Cine, Cine estadounidense, Arte 7
Sexo, utopía y la fuerza del carisma
La directora de este filme mezcla mayormente recursos del cine convencional en un montaje elíptico que sostiene el interés dejando que la trama fluya
Charles Manson, como tema, inspiración o sujeto de investigación, ha sido llevado al cine quizá con demasiada frecuencia, desde 1970. I Drink Your Blood (1970), Helter Skelter (1976), The Manson Family (2003) y House of Manson (2014) entre los filmes de ficción, así como los documentales Manson (1973) y Charles Manson Superstar (1989), son algunas de las muchas obras de desigual calidad que se han realizado al respecto. Por si fuera poco, este año se estrenan tres filmes basados en la figura de Manson: Once Upon a Time In Hollywood de Quentin Tarantino, The Haunting of Sharon Tate de Daniel Farrand y el que nos ocupa, Charlie Says de Mary Harron.
La obsesión con la figura de Manson tiene muchas explicaciones, que van desde esa morbosa atracción que ejerce el mal sobre el ser humano, el interés en entender a las figuras carismáticas y los cultos que engendran, hasta la importancia que el quinquenio gris americano (1968-1973) ejerce sobre los estudiosos y los curiosos sobre la cultura americana. Quizá parte de lo que ocurre hoy en Estados Unidos puede entenderse mejor si se ilumina un poco la comprensión de un periodo que llevó al surgimiento de la contracultura casi como parte del mainstream, los asesinatos de Martin Luther King Jr. y de Robert Kennedy, y que culminaron con el infame caso Watergate, que le propinó uno de los golpes más debilitadores a la presidencia del país. Todo esto además en medio de la guerra de Viet Nam y de la Guerra Fría en su punto álgido. Fue un momento de crisis de los predominantes valores judeo-cristianos de la nación, cuando se comenzaron a introducir ideas y valores de culturas hasta entonces distantes o ajenas que cambiaron desde la forma de vestir hasta la forma de comer de la sociedad.
Charlie Says reconstruye a la “familia Manson” a partir de los recuerdos imaginados de tres de las encausadas por el asesinato de Sharon Tate, la actriz que era esposa de Roman Polanski. El filme es mayormente un gran flashback de esas memorias ficticias, saltando al presente para mostrar como se las cuentan a la Dra. Karlene Faith, en cuyo libro se basa el filme.
De las tres prisioneras, Leslie Van Houten siempre ha sido la que más ha atraído a los biógrafos. Quizá porque fue la primera que a la larga rompió con el hechizo que sobre ella ejercía Manson. Tanto ella como las otras dos, se presentaron como unas adoradoras fanáticas durante el juicio. Veían en Manson un dios, un profeta y estaban convencidas de que los asesinatos estaban justificados. Eran incapaces de ver el horror. Mostraban la banalidad del fanático. Los peligros de la devoción. El poder ilimitado del carisma. Simplemente, Charlie les había dicho qué hacer.
El filme muestra a Manson controlando a su “familia” compuesta mayormente por mujeres. Usando las orgías sexuales como medio de control, convirtiéndose en un padrecito Stalin confiado de su poder. Dando sus charlas en las que mezcla elementos bíblicos con la cultura pop del momento, sobre todo su fascinación con los Beatles, quienes estaba convencido eran jinetes del Apocalipsis que presagiaban lo que Manson denominó “Helter Skelter” a partir de la canción del grupo inglés, que para él resultaba la inminente rebelión de las masas negras para destrozar a los blancos. Algo que él y su familia debían pasar escondidos en un pozo al cual Dios lo guiaría para después regresar y restablecer la civilización.
El filme también se hace eco del hecho que se cuenta de que Dennis Wilson, uno de los Beach Boys, participó de muchos eventos de la “familia” y que incluso puso en contacto a Manson, que deseaba ser estrella de rock, con un productor musical.
La doctora Faith entra en la historia porque trabajaba en un plan de rehabilitación de prisioneras en la cárcel en donde Van Houten, Patricia Krenwinkel y Mary Brunner se encontraban en aislamiento indefinido. Faith (agorero apellido), desarrolla un plan de rehabilitación para ellas, pero a la larga se cuestiona si no es mejor dejarlas en su perversa inocencia, porque si las despierta, tendrán que enfrentar el horror del crimen en el cual participaron mesmerizadas.
Harron toca y trata varios temas interesantes, sin enjuiciar, con una presentación acuciosa, pero la mayor falla que tiene es que a largo plazo reduce el caso Manson a su frustración por no haber podido ser una estrella de rock y este simplismo psico-pop arruina un poco el argumento de un filme que por lo general es muy interesante. Harron (Ontario, Canadá 1953) es una veterana con una filmografía sólida, que incluye I Shot Andy Warhol (1996), American Psycho (2000) y The Notorius Bettie Paige (2005), que mantiene un firme control del material casi todo el tiempo. Mezcla mayormente recursos del cine convencional en un montaje elíptico que sostiene el interés dejando que la trama fluya.
El guion escrito principalmente por la guionista, actriz y directora Guinevere Turner (American Psycho, Go Fish) en colaboración con Karlene Faith, basado en su libro The Long PrisonJourney of Leslie Van Houten y también con Ed Sanders, quien escribió dos libros sobre Manson y Sharon Tate, está muy bien elaborado, pero presenta algunos problemas con los personajes. La Dra. Faith, muy bien interpretada por Merritt Wever (Into the Wild, Birdman) es la encarnación de todas las virtudes de lo políticamente correcto avant la léttre, y a pesar de sonar auténtico, llega a molestar. Leslie Van Houten también excelentemente interpretada por la inglesa Hannah Murray (“Gilly” en Game of Thrones), cobra un protagonismo que roba un poco a otros personajes y a veces desvía momentáneamente la trama para cobrar una densidad psicológica que ningún otro personaje tiene. A veces se respira un tufo de agenda feminista que también entorpece el desarrollo argumental. Matt Wise (Mapplethorpe) resulta muy convincente como Manson.
En general, las actuaciones son excelentes, así como la banda sonora, escrita por Keegan DeWitt y que incluye cuatro canciones del propio Manson, así como del extinto grupo Love. La fotografía de Crille Forsberg, un sueco que se especializa en videos musicales, acentúa la recreación de la época.
Entre sus muchas lecturas, Charlie Says, habla sobre las funestas consecuencias de las utopías y el hipnotizante manejo de las masas que hacen los líderes carismáticos, que utilizan cualquier medio con tal de consolidar su poder. Un tema dolorosamente familiar para quienes hemos vivido en países totalitarios.
Charlie Says (EEUU, 2018). Dirección: Mary Harron. Guion: Guinevere Turner en colaboración con Karlene Faith y Ed Sanders, basado en The Long Prison Journey of Leslie Van Houten, de Faith y en obras anteriores de Sanders. Direcor de fotografía: Crille Forsberg. Con: Hannah Murray, Merritt Wever, Matt Wise, Sosie Bacon y Suki Waterhouse. De estreno limitado en ciudades selectas de Estados Unidos pero disponible ya en Amazon Video y otras plataformas de la red.
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