Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Una extraña Hialeah

'Hialeah, Miami Spring & Opa Locka', un libro que ignora el papel de los latinos, y en particular de los cubanos, en el desarrollo de la ciudad más popular del exilio.

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De una sentada he leído el libro de Seth H. Bramson sobre las tres ciudades fundadas por los inversores y personalidades Curtiss [pionero de la aviación] y Bright [introductor de innovaciones en la ganadería]. Me refiero a Hialeah, Miami Spring & Opa Locka.

Fue una rápida lectura, no por el interés que me despertó, sino por la poca información que brinda. En sus casi 150 páginas, la mayor parte está dedicada a fotos de esas ciudades, en particular Hialeah; concedamos que algunas tienen cierto interés.

Adquirí el libro no sólo por nuestro interés en esta ciudad, con una mayoritaria población latina, básicamente cubana, sino también por la reputación como investigador del autor, con más de una veintena de libros publicados, sobre historias locales y particulares de la Florida.

Pero de inmediato comprendí que la Hialeah que el autor brindaba era extraña, incomprensible, no era la que conozco ni a la que se ha dedicado tiempo investigando su surgimiento y desarrollo hasta conformar lo que hoy es.

De las 50 y tantas páginas que dedica a esta ciudad, incluyendo el capítulo dedicado al Race Track, es decir, el Hipódromo de Hialeah, más de 46 publican sólo fotografías. Sobre el Hipódromo, considerado uno de los más bellos del mundo, con sus palmas reales y flamencos traídos originalmente de Cuba, existe una extensa y diversa bibliografía. Los pocos párrafos en que el autor brinda alguna información son vagos, imprecisos y no sólo de poco interés, sino carentes de información estadística, demográfica, datos históricos concretos, hechos importantes, menos aún algún intento de periodización.

Por ejemplo, dedica un párrafo a las comunicaciones y el transporte, pero ignora, o parece ignorar, que en Hialeah estuvo durante más de 25 años el aeropuerto municipal de Miami, antecesor directo del actual aeropuerto internacional, la antesala de EE UU hacia el resto de América. Su atención está dirigida al Florida East Costal Railway, hoy prácticamente sin importancia, y al que el autor ha dedicado un par de libros con anterioridad.

Ni tan siquiera menciona que Amelia Earhart despegó de ese aeropuerto el 1 de junio de 1937 para dar la vuelta al mundo, intento en el que perdió la vida al desaparecer su avión en el Pacífico, convirtiéndose así en una leyenda.

Ni un café cubano

No hace falta seguir enumerando los más elementales datos que faltan en este desafortunado libro, pero tampoco puede dejar de señalarse que el autor, por dejar de decir, nada comenta de la presencia cubana, y latina en general. Tal parece que "estuvo en el pueblo pero no vio las casas".

Una rápida mención a Raúl Martínez, que fue el primer cubano elegido alcalde en EE UU, hecho que el autor no menciona, y al actual alcalde, Julio Robaina, son las únicas de personalidades latinas.

El aparente desprecio por el papel que los latinos, y en particular los cubanos, han tenido en el desarrollo económico, comercial e industrial de Hialeah, es inexplicable. Expone múltiples fotos de establecimientos comerciales de los años cuarenta y cincuenta, pero ni una sola de una cafetería donde se pueda tomar un café cubano, o comer un sándwich criollo o un pan con bistec.

Xenofobia, ignorancia, desprecio a la comunidad latina, que es la base de la ciudad de Hialeah, con más del 90% de su población y un 73% de la propiedad de los negocios. Supongamos lo mejor, confiemos en que una inexplicable ignorancia es la que ha llevado a este autor a presentar esta Hialeah extraña. Por tanto, no puede recomendarse este libro, salvo que a usted le gusten las figuritas.


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