análisis objetivo e inteligente de sus vínculos con la creación y la actividad escénicas. Hoy sigue siendo uno de los mejores y más completos acercamientos críticos a esa faceta escasamente estudiada de Martí.

Ensayista de cultura copiosa y cernida

En las páginas de la Revista de Avance, Ichaso dio a conocer numerosos ensayos y notas críticas. En varios de ellos se dedicó a impulsar el advenimiento de las nuevas manifestaciones artísticas y literarias de lo que se llamó el vanguardismo. Estas tuvieron en él, al igual que en Mañach, a uno sus principales difusores. De eso dan cuenta aquellos textos, que él nunca se ocupó de recopilar en libro. Bajo el sello de la revista apareció también el antes mencionado ensayo Góngora y la nueva poesía, texto de la conferencia que previamente leyó en el local de la Asociación de Pintores y Escultores.

En Defensa del hombre, Ichaso recopiló diez trabajos de variada extensión. Unos son ensayos propiamente, mientras que otros, los más breves, son artículos más o menos largos. En algunos vuelve a figuras y asuntos caros a él: “Conocimiento de Martí”, “Lope de Vega en nuestros días, ya sin monstruosidad”, “Grandeza y servidumbre del canto”. Entre los ensayos, se destacan “Crisis de lo cursi”, “Aspectos de la crítica” y el que da título al libro. En conjunto, en esos textos están presentes algunas de sus principales y notables cualidades como escritor: su prosa clara, elegante y precisa, su exquisita sensibilidad, su capacidad para argumentar con ideas y opiniones propias los temas abordados.

Desde las páginas de la Revista Hispánica Moderna, Mañach también saludó la salida de aquel volumen. Reconoció que las conferencias sobre Bach y Lope de Vega y los trabajos que dio a conocer en la Revista de Avance, bastaron para acreditar a Ichaso como “un ensayista de cultura copiosa y cernida, de pensamiento codicioso y seguro, de sensibilidad a un tiempo clásica y moderna y de estilo cautivador por la gracia y firmeza de sus perfiles”. Pero faltaba el libro “en forma”, que ofreciera esas cualidades unidas a una capacidad de sustentación ideológica amplia y sostenida. Eso significó Defensa del hombre, con el cual, afirma Mañach, Ichaso quedó ya visiblemente incorporado “a la plana mayor de los ensayistas nuevos de América”.

Al hacer una valoración de conjunto de su faena reflexiva y crítica, el balance al cual se puede llegar es que, en sus trabajos de mayor ambición y envergadura, Ichaso demostró ser un estupendo ensayista. Sus análisis poseen agudeza, inteligencia, precisión. Sus textos abundan en ideas y son ricos en conceptos y opiniones propias. Aunque en sus textos no hay, como él mismo apuntó en una ocasión, alardes ni primores de erudición, denotan una amplia cultura y un sólido caudal de conocimientos de diversos campos. Sabe desarrollar además las opiniones con amenidad, pues su larga ejecutoria en el periodismo le dio las armas para escribir con una claridad admirable y muy de agradecer. Eso, sin embargo, no le impide hacerlo con voluntad de estilo, donosura y riqueza expresiva. Si todas esas cualidades no equivalen a trabajar con seriedad, entonces habrá que reformular el significado de esa palabra.

Uno de los firmantes de la Protesta de los Trece

Esa invisibilidad que ha rodeado la figura y la obra Ichaso a lo largo de varias décadas, ha hecho que muchos hechos significativos de su vida y de su trayectoria intelectual se desconozcan. Quiero mencionar unos pocos que ponen de manifiesto que no solo era muy valorado por sus compatriotas. En 1928, visitó La Habana el dramaturgo, ensayista y novelista catalán Bartolomé Soler. La Revista de Avance auspició la lectura de su tragedia Andrea, que fue precedida por la de un extenso texto de Ichaso. Se titulaba “Fatum (Consideraciones sobre el sentido trágico en la obra de Bartolomé Soler)” y fue editado en ese mismo año por la propia publicación.

