Raperos se quejan de que las autoridades culturales favorecen al reggaeton

El rap, que durante los peores años de la crisis económica sirvió a muchos jóvenes cubanos para hacer crítica social, enfrenta hoy un enemigo peor que la intolerancia: el reggaeton, reportó la agencia Reuters.

Un puñado de bandas y MCs gritaron días atrás su descontento en la penumbra de un Festival, en Alamar, en las afueras de La Habana, donde el rap surgió a comienzos de los años noventa, alimentado por la crisis económica y las ondas de radio estadounidenses.

Según algunos músicos, la Agencia Cubana de Rap, creada por el gobierno en 2002 para adaptar al punto de vista "revolucionario" los mensajes de los raperos, está más interesada en las letras frívolas y anestesiantes del reggaeton que la incómoda poesía callejera del rap y el hip hop.

Al lanzar la Agencia hace cinco años, el ministro cubano de Cultura, Abel Prieto, declaró: "No queremos un rap mutilado y suavecito para exportar, sino uno que sea perfectamente auténtico".

Sin embargo, de acuerdo con Reuters, algunos artistas afirman que la institución promovió sobre todo a bandas y MCs que no se desviaban demasiado de la línea oficial, ayudándoles a grabar un puñado de discos de escasa difusión.

Este año, por segunda vez consecutiva, las instituciones gubernamentales ignoraron el Festival de Rap de Alamar.

"Ya nadie se enfoca en nosotros, porque el hip hop habla de la realidad, es protesta, ponerse a pensar sobre los problemas", lamentó Mai, una enfermera de 19 años, en el anfiteatro semivacío de Alamar.

"La culpa la tiene el reggaeton. Desde que entró en nuestras vidas, ha sido como una barrera", dijo, mientras jóvenes vestidos con camisetas de la NBA y gorras del Che Guevara "rapeaban" sobre amor, racismo, abusos policiales, balsas a Miami y diferencias de clase en una sociedad donde un teléfono celular define, a menudo, al nuevo rico.

Muchos raperos de la primera ola se pasaron al reggaeton, un cóctel de reggae, rap y música tropical que domina hoy las fiestas con hits como Se me parte la tuba en dos.

Otros, los menos, siguen predicando la "crítica constructiva" del hip hop.

"En mi comunidad / la gente ya no piensa igual / la rutina, la guapanga es la que da (...) Así es como realmente se vive (...) en este mundo / lleno de maldades / gentes desiguales / prejuicios raciales / si eres pobre nada vales", cantó en Alamar la banda Dimensión Oscura.

Cada vez que baja del escenario le dan palmadas de aliento, cuenta el cantante Raysmel, pero luego nadie se atreve a tocar los demos que él y sus amigos graban en estudios caseros a 15 dólares por canción, el equivalente a un salario.

"Los festivales antes se llenaban. Luego entró el reggaeton y, poco a poco, fue decayendo. Se fue perdiendo la cultura del rap", dijo el joven de 22 años.

"Hoy la Agencia (Cubana de Rap) está más puesta para el reggaeton, una fiebre que entró y no se ha podido parar", añadió.

Rodolfo Rensoli, el organizador del Festival de Alamar, afirmó que el gobierno perdió interés por el movimiento del rap y lo dio por desahuciado. Su esperanza está en una nueva generación de raperos como Dimensión Oscura, ganadores este año del tercer premio.

"Pensaron que habiendo uniformado el discurso del rap y habiendo propiciado ciertos espacios se había solucionado el problema", dijo el promotor cultural de 41 años, que se autodefine como un "activista social a través del arte."

Tras lanzar el Festival en 1995, Rensoli bajó del escenario por su excesiva politización, según dijo. Regresó el año pasado, decidido a rescatar el género, aseguró.

"El rap de hoy es más rico que el de antes. Sigue conservando su identidad y salvó el obstáculo impuesto por el extrañamiento ideopolítico de que lo que viene de afuera es pernicioso", dijo.

Pero, según algunos músicos, la influencia del reggaeton está diluyendo las letras de muchos raperos. Hace unos años, decenas de policías patrullaban el anfiteatro de Alamar. Esta vez, se limitaron a mirar el espectáculo sentados en la última fila.

En la Isla llegaron a existir más de 500 grupos de rap, unos 200 de ellos en Alamar.

A diferencia de artistas en Estados Unidos, como Eminem o Snoop Dogg, que se convirtieron en multimillonarios, los raperos cubanos trabajan durante el día para grabar por las noches temas que los productores no escuchan.

Su única historia de éxito internacional es la del grupo Orishas, radicado en España.

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