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Literatura, Crítica y Revolución. Homenaje a Salvador Redonet III

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Carpentier y otras etcéteras.(Primera Parte).

Entrevista inédita a Salvador Redonet.

La bibliografía del autor de El siglo de las luces preparada por la investigadora cubana Araceli García Carranza evidencia la abundante literatura existente en torno a la obra de Alejo Carpentier- tanto en lengua hispana como no hispana- dirigida a investigar preferentemente su producción novelística. Sin embargo, la obra carpenteriana incluye, además, algunos relatos breves, que por diferentes razones no han contado, al menos en el país, con una investigación sistemática, a diferencia de las novelas. Es por ello, entre otras cosas, que la tesis de doctorado Composición y oposiciones en tres relatos breves de Alejo Carpentier, elaborado por Salvador Redonet y fundamentalmente el contenido de su propuesta, constituyó el móvil de esta conversación. En un principio, pensamos que nos ceñiríamos a este tema; pero a medida que avanzamos, entre preguntas y respuestas, advertí que el objetivo nuestro (hablar sobre Composiciones y oposiciones en tres relatos breves...) era fruto, en buena medida, de otros trabajos críticos y de investigación de nuestros entrevistado, quien en la asignatura que imparte de Investigación Critico Literaria dedica buen tiempo al análisis de las narraciones breves de Carpentier. Resultó finalmente esto que aquí aparece, donde se habla de la narrativa de Alejo Carpentier, del cuento, de la investigación, y otras etcéteras.

Julio, 1989.

D. Matos. Redonet, en el segundo certamen del Premio “Razón de Ser” (1987) convocado por el Centro de Promoción Cultural Alejo Carpentier se te otorgó uno de los premios por un proyecto sobre la cuentística cubana más reciente. ¿Por qué el cuento? ¿Cómo y cuándo se te ocurre el proyecto?.

S. Redonet. No sé si es cuestión de pereza, o si los culpables fueron los cuentos de Chéjov y sobre todo los Proverbios y cantares y las Parábolas de Antonio Machado, que demuestran lo mucho que siempre se ha podido decir con poco. En fin, no sé; tendría que someterme a un (auto) buceo psicoanalítico (y no es el momento), pero lo cierto es que desde hace años prefiero el cuento como género (como investigador y como lector). En realidad, escasean las buenas novelas. También en la docencia he tendido la posibilidad de dedicarle tiempo al género, no tanto desde el punto de vista diacrónico, sino más bien sincrónico; y sobre todo a determinados textos, a determinados autores que me interesan por alguna razón o simple y llanamente me gustan. A partir de cierto momento me fui adentrando en la cuentística cubana de los últimos años. Así me fui enredando en esta madeja, que es un libro de investigación (más crítico que histórico) literaria sobre el cuento en Cuba desde 1959 hasta la fecha (que en eso consiste mi proyecto). Más de uno me había sugerido la idea de escribir algo así, pero la de enviar al concurso no fue mía. Me la dio Guillermo Rodríguez Rivera, quien ese mismo año obtuvo otro de los premios por un proyecto de investigación sobre la poesía cubana. Asimilé la cuerda investigativa científico-literaria-económicamente y envié el proyecto al “Razón de Ser”.

¿Por qué sería de aparición tan tardía o reciente?

Por muchas razones que sería extenso enumerar ahora- se supone que esto sea una entrevista y no una (auto) biografía – yo llegué bastante tarde (¡Casi no llego!) al forcejeo con la literatura.

El hecho de haberme graduado en Lengua y Literatura Hispánica en 1975 a los veinte y nueve años, eso es lo de menos: el título no hace al monje, ni es necesario -hay más de un ejemplo- haberse graduado para escribir un libro, por supuesto. Pero en comparación con otros coetáneos míos, mis primeros encontronazos con la docencia, la crítica, la investigación y hasta con la ficción fueron (son) tardíos (o recientes, según se vea). En realidad, lo más probable es que hasta entonces no haya tenido nada realmente interesante que decir; lo cual, si no es un gran motivo para callarse, lo es para no publicar un libro (que es casi lo mismo).

Entonces ¿La llegada tardía de tus libros lo justifica, en cierto modo, el hecho de haber entrado algo atrasadamente, según tú mismo, en un ambiente literario propicio para ello?

