Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Béisbol: II Clásico Mundial

Una derrota cantada

La causa de la eliminación de Cuba se 'cocinó y digirió' hace varios años: el nivel y el fogueo de los contrarios son muy superiores.

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La eliminación del equipo cubano en la segunda etapa del II Clásico Mundial de Béisbol provocó infinidad de comentarios entre expertos y fanáticos, lo que continuará por mucho tiempo.

Lo que constituyó una sorpresa para la mayoría de los aficionados en la Isla, ya se había "cocinado y digerido" desde hace varios años fuera de Cuba: topar contra profesionales bien preparados traería notables reveses para los tricolores, debido a que el nivel y el fogueo eran muy diferentes y superiores.

El debilitado torneo nacional, con 90 juegos en su calendario y 16 novenas, de las que cuatro o cinco tienen una calidad superior al resto, limita completamente las capacidades de sus jugadores para mejorar sus destrezas, al no poder insertase en otros campeonatos de mayor calibre como en la pelota rentada.

Días antes del certamen mundial, los ahijados de Higinio Vélez se midieron con novatos de conjuntos mexicanos de segundo orden, mientras Japón y Corea del Sur jugaron contra norteamericanos que se adiestraban para la temporada de Grandes Ligas. Esa diferencia forma parte de algunos de los tantos desaciertos del béisbol cubano.

Por otra parte, las "cantaletas" político-ideológicas repetidas durante cincuenta años, como esa de "regresar con el escudo o sobre el escudo" —que a los atletas les entran por un oído y les salen por el otro—, más las necedades escritas, ahora constantemente, poco importaron para que, del lado contrario, los astutos asiáticos realizaran las mismas jugadas que en décadas anteriores lograban sin mucho aspaviento los peloteros cubanos.

Frescas están en la memoria de miles y miles de seguidores de nuestro pasatiempo favorito, las proezas diarias de aquellos colosos que no se cansaban de "hacer el juego chiquito", que no es más que tocar la bola, machucar la pelota, batear elevaditos detrás del cuadro y correr como galgos, como lo hicieron Wilfredo Sánchez, Eulogio Osorio, Pedro Jova, Víctor Mesa, Germán Mesa y Luis Ulacia, entre otros.

A la toletería de la Isla le faltó también bombarderos de espanto, como Agustín Marquetti, Armando Capiró, Antonio Muñoz, Pedro José Rodríguez, Lourdes Gourriel, Luis Giraldo Casanova, Lázaro Junco y, más recientemente, Orestes Kindelán, Omar Linares y Antonio Pacheco, por sólo citar a este grupo de tres generaciones de peloteros que brindaron verdaderas páginas de gloria con sus kilométricos estacazos en momentos claves.

Hipótesis para oídos sordos

Rescatar las series selectivas de pelota, contratar entrenadores asiáticos de pitcheo y situar jugadores en diferentes ligas, podrían ser tres de los tantos aspectos necesarios para que el béisbol de la Isla logre mejorar su calidad.

Los torneos selectivos, instaurados en la década de los años setenta con representaciones de las antiguas seis provincias, permitió desarrollar fuertes campeonatos donde intervenían los jugadores de mejores promedios en la serie nacional. Tanta clase existía, que de aquellas justas se formaban los equipos Rojo y Azul, antes de confeccionar los equipos Cuba.

Encontrar ahora a una treintena de jugadores de un calibre especial cuesta trabajo, sobre todo en el área de pitcheo, donde el staff criollo luce extremadamente frágil, como se vio en su actuación del Clásico.

Nuevos entrenadores

Quién no recuerda aquellos formidables staff de lanzadores, con José Antonio Huelga, Braudilio Vinent, Rogelio García, Jorge Luis Valdés, Julio Romero, Oscar Legón, Juan Carlos Oliva, Lázaro Santana, o los que llegaron después, hasta finales de los noventa, que con un coraje enorme y sin titubeos salían a tirar strikes y defender la camiseta.

Aquellos monticulistas fueron entrenados en algunas etapas por Pedro Natilla Jiménez, Juan Ealo, el ahora revivido Pedro Pérez, Conrado Marrero y Román Suárez, y otros que escapan a la memoria. Evoco estos nombres porque los monticulistas actuales —con excepciones— no estaban aptos para salir a un ruedo de esa categoría y muchos se preguntarán si no contamos con los técnicos capaces en esa importante área.

Desde hace años, Cuba exporta entrenadores de numerosas disciplinas deportivas. No tendría nada de particular dejar atrás el falso orgullo de "sabios de la pelota" y traer preparadores de Japón y Corea del Sur, que ahora poseen grupos de lanzadores con altas capacidades que no salieron de la nada.

Las intromisiones insólitas que se hicieron desde La Habana por parte de un panel de "expertos", intentando dirigir al equipo, forman parte de los caducos métodos que desde hace años se utilizan en varios campos y el béisbol no ha sido la excepción.

Lo publicado en la prensa nacional muestra hasta dónde son capaces de llegar los ineptos con poder. Si tan eruditos son, ¿por qué no estaban allí, sobre el césped, donde en segundos hay que tomar las decisiones que perdurarán por toda la vida?

Dinero constante y sonante

Después de tanto cotilleo, en las proclamas debía especificarse también la repartición del dinero que correspondió a los integrantes de la selección cubana por intervenir en el torneo.

Mucho antes de que se lanzara la primera bola, los organizadores de la gran fiesta beisbolera anunciaron que cada una de las 16 federaciones recibiría 300.000 dólares por participar en la primera ronda y se entregaría una suma igual para las que finalizaran en los primeros lugares de cada grupo.

También, por pasar a la segunda etapa correspondía un premio de 400.000 dólares, de manera que a los cubanos les tocó un millón de dólares. Según lo anunciado, se deducirán los impuestos correspondientes y el resto debe dividirse a partes iguales entre la Federación Cubana de Béisbol, en el caso de los isleños, y los integrantes de la escuadra nacional.

La más elemental lógica indica que en los próximos días se anunciarán en CubaDebate las cantidades otorgadas a los sacrificados jugadores y entrenadores. Por favor, que no vuelvan con el mismo cuento de Omar Linares, que "donó" los millones que ganó en Japón para remodelar instalaciones deportivas.


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