Actualizado: 06/05/2024 0:13
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Artes Plásticas

Territorios del (des)encanto

La galería madrileña Casado SantaPau exhibe por estos días una exposición del cubano Alexandre Arrechea.

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¿Qué significa la pieza There are types of damage we can't do anything about? Es un objeto (artefacto), una escultura dirigida a reflexionar sobre el estatus de su significado, desestabilizado por la inquietante forma híbrida de su referente. Las esferas que la componen ya no lo son en un sentido estricto: su significado se ha vuelto literal, ya no está cargada con los significados originales. Desactivada, por tanto, la relación de los términos en el núcleo de su estructura comunicativa, los significados son redefinidos como significantes.

Del mismo modo que la representación de la esfera oblitera su significado, los dibujos que representan otros objetos se muestran en tensión con el gen de su significación. Sucede, por ejemplo, en las obras Ruidos sospechosos y Conspiración, ambas de 2006, en las que se proyectan edificaciones encima de artefactos que simulan sillas; o también en Puntos de comprobación (2006), con la creación de estadios calados en espacios de una mano. En realidad, es como si traicionaran, si reinscribieran sobre su cuerpo un rostro diferente al de su identidad. En palabras de la profesora y crítico de arte norteamericana Rosalind Krauss, se ha pasado de un registro del índice como origen a un registro del signo como equivalencia. Desatado el signo como equivalencia, sus significados pueden ser tantos como quiera el lenguaje (el virus) que los manipula.

Esta es una de las características más distintivas que recorre la obra de Alexandre Arrechea, desde la series de dibujos Remider y Laundromat, del año 2003, o New Space (2004), pasando por sus instalaciones más recientes: El jardín de la desconfianza (2003-2005) y Entrada libre para siempre (2006), hasta las piezas de la exposición Espacio derrotado.

Las creaciones de Arrechea reflexionan, por una parte, sobre el estatus de la escultura de los bienes de consumo en el campo de la producción artística internacional; por otra, señalan que una lógica de consumo poscapitalista productora del signo-mercancía, se ha instalado indisolublemente en la estructura de deseo del sujeto, trastornando totalmente los sistemas de percepción. Así, no nos engañemos, somos lo que deseamos porque somos lo que consumimos.

Tanto las obras de Espacio derrotado como el quehacer anterior de este artista, parecen decir al espectador "bienvenidos al nuevo mundo". El territorio del poder ya no es la realidad, ni el mundo urbano, ni el agrario, ni la geografía o la política. El territorio de poder opera en nuestro cuerpo mental, que en su permanente ansiedad de vida trata de superar la sensación de muerte y desaparición con el consumo ficticio de su existencia.


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