Nada justifica nada. Por ese forcejeo tardío le dediqué (y le dedico), con gran placer, bastante tiempo a los temas que imparto en la docencia, que –yo casi no sé bien cómo- se han fundido armónicamente, para suerte mía, con mis intereses en la investigación, en la crítica, de lector, y en la vida cotidiana. Y le dedico bastante tiempo no solo porque sé que todavía soy (y lo seré hasta el final de mi vida) un gran ignorante; sino porque pretendo que quienes me escuchen lo sean cada vez menos; y eso se logra enseñando a pensar que uno siempre es un gran desconocedor; es decir, enseñando a pensar con cabeza propia (y ello incluye la cabeza ignorante de los demás).

Eso quizás explique en parte (no justifica) un poco la “recientez” o “tarditud” de esos libros; que –para ser sincero- a mi no me preocupa en lo más mínimo (lo reciente o lo tardío). Hay cosas más importantes por las cuales preocuparse. Quizás esté equivocado; porque desde hace tiempo más de uno siempre me pegunta cuándo voy a publicar un libro y pensándolo bien: la parición de estos libros ahora (sobre todo, los de investigación) se debe –entre otras cosas, que no viene tampoco al caso enumerar ahora – a que distintos compañeros (y, en su aplastante mayoría, alumnos y exalumnos míos) me dando la cuerda (y la he asimilado, parece) sobre su probable utilidad.

De todos modos, no hay arreglo: sigo prefiriendo –hasta hoy (subrayado el hasta hoy) 26 de julio de 1989- de todos los libros (como decía Martí) “el de la vida, que es también el más difícil de leer” y para serte más sincero todavía, si tengo que escoger entre un diálogo vivo – de cualquier tipo- y escribir ( o leer) una línea de cualquier cosa, prefiero lo primero – aunque don Juan Manuel afirmaba que "es mejor el tiempo de facer libros que en jugar a los dados o facer otras cosas viles" -, creo que siempre es mejor, cuando la escritura y la lectura se produzcan post diálogo ( o post monólogo): ambas, cada una a su modo, no son sino una manera de re-crear(se) (en) la vida; no la vida. Puede ser que también esté equivocado: entre los seres humanos y los libros prefiero –hasta ahora- a los seres humanos (Subrayado lo de humano). No todos, por supuesto, y no a toda hora; pues la gente (uno incluido) cambia y acaba siendo como en realidad es; y entonces a veces hay sobradas razones para quedarse en casa (o en una biblioteca) escribiendo o leyendo un libro. O mirando al techo. Parodiando algo conocido: en ocasiones después de alguna humana experiencia (con otros) o después de tirarse uno un buen vistazo por dentro, se termina prefiriendo ciertos libros o una reconfortante soledad humana unamuniana.

Pero, no obstante, en estos años has publicado, aquí y allá algunos trabajos. ¿No?

Pertenezco a la clase de los seres (no sé si humanos) imperfectos y por tanto no he podido escapar, hasta ahora, a las tentaciones. De ahí que haya publicado algunos trabajos; fundamentalmente sobre el cuento y sobre la narrativa de Carpentier. Con parte de ellos armé ese Vivir del cuento; y con otra tengo medio armando algo que debe aparecer en algún momento bajo el título de Textos carpenterianos y otras etcéteras, que incluyo especulaciones elaboradas entre 1982 y 1985, y otros que espero incluir –tiempo mediante- antes del noventa.

¿Por qué tu interés en la obra de Carpentier?

Desde hace un buen tiempo la narrativa de Carpentier –y específicamente sus relatos breves- ha sido otro de mis medios de supervivencia en la docencia y en la investigación. La “culpa” la tiene sobre todo (Ella, quizás, no lo sabe) Mercedes Santos Moray: allá por el año 73- si mal no recuerdo- ella impartía en la Facultad de Artes y Letras, el curso de investigación literaria en que debía presentar tres trabajos sobre “El camino de Santiago”. Desde entonces hasta la fecha la obra narrativa de Carpentier ha sido una de las constantes en mi trabajo; y –hasta ahora-no me arrepiento.

¿Y qué específicamente abordas en el tema de Doctorado?

La candidatura de Doctorado – de la cual quizás salga (vamos a ver cómo) en septiembre o diciembre de este año- trata especialmente los relatos breves que Carpentier escribe entre 1944 y 1965, y en particular: “Los fugitivos”, “Semejante a la noche” y “El derecho de asilo”. Me interesa sobre todo estudiarlos desde el punto de vista composicional. En realidad, en esta investigación trato de combinar el estudio mismo de estos textos carpenterianos con una proposición (especulación) sobre la indagación composicional del texto narrativo en prosa. Para mi este tipo de acercamiento es un placer, una fiesta y un medio de llegar –con la mayor justeza y objetividad- a las proposiciones, de todo tipo, de una obra. Y no me han logrado convencer de lo contrario, hasta ahora.

