Actualizado: 27/03/2024 22:30
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México DF

¿Buena fe?

Fe en las personas… Fe en el cambio ineludible de Cuba hacia la libertad, hacia la paz.

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Juicios impracticables lanzados desde un cenáculo de ancianos en la Casa del Combatiente del Municipio Playa, que sueñan con el retorno a ideales podridos por el afán de poder de un solo hombre; o difundidos desde una valiente reunión de opositores en las afueras de La Habana, que minimizan intereses creados, acechos foráneos, picaresca tropical… Juicios, en fin, desde cabezas trocadas, lectoras de la deliciosa novela corta de Thomas Mann.

A favor del 'socialismo real'

¿Quiénes de los que aún se declaran adictos a la autocracia operan de buena fe? ¿Cuáles estratos pueden distinguirse? ¿Dónde aparecen los trastornos y rarezas que se sumergen en la mala fe? ¿Ocurre lo mismo dentro de los que nos oponemos a la dictadura? ¿Qué diferencias esenciales, más tajantes que una navaja sevillana, nos separan de ellos?

Recordemos que buena fe es honradez y honestidad, principios morales que comienzan por huir de la hipocresía y del oportunismo, de las variadas formas de corrupción, de prostitución. Pero buena fe es una meta, y que lance la primera piedra quien no haya cometido alguna vez en alguna situación algún pecado contra ella. Además de que actuar desde la honradez no garantiza —lamentable e irremediablemente— tener razón.

¿Quiénes actúan de buena fe a favor del "socialismo real" —el único que ha existido— que ha exterminado hasta las guaraperas? Es obvio que hay un sector de la población —sobre todo de la tercera edad— que defiende los cascajos benéficos del acceso gratuito a la educación y a los servicios médicos, el "igualitarismo" de los años sesenta y la "independencia", mientras le achacan al "imperialismo yanqui" y su "bloqueo" (el absurdo embargo) el desmerengamiento del país y sus ásperos efectos en la olla y en la guagua, en el techo y en los calzoncillos.

Por supuesto que desde hace varios lustros es una minoría, pero acostumbrada a que decidan por ella, a creerse representada en el Poder Popular y a suponer que la Constitución es la mejor de América Latina, que viven en la más equitativa e higiénica sociedad posible para un país del "tercer mundo" y hasta del "primero" —según les repite incansablemente su cacique y sus medios masivos de comunicación absolutamente impermeables a la diversidad, dirigidos y actuados por amanuenses que harían la envidia de la corte de Luis XIV—.

No hay duda —son ya 47 años de uniformidad— de cuánto se ignora allá dentro de las condiciones actuales en el planeta, de los avances en derechos humanos y progresos contra la miseria y la corrupción. Les han hecho creer que la historia de Cuba puede retroceder a 1958. No saben lo que ha ocurrido y ocurre en el mundo, por lo que no hay tautología cuando se habla de "la isla aislada".

Sólo reciben noticias de terrorismos, robos, drogas, violencias, ilegalidades…, mientras las internas siempre son ilusiones, expectativas luminosas, porque ahora sí "vamos a construir el socialismo energético".