¿Degüello de la democracia?

La incapacidad del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) para lograr que dos tercios de los constituyentes apruebe la nueva Carta Magna boliviana, obligó a no incluir la reelección consecutiva del presidente en el nuevo cuerpo legal.

De acuerdo con el vicepresidente Álvaro García Linera, la propuesta del ejecutivo "es que (la reelección presidencial) esté en un referéndum separado y el texto constitucional en otro bloque".

El pueblo de la nación altiplánica, en fin, decidirá sí Evo Morales ocupará reiteradamente el sillón presidencial. No se puede olvidar, sin embargo, que ese pueblo vive hoy un contexto bastante problemático.

Informes del Instituto Nacional de Estadística expresan que el incremento de la inflación sobrepasa el once por ciento, debido sobre todo al alza de precios en la carne, a los que se agregan el arroz, aceite y otros productos de la canasta familiar. Y la cifra podría subir en lo que resta de año, puntualiza el Instituto.

El anterior es más que un simple dato si no se olvida que Bolivia es una de las naciones más pobres del continente y cualquier convulsión en la esfera política de ningún modo será ajena a situaciones que afectan a la mayoría del país. Recuérdese que la derrota de Hugo Chávez en Venezuela tampoco estuvo divorciada del abastecimiento de la población.

Evo a la baja

Mientras Chávez —seguramente en diálogo constante con Fidel Castro— se las arregla para tratar de llevar a cabo por otras vías sus planes autocráticos disfrazados de socialismo, a Morales le falla el respaldo popular que una vez fue abrumador.

Una encuesta de IPSOS Apoyo, Opinión y Mercado, indicó que la popularidad del ex líder cocalero bajó en noviembre pasado un 10% y apenas roza el 52 por ciento de aceptación nacional. En territorios como la levantisca Santa Cruz descendió 18 puntos y en Cochabamba cayó al 50 por ciento.

Si hay acusación de la que a Morales le cuesta defenderse es la que tiene que ver con la intromisión de Chávez en los asuntos internos bolivianos. La misma encuesta reflejó que el mandatario venezolano recibió por su actuación durante la Cumbre 68 por ciento de desaprobación.

La percepción popular es realmente negativa con la situación general boliviana, al punto que sólo el 8 por ciento la califica de buena.

Difícil entramado político

El pasado 24 de noviembre se encerraron los legisladores oficialistas en un cuartel militar en Sucre, trajeron desde distintas regiones fuerzas que les son fieles, rodearon con ellas el recinto, dejaron fuera a la oposición y aprobaron lo que se ha dado en llamar "Constitución en grande".

Esto quiere decir que no se discutieron los detalles de la futura Carta Magna. Pero resulta que tales detalles son, en un ámbito sumamente polemizado, lo más precioso de la ley.

Mientras en los alrededores del cuartel se desataba una fiera batalla entre adversarios y adherentes del gobierno, se dio también el paso a un controversial bono de vejez seguramente necesario, pero que toma dinero de los presupuestos de las regiones, en varias de las cuales arde con mayor fuerza la oposición. Fue como echar gasolina al fuego.

Un verdadero problema que enfrentan los constituyentes reside en el poco tiempo que les resta para concluir debates de suyo arduos. Para el 14 del presente mes ya tiene que estar listo el nuevo cuerpo legal, según se estableció con anterioridad.

Otro obstáculo que encaran los constituyentes reside en lograr el sosiego imprescindible para realizar su grave labor. Sucre, la capital oficial del país, no parece servirles porque la oposición aquí es la más fervorosa y ya actuó en los alrededores del cuartel, con saldo de tres muertos y decenas de heridos.

Luego de modificar el 24 de noviembre pasado la Ley de Convocatoria al foro, se llegó a la conclusión de que cualquier parte puede servir para sesionar, excepto La Paz y Sucre. Todo parece indicar que en Oruro o Cochambamba se concentrarán los legisladores.

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