¿Por qué ese interés especialmente en los relatos breves de Carpentier?. ¿Por qué no las novelas?

Como ya te dije, una buena novela es una buena novela. Me ha interesado por más de una (incluidas algunas de Carpentier). Pero con los años se me ha enraizado –como ya te dije también- un interés particular por los relatos breves (sobre todo, los muy breves) en general y en particular por la cuentística.

En un libro marcadamente singular que me prestaron hace poco La letra G (Fragmento de un diario) Agusto Monterroso dice con gran razón (creo yo) que:

“Un libro es una conversación. La conversación es un arte, un arte educado. Las conversaciones bien educadas evitan los monólogos muy largos, y por eso las novelas vienen a ser un abuso del trato con los demás. El novelista es así un ser mal educado que supone a sus interlocutores dispuestos a escucharlo durante días”.

Claro, a nadie le puede pasar por la mente que a Monterroso no se le ocurra aclarar y matizar (“Que sea mal educado no quiere decir que pueda ser encantador [...]”) y más adelante ejemplifica: “Bien por la mala educación de Tolstoi; de Víctor Hugo”. Uno podría ampliar la lista de los buenos novelistas “mal educados” y también ofrecer millones de ejemplos de malos novelistas mal educados. Pero aunque no faltan los cuentistas (y no sólo por un problema de extensión) mal educados, no es menos cierto que la mala educación en el cuento es más perdonable – a fin de cuentas la extensión del cuento es menor y uno sale rápido del mal rato- que en la novela. Ese es quizás uno de los motivos de mi preferencia por el cuento.

Pero, además, prefiero – sin desdeñar las novelas (sobre todo El arpa y sombra y El siglo de las luces y también El reino de este mundo, El recurso del método) de Carpentier- sus relatos breves por varias razones.

- Las particularidades artístico-literarias (ideotemáticas y composicionales) y las polémicas que aún se dan en torno al significado de los textos breves que integran Guerra del tiempo

- Las constantes y variables que, en relación con los relatos precedentes, pueden observarse en los escritos en 1965 (“Los advertidos” y “Derecho de asilo)

- Y los aciertos que hay, indudablemente, en sus primeros relatos, que han sido descuidados, por la crítica, guiada tal vez por el hecho de que el mismo autor solía dejarlos en el desván del olvido (me refiero a “Oficio de tinieblas” y “Los fugitivos”)

Algunos de nuestros estudiantes universitarios, sin embargo, en sus trabajos de curso y diploma se han interesado por estos y otros relatos de Carpentier. Precisamente, “Composición e ironía en Oficio de tinieblas” es el título de unos de los premios de ensayo “13 de Marzo” de 1985, de Alejandro Cánova, cuyo trabajo de diploma está dedicado al análisis de este y otros dos relatos carpenterianos (“Los advertidos” y “El derecho de asilo”).

No es casual el interés que en los últimos años han despertado los relatos breves de Carpentier: una gran parte de los trabajos enviados al concurso “Letras y Solfa”, en su última convocatoria, estaban dedicados a ellos. Uno de los tres premios –el trabajo de Olga García Yero-se centra precisamente en Guerra del tiempo.

Sé también que hay compañeros de en la Universidad de Las villas dedicados al estudio de los primeros relatos de Carpentier.

A propósito de esto último. ¿Cuál es el estado actual de la bibliografía nacional sobre la obra de Carpentier?

Para ser exactos habría que rastrear la Bibliografía de Alejeo Carpentier, elaborada por Araceli garcía-carranza y publicada en 1984, y también las bibliografías de críticos cubanos que se publican en la Revista de Literatura Cubana, las distintas publicaciones periodísticas y especialmente el anuario Imán y la revista de la Universidad de La Habana, nº 223 dedicada casi toda a Carpentier.

