Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Wendy Guerra, en la piel de Anaïs Nin en la novela “Posar desnuda en La Habana”

La escritora cree que la situación en Cuba no se va a modificar en los próximos años y que la eventual muerte de Fidel Castro “no va a cambiar nada”

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La cubana Wendy Guerra se mete en la piel de Anaïs Nin en su libro Posar desnuda en la Habana, un diario apócrifo y novelado en el que, a partir de fragmentos originales de la controvertida escritora, fantasea y especula con lo que pudo vivir y sentir cuando regresó a La Habana en 1922.

Así, a lo largo de las páginas de esta novela, Guerra dilata los escasos textos que Nin escribió aquel año —apenas doce páginas— y llena lagunas de su biografía, con hechos ficticios inspirados en sucesos reales, en un proyecto literario que le ha llevado más de una década de documentación.

La autora señala en una entrevista que “el libro muestra una relación casi sexual de Nin con Cuba, una relación de amor muy épica, ya que tiene lugar en un momento en el que empieza la lucha por la nación cubana”.

El año 1922, en el que se ambienta la obra, fue decisivo en la vida de Anaïs Nin. A los 19 años, y tras haber vivido un tiempo en Estados Unidos, regresó a La Habana en busca de su padre, al que apenas conocía. Además, ya se había comprometido con el que sería su marido, el banquero Hugo Guiler, cuya familia veía mal la unión.

Guerra explica que “de forma muy poética, Nin entra en la isla como si entrara en el cuerpo de su padre”, el compositor Joaquín Nin, con el que la prestigiosa escritora francesa mantendría una relación incestuosa años después.

De este modo, la obra es un particular homenaje a una mujer, dice Guerra, “adelantada a su poca, compleja y fascinante”, en el que la autora cubana desvela pasiones internas y preocupaciones de Nin, tratando de ser lo más fiel posible al personaje que retrata y a través del cual escribe.

Guerra matiza, no obstante, que “Nin era alguien inatrapable”, al que no es posible ser del todo fiel, ya que, como señala, “ella no lo era ni consigo misma, muchas de las cosas que escribió las desmintió años después y luego las volvió a reconfirmar”.

Por ello, la autora cubana cuenta que “no toda la información es fiable, Nin tenía ese doble juego” y fue precisamente esa falta de exactitud y fiabilidad la que llevó a Guerra a optar por el formato de diario apócrifo, aunque, remarca “respetando siempre su capacidad”.

La autora señala que escribir desde la perspectiva de otra escritora, “aunque tiene algo de arrogante por el hecho de romper el misterio de la página en blanco”, le supuso “un ejercicio muy interesante” que abordó “desde la humildad”, en doce años de investigación en los que incluso estudió la forma de hablar de Nin a través de documentales.

Como señala Guerra, el título del libro hace referencia a la apertura de su intimidad que Nin realizó con sus diarios, y especifica que ese posado, al que se alude y que tiene lugar en un momento determinado de la novela, nunca sucedió en la realidad.

Lo que más fascina a Guerra del personaje de Nin es que “se trataba, en cierto modo, de una artista visual, que exteriorizó su intimidad a través de sus escritos, se abrió y se expuso, rompiendo con la literatura de entonces y comenzó a hacer artes visuales con sus diarios”.

Sobre la situación política y social de Cuba, la escritora de Todos se van no cree que se vaya a modificar en años próximos, e insiste en que la eventual muerte de Fidel Castro “no va a cambiar nada”.

En este sentido, explica que “los países los cambia su pueblo” y está convencida de que la defunción de alguien no debería decidir el destino de una sociedad. Igualmente, añade que “Cuba lleva 50 años marcada por un proceso y han quedado muy arraigados ideales y posturas” que, dice, no van a desaparecer si desaparece Castro.

Posar desnuda en La Habana ya está a la venta en España y Guerra ya trabaja en su próxima novela, Negra, una narración acerca del racismo en la que vuelca vivencias personales y que, al contrario que sus últimas obras, no tendrá forma de diario.


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