Actualizado: 01/05/2024 21:49
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México DF

¿Buena fe?

Fe en las personas… Fe en el cambio ineludible de Cuba hacia la libertad, hacia la paz.

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'Familia en el Exterior'

Vuelvo a las preguntas: ¿Cómo anda la fe de los opositores? Y antes de contestar recuerdo el chiste: "No se preocupe, Comandante, que yo tengo fe? ¿En la revolución? No, no, efe e: Familia en el Exterior". Porque lo primero es distinguir entre los distintos estratos y oleadas del exilio, de una parte, y los que se encuentran en el insilio, empezando por los cerca de 500 presos de conciencia y quizás terminando en las decenas de miles de orientales indocumentados en La Habana…

No coqueteemos con la misma mentira que el Dr. Castro Goebbels comete cuando afirma la "unidad monolítica de los revolucionarios (sic) y su intachable conducta". José Martí decía en unos versos: "Hay seres de montaña, seres de valle // y seres de pantanos y lodazales".

Los opuestos a la dictadura, que constituimos la amplia mayoría, somos seres humanos, no entelequias, no sofismas, no una masa compacta y monótona. Si algo nos distingue de la demagogia populista es sabernos individualidades. Si a algo aspiramos es a un país realmente democrático, donde se respete lo diferente.

Dentro de nosotros, aunque por razones distintas y con muchísimas menos causas "ambientales", también hay gente que actúa de mala fe en su enfrentamiento al absolutismo. Son una exigua minoría, pero de ella se aprovecha la propaganda gubernamental para desprestigiar a la oposición, a los verdaderos revolucionarios cubanos del 2006. En Miami, en México, en Madrid o en cualquier rincón de Cuba, hay quienes ven en la lucha no un acto patriótico, sino una vía de notoriedad personal o de empleo lucrativo, de inversión para cuando se produzca el fin.

Aquí debe distinguirse —y admitirse como necesario— una heterogeneidad de puntos de vista, que también atañe a razones éticas, bajo el principio de que sería fatal —otra tuerca mohosa— pretender una unidad que vaya más allá de propiciar el tránsito a la democracia, con los defectos y tropiezos que le son inherentes a la especie humana. Vanidades, susceptibilidades, prejuicios y desconfianzas no pueden excluirse. Hay que bregar con ellos —y algunos más—, junto con el egoísmo que insulta este nuevo año, propiciado por una sociedad donde el miedo se lleva las primas y hasta las hermanas, donde la familia disgregada entristeció la celebración navideña.

¿Buena o mala fe? Quizás debamos quitarle los adjetivos, lo que no significa ignorarlos. Fe en las personas… Fe a pesar… Fe en el cambio ineludible de Cuba hacia la libertad, hacia la paz. ¿La paz? Esperemos que la transición tenga suficiente corazón e inteligencia para que sea en paz.


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