Lo interesante es lo siguiente: junto a los nombres de investigadores que desde hace tiempo se han dedicado de un u otro al estudio de la obra de Carpentier (Grasiella Pogolloti, Salvador bueno, Ambrosio Fornet, José Antonio Portuondo, Roberto Fernández Retamar, Leonardo Acosta, Mercedes santos Moray, Ana Cairo, Denia García, Lisandro Otero, Ángel Augier, Rogelio Rodríguez Coronel y otros), desde finales de loa años setenta y a lo largo de los ochenta aparecen nuevos nombres, entre los cuales hay jóvenes estudiosos ( Leonardo Padura, Lucía López Coll, Frank Padrón, Osmar Álvarez Calvel, Aída Bahr, Enrique Soldevilla, Virgilio López Lemus, Mirta Perras...y otros no tan jóvenes: en primer lugar (y el día que él los publique se verá porqué Luis enrique Rodríguez -que anda combinando (y con gran acierto) sintaxis, estilística y computación-; Luisa Campusano, Dolores Nieves, Gloria Barredo, Amaury Carbón,...). hay indiscutiblemente más nombres y trabajos. Del mismo modo, hay diferencias, por el grado de profundidad entre los trabajos – tanto de los “viejos” investigadores como de los “nuevos”: por su carácter: informativo, descriptivo, reseñas, investigación, ensayo...; por el enfoque investigativo, etc.; pero esto puede dar así sea una vaga idea de o que viene ocurriendo en los últimos años: un interés crítico –en ascenso- por la obra de Alejo Carpentier; y en gran medida, lo mismo ocurre con la de Lezama y Piñera; sobre todo entre los jóvenes, cuyos trabajos veremos ir apareciendo, y con enfoque que irán desvelando nuevas aristas den la obra de estos tres grandes narradores.

En todo esto no ha sido desdeñable el peso de la labor del Centro de Promoción cultural “Alejo Carpentier”; el premio “Letras y Solfa” que este convoca; la re-edición de los textos narrativos de Carpentier, la promoción y la divulgación de sus obra a través de los club de lectores que llevan su nombre, los trabajos (de curso y de diploma) de los estudiante universitarios. Por los trabajos presentados en diferentes concursos en los talleres literarios, es evidente que con el tiempo y otras etcéteras, muchos lectores han ido venciendo esa especie de temor al barroquismo sintáctico y cultura carpenteriano.

¿Piensas que en realidad resulta difícil leer a Carpentier?

Lo que en realidad resulta difícil es leerse muchos textos y no precisamente de Carpentier que andan por ahí. La diferencia entre la lectura de algunos autores y la de Carpentier, es la misma que existe entre el tránsito por una vía de un solo sentido de dirección y por una autopista con una alta densidad de circulación. ¿Me explico?

Hay una característica señalada por los estudiosos de la novelística carpenteriana: la poca presencia de diálogos. Ocurre esto también en sus cuentos?. ¿Responde ello en general a alguna razón de naturaleza contenidista o formal?

Es verdad que el mismo Carpentier se alertaba a si mismo (y alertaba a los demás) sobre la falsedad de los diálogos. “Los diálogos novelísticos me horrorizan (contesta en una entrevista) porque no corresponden a ninguna realidad: me parecen tan falsos como los del teatro de un Victorien Sardou y como creo que sus mecanismos ilógicos no han sido lo suficientemente estudiados, trato siempre de evitarlos”.

Esta idea la repetirá una y otra vez en entrevistas, encuentros...Sin embargo, convendría quizás precisar que cuando Carpentier habla de diálogo, está reduciendo el término al diálogo directo (es lo que todos normalmente entendemos por diálogo) y no incluye otras variantes como son: el diálogo indirecto, el diálogo indirecto libre y el diálogo narrado. Es cierto también que en lo referente a la utilización de diálogo directo, a partir de su primera novela puede observarse un viaje que va: desde la prácticamente ausencia de diálogo directo (tíresele un vistazo a “Oficio de tinieblas” y se podrá apreciar esto. Me atrevería a afirmar provisionalmente que no se hallan allí ni las restante variantes del diálogo), pasa por una moderada utilización del directo y la mayor utilización del indirecto hasta llegar a partir de 1965 un notable incremento de todos los tipos, y en el especial del directo (en comparación con los momentos precedentes).

Las razones son de dos tipos: contenidistas y formal. Creo que cuando retrospectiva y autocríticamente Carpentier analiza las deficiencias de Ecue-Yamba-o , se estaba refiriendo, entre otras cosas, al narrador y a los diálogos de la novela. Escribió el mismo Carpentier: “Creí conocer a mis personajes, pero con el tiempo vi que, observándolo superficialmente, desde fuera, se me había escurrido el alma profunda [...]. Además el estilo mío de aquellos días”

Continuará



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Artes AudioVisuales y política cultural.

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Autor: Dennys Matos

Dennys Matos

Dennys Matos. (Guantánamo, 1966). Periodista, crítico de arte y curador.

Foto: © Lorena Peréz Rumpler

Contacto: dmatos66@gmail.com

 

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