Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Cine

«Siento predilección por malditos y marginados»

Entrevista con Manuel Zayas, a propósito de su polémico documental 'Seres extravagantes', sobre la vida del escritor Reinaldo Arenas.

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Uno de los pocos reproches que algunos críticos hacen a 'Seres extravagantes' es que la obra no abarca el período vital de Reinaldo Arenas en el exilio. ¿Qué criterios le llevaron a decidir la estructura de la obra en ese sentido?

Pienso que se podrían hacer más reproches, pero intentaré limitarme sólo a lo que me preguntas. Entiendo —o mejor dicho, fui entendiendo mientras trabajaba en esta biografía y también en la de Guillén Landrián— que ninguna historia puede pretender ser total o completa; y que lo que valdría para dar cuerpo a lo contado es el punto de vista.

Es decir, que dado que era imposible contarlo todo, debido a limitaciones de índole diversa —económicas y hasta físicas, pues es muy difícil para un cubano viajar libremente y también entrar legalmente en Estados Unidos—, había que contar con los pocos recursos, con los posibles y los accesibles.

El juego del cine no es el mismo de las otras artes, que se pueden ejercer en la pobreza total: con papel y lápiz, o con un lienzo y un pincel. Aun cuando se trabaje con presupuestos bajos, hacer cine cuesta mucho más dinero, y es un juego que se debe realizar en colectivo.

Hacia el final del documental, hay un título que dice "Esta película se rodó íntegramente en Cuba". Esto habla abiertamente de todas las limitaciones que tuvimos, y también de que en el documental existe una unidad, incluso debido a la geografía. Sin embargo, y sin querer condicionar su lectura, creo que hay que ver Seres extravagantes no sólo como una biografía de Reinaldo Arenas, sino como la de otros que también fueron no-personas.

¿Qué percepción tuvo durante el proceso de preparación y filmación del documental sobre el conocimiento de la figura de Arenas en un contexto de provincia como Holguín?

Más que un autor, la figura de Reinaldo Arenas constituye un mito. Lo digo así, no porque no haya creado lo suficiente, sino porque su obra no ha sido divulgada en la Isla. Mientras vivió allí, sólo pudo publicar un libro, Celestino antes del alba. Antes de suicidarse, ya muy enfermo de sida, después de dos décadas de exilio —uno interior, otro real—, prohibió que cualquiera de sus obras se publicara en su país mientras perdurara el sistema comunista.

Muchos lo juzgan solamente por su autobiografía, Antes que anochezca, que en mayor parte dictó, y no escribió, ya bastante enfermo. En Cuba, de él se conoce más que nada este título, que circula de mano en mano. En Holguín, aunque han instaurado un premio oficial que lleva el nombre de Celestino, y fuera de los pequeños círculos intelectuales, es más bien una figura ignota. Y esto es consecuencia del silenciamiento de su obra, que no se encuentra ni en la Biblioteca Nacional José Martí, de La Habana. Y es una vergüenza que esto suceda en un país que se dice protector de la cultura.

Reinaldo Arenas es más conocido en Estados Unidos —donde una universidad como la de Princeton conserva una colección de sus manuscritos— que en su país natal. Un síntoma del ocaso cultural cubano.