Actualizado: 29/04/2024 14:55
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Literatura

La mentira veraz

Carlos Victoria entrevisto por Germán Guerra en el número 44 de la revista 'Encuentro de la Cultura Cubana'.

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En ese otro catálogo de naves que va sostenido entre cantos tribales y gregorianos, Sibelius y los Rolling Stones, entre Wagner y Led Zeppelin, entre los trovadores y las bocas duras (y sucias) del nuevo Hip Hop, ¿dónde ha quedado tu relación con la música cubana, a la cual nunca haces referencia?

Me haces una pregunta difícil. Me gustan por supuesto algunos cubanos: Benny Moré, Celia Cruz, María Teresa Vera. ¿Por qué no me apasiona la música cubana, venerada en todo el mundo? Yo mismo me hago esa pregunta. Aunque los gustos son misteriosos e irracionales, creo que en este caso puede haber una explicación: fui joven en Cuba en los años 60 y 70, donde el régimen nos imponía la música cubana, y la música popular extranjera se consideraba muchas veces subversiva, o por lo menos sospechosa. Tal vez por eso, por rebeldía, empecé a tener prejuicios contra lo que se me obligaba a escuchar y a admirar. Y nada más difícil de superar que los prejuicios.

Confieso sin orgullo, pero con sinceridad, que mi relación con la música cubana es muy pobre. Tal vez algún día eso cambie. Aunque mientras más viejo se hace uno, más improbable se hace que los gustos cambien. Pero no hay que perder la esperanza. Mira, ya puedo escuchar con placer a compositores clásicos que siempre detesté, como Hindemith, Janacek, Prokofiev y Messiaen. Los milagros ocurren.

Dice Luis Manuel García en el prólogo a tus Cuentos, publicados por Aduana Vieja, que eres un "saqueador de vidas ajenas", pero también afirma que "Carlos Victoria es el primer personaje de Carlos Victoria". Tu obra es profundamente autobiográfica y por ella pasan todas las miserias humanas que has transitado a lo largo de los años: "la profundidad de la miseria cubana devenida en modo de vida, en tragedia permanente" (dice Luis Manuel en su prólogo), la desconfianza, el desarraigo, la intolerancia, la incertidumbre de la soledad, la constante huída y la inadaptación, el alcoholismo y la abstinencia de todo, la demencia encarnada en la persona de tu madre, el golpe seco del exilio y la separación familiar, y una larga lista de oscuridades, dichas con palabras claras, que ahora no cabe enumerar. Te ha tocado también, en todos los sentidos, lidiar con el suicidio de tres amigos escritores —de los escritores suicidas del exilio, sólo Calvert Casey no pudo esperar que llegaras—, y las muertes de Reinaldo Arenas, Guillermo Rosales y Juan Francisco Pulido los han sumado a esa suerte de panteón y galería de personajes marginales que transitan tus cuentos. Dice Camus en la primera línea de El mito de Sísifo que "No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio". Partiendo de este paradigma del existencialismo, y de todos los existencialismos que te colman, ¿has tomado conciencia de la universalidad temática de tu obra?, ¿has comprendido ya que el tema de lo cubano y sus revoluciones, que Camagüey, La Habana o Miami (y un paso breve por las calles de Manila) no son más que telones de fondo, pura escenografía y atrezo por donde deambula el Hombre cargando con todos sus silencios y miserias, denunciando desesperaciones y desencuentros; el Hombre universal, martillando sobre su condición humana?

Dice Lezama que lo que le pasa a uno les pasa a todos. Es su frase más simple y más verdadera. Trato de escribir genuinamente sobre mí, sobre la gente y las cosas que conozco, aunque todo lo que escribo es ficción. Pero es una ficción que invento a partir de referencias reales, que me convence como si fuera verdad, que yo mismo vivo cuando la estoy escribiendo. Si no creo en ella, si no la vivo mientras la escribo, y me ocurre muchas veces, termina en el cesto de basura, o la sigo reescribiendo hasta que me parezca auténtica. Es decir, tiene que convertirse en una mentira veraz. Y si es veraz, refleja en cierto grado otras vidas, otras circunstancias, otros modos de ser, de sentir y de reflexionar. Me gustaría creer que en ocasiones he logrado plasmar en mis libros lo que tú llamas condición humana, que he logrado un atisbo de lo que tú llamas universalidad.

