Actualizado: 18/04/2024 23:36
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CON OJOS DE LECTOR

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La publicación de los dos gruesos volúmenes de la 'Historia de la literatura cubana' constituía una asignatura pendiente que, tras una dilatada demora, por fin se ha llenado.

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Un minucioso y amplio registro

La nómina de colaboradores del primer tomo asciende a doce; la del segundo, a dieciocho. Unos cuentan con muchos años de dedicación al quehacer crítico e investigativo y una trayectoria sólidamente acreditada. Otros, en cambio, son de más reciente incorporación, o al menos lo eran entre 1988 y 1993, los cinco años en los que se realizó el proyecto. Eso, afortunadamente, no se traduce en la práctica en un desnivel de calidad notorio entre los textos que redactaron unos y otros. A más de la seriedad que todos pusieron en la tarea, se ha logrado gracias a que la asignación de los diferentes temas se hizo con acierto e inteligencia. El análisis de etapas esenciales, expresiones literarias de importancia esencial, obras que inauguraron nuevas líneas y ordenaron lo que vino después, fue encomendado a especialistas como Saínz, Arias, Romero, Sergio Chaple, Jorge Luis Arcos, Virgilio López Lemus, Aymée González Bolaño.

Algo que habla muy a favor de esta obra es su carácter abarcador, su minucioso y amplísimo registro de nuestra literatura a lo largo de varios siglos. Ninguna de las obras de su tipo publicadas hasta entonces había sido tan exhaustiva, en cuanto a dedicar espacio y atención no sólo a los autores de primera fila, sino también a muchos otros considerados menores, una etiqueta, por cierto, que en algunos casos resulta discutible. Muy lúcida y justa es, en este sentido, la revalorización que se hace de la labor ensayística de Francisco José Castellanos, Bernardo G. Barros y Francisco Lles (es de lamentar que no se haya dado un tratamiento similar a Emilio Gaspar Rodríguez: su obra lo merece). A destacar además la reincorporación de escritores como Lydia Cabrera, Carlos Montenegro, Lino Novás Calvo, Flora Díaz Parrado, Eugenio Florit, Lorenzo García Vega, Enrique Labrador Ruiz, Jorge Mañach, quienes durante décadas fueron despojados de su condición de cubanos por haber tomado el camino del exilio. Burdo e inútil intento de condicionar la noción de cubanía a la adhesión ideológica al régimen.

En los textos que sirven de presentación a los dos tomos se enumeran algunos de los problemas y carencias que confrontaron los autores. Uno de ellos fue el hecho de haber tenido que cumplir las tareas investigativa y de redacción a la vez, además de contar para ello con un plazo relativamente breve. Pero esas premuras, así como los aspectos superables de los textos y las matizaciones e incluso discrepancias que puedan tenerse con algunos de los juicios y afirmaciones, no van en menoscabo del reconocimiento y el elogio que en su conjunto merece el proyecto.

Decir que estos primeros dos volúmenes —su publicación, por cierto, tomó prácticamente el doble de tiempo que su ejecución— constituyen "una guía y un necesario acervo de referencias" no les hace verdadera justicia. Son mucho más que eso. Estamos ante un análisis de nuestro proceso literario hecho con un criterio moderno y un verdadero rigor científico, que nada tiene que ver con esas obras meramente descriptivas, que interpretan el tema a partir de un pensamiento de causa-efecto: este movimiento da lugar a este otro. Sus iluminadores análisis se sustentan en un basamento conceptual riguroso y sólido, y en varios casos convocan a una relectura de los autores objeto de estudio. Asimismo los colaboradores evitaron el estilo farragoso al cual tienden las obras dedicadas a inventariar. Y aunque son libros a los que en buena medida van a acudir profesores y estudiantes, no padecen del excesivo didactismo que lastra a algunas de las historias precedentes.

Tenemos, pues, sobrados motivos para regocijarnos con esta Historia de la literatura cubana con la que ya contamos. Si bien en obras como ésta nunca se puede afirmar que sea la definitiva, sí se puede decir que es un texto de imprescindible consulta. Queda aún por salir el muy esperado tercer tomo, que cubrirá el periodo que va de 1959 a 1988. Concluido en la misma fecha que los dos anteriores, aguarda desde entonces por que la Editorial Letras Cubanas se decida a ponerlo en manos de los lectores. ¿Con cuántos años más de desactualización verá la luz? Se aceptan apuestas.


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