Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Literatura

«Creo en el hombre y su dignidad bajo cualquier circunstancia»

Narrativa, poder, exilio: Entrevista con el escritor Nicolás Abreu.

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'La mujer sin tetas' contiene la historia de una gran tragedia; pero, y este probablemente sea el gran éxito de la novela, esa tragedia no se narra, está implícita e imbricada en el derroche de los humores, en su doble acepción de lo humorístico y purulento. ¿Cuál es esa tragedia que, como toda tragedia, es siempre personal?

La tragedia es ver la muerte. Uno no puede controlar los desastres. La mayor virtud, a mi entender, está en formar parte de ellos y enfrentarlos. No es nada agradable ver, como en segundos, algo que se mantenía inalterable, que daba estabilidad a tu vida, se desdibuja ante ti, implacable.

La muerte llega en persona, te mira y te dice: 'Estoy aquí'. Y no te queda otro remedio que ajustarte los pantalones y enfrentarla con dignidad, aunque sepas que la bronca cuerpo a cuerpo está perdida de antemano. Y eso hago en mi obra, enfrentarla, burlarme de ella, pasear por su mar de pus, atravesar sus cortinas de flemas, sin doblegarme, como en una aventura; restregándole en la cara lo que ya me ha enseñado, a mis muertos, lo que hizo con ellos. Si Ella ríe, yo río también, aunque sea con lo poco que me queda, mis dientes postizos.

En 'La mujer sin tetas' usted utiliza la técnica de la novela dentro de la novela, al insertar en sus páginas 'La Perlana', una obra mítica en los ambientes del clandestinaje literario en La Habana de los setenta; pero creo ver en ese procedimiento más que una técnica narrativa, usada ya por Cervantes en 'El Quijote', una especie de venganza. ¿De quién se venga y por qué?

La razón de insertar La Perlana en La mujer sin tetas, al margen de la suerte de encontrarla en la constelación del mismo nombre, fue la de presentar dos horrores que le tocaron vivir al personaje, en diferentes espacios y circunstancias, pero que no dejan de ser dos verdaderos retos. No lo veo como una venganza. La literatura es también un medio para identificarse con la posteridad, de decirle: 'yo no formé parte de la indigencia humana que me tocó vivir'. Esa para mí es la gran victoria, si es que se logra alguna.

En las siempre tensas relaciones entre la literatura y el poder hay al menos, desde mi punto de vista, tres posibles tipos de relaciones: la literatura que entra en maridaje con el poder, la que se desentiende de la vida y se hace poder ella misma acampada en los atemporales castillos, y la que se enfrenta al poder y se realiza desde el odio y las vísceras, siempre en contra de algo o alguien. ¿Por cuál de esas posibilidades es que apuesta su acto creativo?

Quiero aclarar, como ya hice en mi novela La mujer sin tetas, y ahora viene muy bien al caso, que no creo y me cago en el chiste del hombre y sus circunstancias, especie de proverbio muy práctico para los cobardes y los oportunistas, que ha servido a muchos como legado para justificar sus infamias. En lo único que creo es en el hombre y su dignidad bajo cualquier circunstancia, que no es lo mismo. Por eso prefiero apostar por mi mundo, que como ya te dije es único, en ese universo personal se desenvuelve mi literatura, eso sí, sin compasión y sin prejuicios.


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