Tienes seis libros publicados, tres novelas y tres colecciones de cuentos. Se publicó en España en el 2004 una compilación de todos tus cuentos escritos hasta esa fecha, las novelas se han traducido al francés y al inglés, Félix Lizárraga escribió para ENCUENTRO EN LA RED que Puente en la oscuridad es uno de los libros más extraños y alucinantes de la literatura cubana, has ganado premios, becas y homenajes, hace mucho tiempo que no pagas por la publicación de tus libros, comienzas a ser un escritor reconocido y reconocible por el estilo, ya se pudiera hablar de un público lector interesado en tu obra, la crítica —tan tímida y poco sistémica, como siempre— comienza a dar señales de vida y se acerca, no paras de escribir y no cejas un segundo en el compromiso monacal para con los misterios de la literatura. ¿Cuál ha sido el momento más importante de tu vida como escritor?, ¿cómo respira un hombre cuando siente que ya es parte de la memoria cultural de su nación?

El momento más importante de mi vida como escritor ha ocurrido cada vez que he terminado la versión final de un libro, lo he releído y me he sentido satisfecho. Pero es un momento efímero. Luego vuelven las dudas, sobre todo cuando el libro está impreso. Entonces empiezo a escribir otro libro, con la ilusión de lograr algo mejor. Y aunque agradezco tus palabras, no me siento parte de la memoria cultural, no digamos de una nación, ni siquiera de un pequeño grupo. Me siento solamente como un tipo que escribe y que espera dejar alguna huella con lo que escribe, en el sentido de provocar en algunos lectores el gusto que siento al leer a tantos escritores que con su talento me han ayudado a vivir esa realidad paralela de la imaginación, que casi siempre resulta superior a la realidad que nos toca enfrentar cada día.

Repito ahora la última pregunta que te hizo Alejandro Armengol en una entrevista de 1995: "La travesía… y Puente… pueden verse como parte de una trilogía: el escritor en Cuba, el escritor en el exilio y una próxima novela que podría ser el regreso del escritor, o la visita del escritor a sus orígenes". Esa "próxima novela" ya está siendo escrita, y de ella se publica un fragmento en este homenaje. ¿Crees que con esta nueva pieza se responde afirmativamente la pregunta profética de Armengol, que estás cerrando, sin proponértelo, una suerte de trilogía sobre los derroteros de la Isla y sus hijos en estos cincuenta años de castrismo? Háblanos un poco de esa novela en la que ahora trabajas.

Armengol terminó siendo profeta. Aunque después de esa entrevista publiqué otra novela, La ruta del mago, que transcurre en Camagüey, esta nueva novela en la que trabajo actualmente trata de un exiliado que regresa a Cuba. Es una novela larga, que me tomará varios años, pues apenas la estoy empezando. En realidad llevo más de tres años empezándola, pues he desechado montones de páginas que no me convencen. Esa es una de las ventajas, tal vez la única, de ganarme la vida en otro trabajo que no tiene nada que ver con mi escritura: puedo tomarme todo el tiempo del mundo en escribir mis libros, sin nada ni nadie que me presione para apurarme, o para escribir algo que no es lo que quiero y siento.

La novela es casi una biografía de este exiliado, es una narración que va desde su infancia hasta el presente. Y su presente abarca un viaje, o tal vez varios, entre Estados Unidos y la isla. Este hombre, a causa de un accidente en Miami, ha sufrido un cambio en su rostro. Esto le da la oportunidad de regresar a Cuba sin que nadie pueda reconocerlo. Por supuesto, es una historia que ha sido contada antes, que tiene antecedentes conocidos: los más ilustres son Enoch Arden y El Conde de Montecristo, y dos o tres películas de cine negro. Pero como me propongo contar una mentira veraz, una mentira sobre mí y la gente y las cosas que conozco, espero que tenga mucho más que ver conmigo y con nuestra historia cubana de los últimos 50 años que con la de Dumas y todas las demás.

¿Te animaría publicar un libro en Cuba bajo las todavía actuales condiciones de totalitarismos y censuras, pero donde están nuestros lectores naturales, para quienes realmente escribes?, ¿qué condiciones exigirías como autor para que apareciera una novela tuya bajo el sello editorial de Letras Cubanas?

Deseo publicar en Cuba cuando no tenga que exigir condiciones. Ese momento no ha llegado.


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