Actualizado: 29/04/2024 2:09
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

CON OJOS DE LECTOR

Un Cuba Libre, con perdón

El unipersonal 'Rum & Coke', de la actriz cubanoamericana Carmen Peláez, es un tapiz de relatos y anécdotas por el que desfila media docena de personajes.

Enviar Imprimir

Actuación, pero no histrionismo

En Cuba, Camila conoce además a dos mujeres que, pese a la diferencia de edad, comparten el anhelo de poder materializar lo que consideran el sueño de su vida. Una es Nikita, una joven de diecisiete años que quiere ser bailarina, pero a quien su madre convence de que se trata de un sueño difícilmente realizable: "If you are darker than a paper bag, you don't ever get to open a curtain at the Teatro Nacional". Acepta cambiar por eso las zapatillas de ballet por los zapatos de tacones, para dedicarse a mejorar la economía familiar, mediante los dólares que consigue alegrándoles un poco la vida a los turistas extranjeros. Pero que nadie se llame a engaño: en su caso no debe hablarse de prostitución, sino de pragmatismo.

Camila hace el obligado tour a Tropicana, donde se emociona hasta las lágrimas con unas canciones que, para sorpresa suya, los turistas extranjeros escuchan indiferentes e impasibles. En el baño conversa con Nena, cuyo trabajo consiste en evitar que los clientes usen desmedidamente el rollo de papel sanitario. Años atrás había sido cantante en aquel mismo cabaret, pero cayó en desgracia cuando su esposo, pianista de la orquesta, escapó hacia Estados Unidos en una lancha. Ella prefirió no acompañarlo, pues confiesa que sólo puede ser feliz en aquel lugar, donde al menos puede alentar la esperanza de volver a cantar en el escenario de Tropicana, cuando la situación del país finalmente cambie. Y además, razona Nena, "if Miami is so good, how come all the Cubans are trying to get back here?".

Carmen Peláez posee una magnífica preparación técnica, así como talento natural como comediante. Gracias a esas cualidades, hace desfilar por el escenario la media docena de personajes de este tapiz de relatos y anécdotas que es Rum& Coke. La transición de uno a otro está hecha además con elementos actorales sencillos pero muy eficaces. Todo lo comunica valiéndose de sus recursos expresivos, tanto verbales como no verbales. Asimismo los utiliza con un adecuado control y, sobre todo, sin concesiones a un histrionismo que hubiese restado relieve al texto.

Coherente con ello, el montaje que dirigió Carl Andres emplea un vestuario único (en realidad, no cabe hablar de vestuario en el sentido tradicional), la escenografía se reduce a una silla y, por lo menos en la representación a la cual yo asistí, la iluminación no pudo ser más simple. Como elementos adicionales, están la banda sonora (música y algunos efectos) y una pequeña pantalla al fondo, sobre la cual se van proyectando fotos e imágenes relacionadas con lo que va aconteciendo en el espectáculo. Teatro, pues, en su estado más puro, despojado de todos los aditamentos que quiten el protagonismo a quien de veras le corresponde: la actriz.

Rum& Coke tiene además el acierto de administrar los ingredientes en la medida exacta. Durante los primeros diez o quince minutos, descansa en el carácter humorístico de las situaciones y los diálogos. La comicidad, ya se sabe, constituye un recurso que siempre facilita la tarea, pero también lleva aparejado el peligro de la trivialidad. De ahí que, con un inteligente criterio de actriz y director, luego la risa se atenúa para dar paso a reflexiones y aristas más serias. De igual modo, cuando una escena corre el riesgo de derivar hacia un tono de excesivo dramatismo, un oportuno cambio de registro actúa como válvula que permite al espectador relajarse. En Rum& Coke tampoco faltan los ingredientes costumbristas, aunque de nuevo hay que elogiar la adecuada dosis con que se les emplea.

Peláez tampoco carga las tintas en su visión de la realidad actual de Cuba, y uno agradece que no dé cabida a las consabidas y burdas diatribas anticastristas. En todo caso, el júbilo que manifiesta Camila al encontrar sus raíces, no le impide reconocer con tristeza el deterioro físico y ético al que ha llegado el país donde nacieron sus padres. Sin embargo, prefiere apostar por un futuro moderadamente optimista. Por eso, las palabras con las cuales concluye su viaje personal son: "Beauty survives".

Probablemente, esta sabia manera de combinar los ingredientes en las dosis justas Carmen Peláez debe haberla aprendido y asimilado en cierta medida del cuidado y el esmero con que los barmen de los cabarés y restaurantes de Miami ponen al hacer los cócteles cubanos. Es así, por ejemplo, como deben mezclarse el ron y la Coca-Cola para preparar el Cuba Libre, ese trago cuyo nombre resume, como ningún otro, la patria futura con la cual varios millones de cubanos sueñan.


« Anterior12Siguiente »