«Hemos conseguido un teatro serio»
Al habla con el dramaturgo Ernesto García, fundador y director de la compañía Teatro en Miami Studio, que cumple su primer aniversario.
En la Calle Ocho, en el corazón de la Pequeña Habana, me esperan Ernesto y Sandra García. Hoy es día de función y deben estar desde temprano, mucho antes que los actores, arreglando todos los detalles para la puesta. Ernesto nos abre la puerta de Teatro en Miami Studio, compañía que fundó junto a Sandra y un grupo de jóvenes actores el 13 de julio de 2007.
En su primer año de existencia, Teatro en Miami Studio ha montado los estrenos mundiales de las obras Sangre, Aromas de un viaje y El reloj dodecafónico, escritas y dirigidas por el propio García, quien también ha compuesto la música y ha elaborado el diseño escenográfico. La compañía realizó en 2006 una reposición de Improvisando a Chéjov, estrenada en el Byron Carlyle Theatre, de Miami Beach.
Además, en su sede se han presentado los grupos españoles Minimal Teatro, de Madrid, con la puesta de El Ángel de la culpa; la Quimera de Plástico, de Valladolid, con Mujeres; y Vedado Productions, de San Sebastián, con Las penas saben nadar. Teatro en Miami Studio ha ofrecido cursos de teatro profesional y ha patrocinado las lecturas dramatizadas del Instituto Cultural René Ariza (ICRA), un intento por mantener viva la dramaturgia cubana en el exilio.
Desde una azotea que hace función de agradable balcón, García cuenta para los lectores de CUBAENCUENTRO.com los pormenores del trabajo de la compañía Teatro en Miami Studio en su primer año de vida.
¿Cómo nació Teatro en Miami Studio?
Decidí empezar un grupo teatral en enero de 2007. Convoqué a una serie de muchachos, sin mucha experiencia la mayoría, y comencé a hacer un taller de actuación en mi casa. Empezamos el montaje de Sangre y me di cuenta que se había formado un grupo. Sandra y yo decidimos buscar un local para presentarla y eso fue una aventura de meses hasta llegar aquí. Esto era un almacén de hierros con máquinas de 600 libras. Nos dimos a la tarea de limpiar primero y después construir el teatro. Lo logramos entre todos. Eso nos hizo más fuerte como grupo. Cuando estuvo listo, lo inauguramos con la obra Sangre. Ese fue nuestro primer éxito.
Mi idea siempre fue crear una compañía y no una productora. Las únicas compañías —donde siempre ves los mismos actores— que existen en Miami son Havanafama y nosotros. Aquí no existe el concepto de compañía como en Latinoamérica. Por problemas económicos es muy difícil su mantenimiento. Lo que existen son productoras que hacen montajes y el actor que esté disponible trabaja en la obra. He pretendido crear una estética propia del grupo. A quienes vienen, puede gustarles o no, pero esperan ver la línea de la compañía.
¿Con qué fondos cuenta la compañía para su mantenimiento?
Los fondos iniciales son los personales. Los doy por descontados y no me interesa rescatarlos. Mi filosofía está basada más en el trabajo de la mano de obra, que en los fondos. Aquí, si vas a una ferretería y compras algo que utilizarás en una obra, verás que las piezas cuestan, pero la mano de obra es lo más caro. Hacerlo todo nosotros mismos ha sido un principio para subsistir. La mayoría del dinero que nos ayuda a mantener las puertas abiertas sale de las ventas de entradas.
Miami-Dade y el Estado de la Florida nos han dado cierta colaboración en proyectos específicos, pero no para todas las obras. Hemos recibido donaciones de algunas personas y eso también cuenta, pero lo principal es la voluntad humana. Todos en la compañía tenemos una conciencia clara de que no vamos a vivir de esto. Es una especie de hobby serio. Siempre pongo el ejemplo de que hay gente que va a pescar y es muy costosa la manutención de un barco, los avíos y la gasolina. Pues este es nuestro barco. Nuestros actores reciben dinero. Yo les pago, pero no pueden vivir de eso. Es algo en que todos estamos de acuerdo.
Usted es una especie de personaje del renacimiento. Siendo el autor de toda la música en las obras que ha dirigido y escrito, ¿cómo es el proceso creativo en la elaboración de un montaje?
Trato de ponerme diferentes sombreros donde cada uno es independiente. Lo primero que elaboro en una obra es la historia. Los diálogos los escribo sin hacer ninguna acotación. Traigo la propuesta al grupo y entre todos la aprobamos. Después comienzo a componer la música. Ella me ayuda a descubrir nuevas cosas en la pieza. Después me pongo el sombrero de director y comienzo a cambiar diálogos desde otro punto de vista. Paso entonces a dirigir la obra, a elaborar el montaje. Finalmente, me ocupo del vestuario y el resto.
He trabajado con muchos grupos en Miami y las obras se montan muy rápido. Se trae todo demasiado hecho, con la excepción de Avante, el cual está cuatro meses ensayando, ya que tiene esa posibilidad.
Muchos directores en Miami se preguntan por qué no dirijo obras de otros autores de la ciudad. No es que no me gusten sus obras, sino que quizás no les guste lo que yo haga con ellas. Aunque creo que a Chéjov le hubiese gustado mi versión de sus cuentos y farsas, ya que él era de vanguardia para su época.
¿Cómo resume el balance de este primer año? ¿Qué espera o desea para el futuro Teatro en Miami Studio?
El balance ha sido positivo. Más que comedias ligeras, pensando sólo en atraer mucho público, hemos conseguido hacer un teatro serio en la ciudad sin regirnos por la puerta, aunque ésta mantenga el lugar. Ese siempre ha sido mi empeño. Cuando hice El celador del desierto en Miami, lo hice en una época donde sólo se hacían comedias. Hoy no sucede así afortunadamente. No recuerdo a personas que me hayan dicho no haber salido complacidas en una puesta. Una vez me dijo un espectador que había pagado 35 dólares en otro lugar y se sintió estafado, y que aquí pagó 20 y le pareció que fue muy poco. Esos comentarios son un gran estímulo.
Desde el punto de vista económico, nos mantenemos saludables. Haberlo logrado sin recurrir al facilismo, es otro acierto. Queremos seguir asumiendo riesgos. Espero y deseo un grupo sólido y que los actores no pierdan la perspectiva de lo que es no tener un lugar como este. Que se puedan hacer dos o tres obras a la vez y que aun cuando el sello distintivo sea el mismo, por supuesto que sean piezas diferentes.
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