En su libro Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, el conocido hispanista irlandés Ian Gibson expresa que fue Ichaso quien presentó al autor de Poeta de Nueva York, cuando este dio su primera conferencia, titulada “La mecánica de la poesía”, durante su estancia en Cuba. Agrega que en esas palabras introductorias Ichaso leyó unos fragmentos de la “Oda al Santísimo Sacramento del Altar”, lo cual provocó que “más de uno se indignó”. En Juan Ramón Jiménez e Hispanoamérica: Diálogo, exilio y resiliencia, al revisar la biblioteca del poeta español Dora García Gutiérrez consigna que, entre los autores cubanos de quienes figuran obras, está Ichaso. Apunta que se conserva un libro suyo, aunque no especifica de cuál se trata.

El famoso tenor español Hipólito Lázaro, quien en sus inicios fue considerado como el sucesor de Enrico Caruso, se presentó en varias ocasiones en Cuba, donde además conoció a la mujer con quien contrajo matrimonio en 1916. Desde entonces, La Habana pasó a ser el sitio de su estancia vacacional. Allí además realizó en 1950 sus últimas actuaciones, en las óperas Aida, Rigoletto y Marina. En nuestro país publicó la primera edición de sus memorias, El libro de mi vida. Llevaba una introducción de Ichaso, quien había escrito en varias ocasiones sobre él. En opinión de nuestro compatriota, es “una autobiografía sincera, un documento fuerte y sano, lleno de episodios interesantes y pintorescas anécdotas”.

En el epistolario del músico norteamericano Charles Ives, aparece una carta de Pedro Sanjuán, destacado compositor español que fundó y dirigió por varios años la Orquesta Filarmónica de La Habana. Allí expresa: “El Washington’s Birthday se realizó en nuestro concierto el pasado julio. Le adjunto programas y artículos sobre el mismo, y siento que estos críticos no estén a la altura de su hermoso trabajo. En realidad, aquí abajo nos faltan verdaderos críticos musicales y el único a la altura, Francisco Ichaso, se dedica actualmente a un trabajo periodístico de otra índole y carece de su sección musical”. Y termino con unas palabras que el historiador y ensayista catalán Joseph Conangla i Fontanilles dedica a Ichaso en su libro Martí y Cataluña. Allí alude a él como “uno de los pensadores cubanos más concienzudos y cultísimos, al par que estilista exquisito”.

Aparte de su quehacer periodístico y literario, es pertinente mencionar otras actividades que Ichaso desarrolló a lo largo de su poco larga vida. Formó parte del Grupo Minorista y fue uno de los firmantes de la Protesta de los Trece, junto a Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, José Antonio Fernández de Castro, José Z. Tallet y Mañach, entre otros. Integró el cuerpo de editores de la Revista de Avance, en la cual colaboró con regularidad. Fue miembro destacado del ABC y dirigió Denuncia, su publicación clandestina.

Tras la caída de la dictadura de Gerardo Machado, estuvo al frente de la Oficina de Prensa e Información del Palacio Presidencia. Tomó parte en la Asamblea Constituyente de 1940, de la cual salió la constitución que fue considerada una de las más progresistas y avanzadas de su época. En los años 50 actuó como moderador en programas culturales y políticos de la CMQ. Dirigió la Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos (ARTYC), impartió clases en la Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling y presidió la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO.

Como ya apunté, los libros que en vida Ichaso publicó son hoy inencontrables pues nunca más se han reeditado. La única excepción es la ya citada edición de Defensa del hombre. Desde hace mucho tiempo, es un acto de elemental justicia que le debíamos a Ichaso el que su obra esté al alcance de los lectores y tenga una presencia viva en nuestras letras. El hecho de que este mes se cumplen 120 años de su nacimiento constituía un recordatorio y un reclamo de que hacerlo no admitía más postergación.

Eso me llevó a preparar una selección más o menos amplia de su producción tanto periodística como ensayística, bajo el título de La palabra y la memoria, que dentro de pocas semanas estará a la venta en Amazon. Fue para mí una labor muy gratificante, por la calidad y variedad del material. Ojalá que ese libro sirva como una llamada de atención hacia un escritor inquieto, humanista, antidogmático y versátil en sus intereses, a quien la injusticia se encargó de premiar mezquinamente con el olvido.